—Puedes servirte café si quieres, seguimos en tregua, Paul.
—De acuerdo, Elisabeth, pero ya tomé café.
Observo con fijeza mi desayuno, quizás ya comí mi límite de grasa, ya no siento tanta hambre, pero luce tan delicioso ¿Qué tan malo es ser una entrevistadora con kilos de más? No sería tan malo si mi jefe no fuera Kevin.
— ¿Normalmente te quedas viendo la comida con tanto anhelo o vas directo a esa parte que se denomina comer?
—Tengo un dilema.
— ¿Sobre la comida?
—Sí. Vivo de mi imagen, si fuera por mí comería sin importarme nada, pero mi productor no me deja, el hombre es capaz de notar cuando subo de peso y también está mi entrenador. Si termino de comer esto, agrego veinte minutos más de ejercicio.
— ¿Estás hablando en serio?
—En serio, una vez Kevin llevó lo necesario para pesarnos. Los chicos armaron toda una rabieta y nosotras no cedimos, ha sido una de las peores cosas que nos ha hecho Kevin. Él es muy exigente con nosotras, es agotador.
»No me importa si consigo o no subir de kilos, o verme perfecta cuando las cámaras se encienden, pero amo mi trabajo y quiero conservarlo— no puedo evitar reír—. No sé por qué estoy diciéndote todo esto.
—Porque estamos en tregua— se sienta a mi lado e ignoro que hay ciertas reacciones en mi cuerpo—. Tu productor tiene un serio problema, tiene a mujeres hermosas ¿Y les exige más? No creo que comer eso te haga una mujer obesa incapaz de salir en la pantalla, puedes comer tranquila.
»Además, no quiero modificar mi historia y cambiar el supuesto amor que Elizabeth tiene por la comida por un «siempre miraba la comida con anhelo y se perdía los placeres de la vida»
—Sí, me pierdo algunos placeres de la vida.
Sus ojos se entrecierran mientras me observa con fijeza, llevo de nuevo la vista a mi plato y tomando mi decisión tomo una tira de tocino. Amo la comida y es un pecado tener que privarme de lo que me gusta muchas veces.
—Me alegra que no te prives de ese placer, parece que lo disfrutas.
—Podría gemir por cada bocado de esto, pero entonces nos resultaría incómodo ¿Cierto?
—Posiblemente.
Para mi sorpresa se ríe mientras recarga su barbilla de una de sus manos, no puedo evitar ver el modo en el que un pequeño mechón de cabello cae sobre su frente de forma despreocupada y no planificada.
—No eres como esperaba.
— ¿Qué esperaba Paul Coleman de mí?
—No eres sosa.
—Eso sin duda alguna me trae un gran alivio... Tú sin embargo, aún no sé si eres tan versátil como dicen.
—Tranquila, estoy trabajando en ello.
Lo veo sacar una vez más su pequeña libreta del bolsillo trasero de su pantalón, observa a su alrededor.
—Olvidé mi pluma en el auto.
Me levanto y estiro sobre la encimera tomando uno donde siempre hay por montones, se lo entrego antes de volver a sentarme.
—Siempre tengo lápices y hojas por todos lados por si se me ocurren preguntas para realizar— asiente de forma distraída antes de comenzar a escribir— ¿Qué escribes ahora?
—Que Elizabeth tiene bonitas pecas y muere por comida grasienta.
— ¿Puedes poner también que tiene lindas piernas?
—Claro y bonito culo también.
Casi escupo mi comida pero me contengo, lo veo sonreír mientras continua escribiendo en su libreta. Como siempre quiero tener la última palabra doy vueltas en mi cabeza sobre qué decir.
—Sí y no es lo único que tiene bonito.
— ¿Siempre tienes respuesta para todo, Elisabeth?
—Parece que tengo ingenio. ¿Puedo hacerte un par de preguntas?
—Ese alter ego tuyo no puede pasar mucho tiempo escondido, ya veo. Puedo responder esas preguntas si me lo parece.
—No soy un objeto para tener.
—Evidentemente. Pero a veces cuando las personas se enamoran decir «me tienes» es una manera de decir que tiene tu corazón. Al menos así lo entiendo yo.
—Tal vez tú deberías escribir un libro de romance, Elizabeth.
Trato de no reaccionar hacia el modo en el que arrastra las vocales en su tono de voz ronco.
»Lo repito, es mi novia, pero no me tiene.
— ¿Te gusta que te llame Pally?
—No.
—Entonces tampoco te gusta cuando pone Pally Bunny, eso suena horrible.
—Gracias ¿Tienes alguna otra crítica hacia mi novia?
—No.
—Pero yo sí— ambos volteamos a ver a Amber, ella me guiña un ojo—. Es una controladora, parece una madre paranoica "¿Pally dónde estás?"
"¿Pally comiste?" — Contengo las ganas de reír—Se cree tu voz de la conciencia "¿Pally Bunny no crees que deberías tomar más en serio ciertas cosas?" "Bebé ¿No te gustaría adornar mi dedo con algo significativo?"
»Es pésima cocinera.
—Apuesto a que yo cocino peor— interrumpo, Amber me sonríe como si yo fuera la cosa más tierna en el lugar, no la persona más tierna, sino la cosa.
—Tú al menos lo admites— vuelve su atención a Paul—. Y otra cosa a criticar siempre quiere agradarles a todos y se nota cuando se esfuerza y no le agradas. La peor actriz.
—Sí que quieres a la novia de Pally Bunny— digo sorprendida, luego volteo a verlo—. Yo solo tenía esas preguntas.
— ¿Por qué estás soltera Elisabeth?
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