No más palabras romance Capítulo 121

Tomo la decisión de levantarme de la silla alta frente al mesón porque sé que debo tomar las riendas de mi vida, no puedo dejarme deprimir, me lo prohíbo. Sé que me duele, pero si caigo no sabré levantarme y tengo a mi papá, incluso a Edgar, quienes necesitan de mí. Paso por la sala de estar y me detengo viendo el noticiero de algún otro canal del que trabajo, o trabajaba. Están dando la noticia de la muerte de mi hermana, hay fotos de mí de rodillas, llorando e incluso un vídeo muy borroso. Es increíble que las personas se aprovechen de los momentos vulnerables y dolorosos de otros para lucrar y obtener un poco de dinero.

Tomo el control remoto y apago el televisor, respiro hondo absorbiendo todo el silencio. Camino hasta la habitación de papá, está dormido, tiene que estar agotado. En su mesita de noche se encuentran el cofre con las cenizas de mi hermana.

Creo que debemos ver un psicólogo o un terapeuta, debo averiguar las diferencias entre ambos y decidir cuál necesitamos. Porque admito que necesito ayuda para trabajar con los recuerdos de mi hermana cayendo, la culpa de no haberla perdonado y la sensación de poder haber hecho más.

Papá, sin duda alguna, necesita ayuda para superar esta perdida y entender que ha sido un buen padre. Me gustaría que fuéramos a sesiones individuales e incluso una familiar en donde se encuentre Edgar, de manera de que esta pérdida no nos distancie y nos vuelva extraños.

Edgar no ha sido el hermano del año, pero admito que desde que hablamos para ayudar a Elise nuestra relación ha mejorado y sé que si trabajamos más podemos obtener buenos resultados. Ya perdí a mi hermana sin tener oportunidad de recuperar nuestra relación, no quiero también perderlo a él.

También perdí mi trabajo.

Perdí mis peces.

Y perdí a Paul.

Entro en la habitación y me siento a un lado de la cama de papá. Primero se fue mamá, ahora Elise. Quedamos nosotros tres.

Estiro mi mano y tomo la de papá, temí tanto que no soportara este dolor, ningún padre tendría por qué perder a su hijo; una parte de mí agradece que estuviera en el hospital, de esa manera él no la vio. No vio la manera en la que el cuerpo de su hija quedó, porque luego de unos minutos el cuerpo de Elise comenzó a hincharse, sus huesos se partieron por la caída, tenía muchas contusiones y ella simplemente no lucía como la delicada chica que veíamos, no era ella.

—Se durmió hace poco—dice Edgar entrando a la habitación. Se ve tan demacrado y agotado, se sienta a mi lado—. Sé lo que te dije antes...Y sé que no es tu culpa, sería como culparme a mí mismo porque también pude haber hecho más...

—Pero no lo hicimos.

— ¿Podíamos hacer más? Dolía, pero pensé que estábamos haciendo lo correcto, que la estábamos ayudándolo.

—Lo hacíamos, solo que...—respiro hondo—Pude haberme dado cuenta, no distraerme, llegar a tiempo cuando estaba arriba...Tantas cosas.

Pero entonces pudo haber encontrado otra forma, otro momento, quizá después que me fuera. Susurra una voz en mi cabeza y la sacudo.

—Pero...Fue su decisión, Elisabeth. Tú hiciste mucho por ella, hicimos por ella lo que creímos suficiente...

Volteo a verlo y su mirada está fija al frente, él también necesita sacar todos esos sentimientos, hablarlo con alguien que le ayude a sanar.

Tentativamente dejo caer mi cabeza sobre su hombro, baja su vista hacia mí.

—Perdí una hermana, Elisabeth, me doy cuenta que no quiero perderte a ti. Todo este tiempo...Sé que no es mucho, pero acercarnos no ha sido malo.

—Lo sé, tú no estás tan mal.

Se tensa, pero no lo niega. Que ahora lo intentemos no nos hace inconscientes del pasado que nos persigue, de lo que fue una muy mala y tensa relación de hermanos. Aclara su garganta.

—Creo que debes descansar tu garganta, evitar hablar. Iré a dormir. Buenas noches.

—Buenas noches Edgar.

Lo veo salir, pero no llega muy lejos de la puerta cuando veo sus hombros sacudiéndose porque comienza a llorar de nuevo. Mis ojos se humedecen.

Me quito los zapatos y me acuesto al lado de papá. Las lágrimas descienden porque ya me hice cargo de todo, ya estuve para los que me necesitaban.

Las noches han sido los únicos espacios en los que he podido derrumbarme con libertad, cuando todos duermen y no tengo que ser quien los sostenga.

Humedezco la almohada con mis lágrimas.

Lloro por mi hermana, por esa luz que se apagó. Siento tanto la muerte de Elise, tuvo que sentirte tan mal, tan cansada para renunciar. Me siento mal de que una parte de mí sienta rabia de que no pensara en nosotros, en lo que nos hacía. Mis emociones me tienen tan atada, tan aturdida y mortificada. Siento que de a poco soy como una flor perdiendo cada uno de sus pétalos al marchitarse.

Lloro tanto. Me hace falta el abrazo de alguien...No cualquier persona, de él.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras