My Last Sigh romance Capítulo 38

Sugerencia: es recomendable escuchar la canción, “gracias” de Jorge Daher.

Hay 4 mesas para dos personas cada una. Todas están adornadas con velas y pétalos de rosa. A lo lejos veo venir a Ezequiel con nada más y nada menos que con Jorge Daher, es uno de mis cantantes favoritos.

Me emociono cuando escucho la canción que empieza a tocar con su guitarra (el nombre de la canción es: “gracias”). Ezequiel camina hasta donde estoy y se pone frente a mí con Jorge a su lado cantándome. Muero de amor, toma mi mano y comienza a bailar al ritmo de la canción.

—Te amo y por eso te dedico esta canción. Eres mi luz, mi fantasía. Gracias por llenar mi alma de paz y de armonía, gracias por ser como eres, por dejarme ser quién soy; por pensar que si se puede creer en el amor —canta en mi oído.

Deja un beso en mi mejilla y nuestras miradas se conectan, miro esos ojos hermosos que hoy tienen un brillo especial.

—Te amo —le digo y beso sus labios.

—Claire, debo decirte algo… En todo este tiempo que pasamos juntos me enamoré cada día más de ti y cuando nos separamos supe que no podría vivir sin ti. Te amo demasiado, tanto que hasta me da miedo. Por eso quiero pedirte ante todos nuestros amigos que seas mi esposa, para que compartamos el resto de la vida juntos. Que dices mi amor, ¿Quieres casarte conmigo? —pregunta y derramo lágrimas por la emoción.

Asiento con una sonrisa en los labios.

—Te amo y obvio que sí, si acepto casarme contigo, cariño, eres el hombre que elegiría para pasar el resto de mi vida —se escuchan aplausos, él desliza el anillo por mi anular izquierdo.

Me alza dándome vueltas en el aire. Me mareo un poco pero solo puedo reír.

—Ezequiel, los bebés es, bájame —digo riendo y él lo hace.

Me toma de la cintura, yo pongo mis brazos alrededor de su cuello y nos besamos como nunca lo hemos hecho. En ese beso expresamos lo que sentimos el uno por el otro. Otra vez se escucha la lluvia de aplausos. Juntamos nuestras frentes.

—Te amo —dice y lo beso.

—Te amo —respondo.

—¿Siempre juntos? —pregunta y sonrío.

—Siempre juntos —respondo y vuelve a besar mis labios castamente.

Nuestros amigos vienen a felicitarnos.

—Te la rifaste, hermano, hasta yo me casaría contigo si me lo pides así —dice Felipe y todos reímos.

—¿Eres cómplice verdad? —le pregunto a Marina y ella ríe.

—Solo en lo de Jorge Daher, no sabía que te pediría matrimonio —su voz expresa emoción y yo asiento feliz.

Me deja en el suelo y toco sus brazos, se ríe.

—¿Por qué lo dices? —pregunta divertido.

—Con el embarazo subí un poco de peso —respondo.

—No sé si soy fuerte. Pero tú no pesas mucho, es como alzar una pluma —lo miro incrédula y golpeo su brazo, él ríe.

—Exagerado —lo acuso, sigue riendo.

Los bebés vuelven a moverse, le digo y se agacha a la altura de mi vientre, lo besa.

—Los amo mucho, bebés —siento el leve movimiento nuevamente.

Ezequiel se pone de pie y me besa. La ropa va desapareciendo lentamente y pronto se comienzan a escuchar los gemidos y nuestros cuerpos chocar. Caemos exhaustos uno al lado del otro.

—Nunca pensé amar a alguien como te amo a ti, preciosa —besa mis labios y le sonrío con ternura incapaz de pronunciar palabra.

Hoy ha sido uno de los días más felices de mi vida, sin duda alguna Ezequiel Harrison es el amor de mi vida.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: My Last Sigh