No más palabras romance Capítulo 13

Cuando Amber me ve entrar a la cocina se detiene de hacer lo que huele mucho como tocinos. Río mientras me estiro antes de acercarme a papá, quien como siempre se mantiene impasible leyendo un periódico. Beso de manera sonora su mejilla.

— ¿Cuándo llegaste?

—Como a las 2 de la madrugada, pasé muy silenciosa y me puse este viejo pijama. Debo traer ropa, es casi indecente estar vistiendo así.

Ambas observamos mi minúsculo short junto a la holgada camisa que casi podría cubrir el short, pero que ha sido lavada tantas veces que peligrosamente podría transparentar de más. La respuesta al por qué luzco como una desvergonzada se encuentra en el hecho de que el short es de cuando tenía 16 años y no había terminado de crecer y la camisa es de cuando Edgar inició la universidad ¿La buena noticia? No soy tan desvergonzada y estoy llevando sujetador.

»Mi plan era llegar en la noche para que no tuvieras que esperarme para irte a casa.

Al menos eso planeaba antes de quedarme dormida. Papá sigue siendo gruñón, pero noto que no me ha pedido que despida a Amber, no me ilusionó la cuidadora que más duró fue una de tres semanas y medias, cualquier cosa puede pasar.

Teniendo en cuenta que Amber pasa toda la semana viviendo en casa y atendiendo a papá, lo mínimo que quise hacer fue darle la oportunidad de irse temprano a su fin de semana en casa. Tomo una liga para el cabello que descansa en mi muñeca y lo ato; no puedo evitar bostezar. Saco mi celular del elástico de mi short que lo mantenían contra mi abdomen mientras reviso todos los mensajes que llegaron mientras dormía.

Sonrío cuando leo el mensaje de Cristian, efectivamente fue elegido para la serie de estilo medieval y grabaran 3 capítulos pilotos.

Me pongo de pie y me encargo de hacer café, admito que desde que comencé en Notitardes24, hace años, aun estando estudiando, el café se hizo muy necesario para aguantar una rutina tan fuerte y horario tan desordenado. De hecho, me sorprende que Kevin tardara tantos años entender la necesidad de fijar una sola hora estelar y no un horario rotativo entre diurno y nocturno.

Intento ayudar a Amber a hacer el desayuno, pero me implora que me aleje porque papá ya le ha contado de mis faltas de hazañas culinarias. Le doy café a papá y me alegra saber que aún con el ceño fruncido esta de humor para conversar conmigo.

Deliberadamente, se evita preguntar por mis hermanos y yo evito hablar de cómo no sé nada de ellos desde su inesperada visita. Cuando Amber deja un plato de pan con muchas tiras de tocino y con todo el dolor de mi alma lo rechazo.

Me gustaría decir que soy de las típicas delgadas que no engordan, como el caso de Andrea, pero no. Ayer me atraganté en la cena con una mega hamburguesa que Harry me pagó y luego muchos chocolates, eso equivale a muchas horas de gimnasio perdidas, sacrifiqué mis domingos de dulces y comida basura por Harry.

No tiene nada que ver con ser vanidosa u odiar la comida, no, se trata de que mi apariencia es mi herramienta de trabajo. Yo podría tener todo el conocimiento del mundo y aun así sería despedida si no luzco perfecta.

Por eso debo tratar de cuidar al máximo mis comidas, administrar al menos 2 días para el gimnasio y un día para pecar. Sabrina es mi apoyo moral porque ambas sufrimos viendo lo que no podemos comer algunas veces.

— ¡Pero huele divino!

—No puedo—casi quiero llorar. Hago un puchero hacia papá, él suelta un bufido.

—Pareces un palo flaco, un día de estos te matarás de hambre y entonces tus hermanos conseguirán dejarme internado en algún lugar.

—Eso no es gracioso papá.

—Qué bueno, porque no intentaba ser gracioso Elisabeth Laurette.

Le saco la lengua y doy otro sorbo de mi café. ¿Puedo luego hacer más tiempo de ejercicio y compensarlo, verdad? Caigo en la tentación y como saboreando como una adicta el crujiente tocino. Quizás pueda dedicarme engordar y trabajar en un reality show, estoy segura de que las personas amarían ver como los que lucimos "perfectos" también tenemos defectos o problemas muy humanos.

—Eli siempre amó comer, solo bastó que entrara al programa y conociera a ese maleducado que ama decir que están gordas.

—Si tú estás gorda, entonces imagínate cómo debo sentirme yo con estas curvas y kilos de más que siempre he amado.

Sonrío viendo su cuerpo esbelto, no el prototipo de belleza que nos venden, pero bella siendo una mujer con curvas y carne. Me gusta la seguridad que proyecta de sí misma.

—Yo sé que no estoy gorda, pero vendo la imagen de estrella inalcanzable, debo trabajar en ello y siempre ignoro los comentarios de Kevin. Son años acostumbrados a ignorarlo.

Continuo comiendo y se siente tan bien y relajado. Incluso noto que papá está cómodo alrededor de Amber. Ella es divertida y espontánea, no me trata como alguien a quien deba pedirle foto o autógrafo, no se cohíbe. Me trata como otra persona más con la que parece llevarse bien.

El celular de Amber suena y ella rápidamente lo toma leyéndolo. Me observa con una sonrisa, luego de responder, no puedo evitar enarcar mis cejas hacia ella.

—Era mi primo, ya le había dicho ayer que pasara por mí, tenemos una reunión familiar.

—Vale— llevo un trozo de pan a mi boca, pero enderezo mi espalda— ¿A qué primo estás refiriéndote exactamente?

Papá dice algo sobre irse y lo veo dirigirse hacia la pequeña sala, de nuevo mi atención descansa en Amber, me da una gran sonrisa que lo responde todo.

—Pau.

—Pau— repito, siendo la primera vez que acorto su nombre. Creo que técnicamente todos o al menos la mayoría de los Paul del mundo son atractivos del modo en el que lo es el nombre— ¿Cuándo...?

No termino de hablar, puesto que papá llama a Amber y justo entonces el timbre de la casa suena. La sonrisa de ella crece. Oh, no.

— ¿Ya?

—Me escribió preguntándome cuál de todas las casas era porque ya estaba aquí. Espero y no te moleste, puedo hacerlo esperar afuera.

—Sí, pero nunca vas sin nada.

— ¿Cuál es el veredicto de mi persona sin maquillaje?

Extiende una sonrisa y estira una de sus manos, sin embargo, parece que a último momento se arrepiente y la baja. Su mirada persiste en mi rostro.

—Tienes suaves pecas alrededor de tu nariz.

—Correcto.

—Te hacen ver más inocente.

— ¿Eso es un cumplido?

— ¿Por qué tapan tus pecas?

—Lo has dicho, me hacen lucir inocente, aniñada y no como una extrovertida y espontánea entrevistadora.

— ¿Todo es sobre la imagen?

—Tú vendes libros, mi trabajo es vender la imagen de un prototipo de perfección y hacer salir la verdad de quienes entrevisto— me encojo de hombros—. Dijiste en uno de tus correos que Señorita es mi alter ego o mi otra personalidad, la cual debo tratar según tus palabras. Supongo que es verdad que no somos la misma.

Parece sopesar mis palabras, pero no tiene tiempo de replicarme o aportar algo cuando Amber aparece a un lado de mí y le sonríe.

—Dame 20 minutos y estaré lista Pau.

— ¿Por qué no me sorprende? Te doy 18.

Amber se va prácticamente corriendo, me hago a un lado sin creerme que estoy a segundos de dejar entrar a Paul Coleman al hogar donde crecí.

—No puedo creer que dejaré a mi némesis del correo entrar a la casa de mi papá.

—Somos dos los sorprendidos— es lo que me dice entrando. Cierro la puerta detrás de él.

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