October full moon romance Capítulo 6

Decir que todo pasó como en cámara lenta fue poco; Rue voltea a ver a ese enorme lobo y grita, lo único que puedo hacer es correr hacia ella aunque eso implique que ese lobo me ataque a mi, cubrir su boca y ponerme de escudo.

—Lev —susurró AmDeli.

—Nat, métete a la casa —le dije, no sabía lo que pasaría pero tenía que proteger a esta pequeña niña.

—No te preocupes por mi, Lev, concéntrate en Rue.

Dudé un poco por lo que dijo; pero mi concentración pasó al lobo cuando éste gruñó y se acercó un poco. Era algo escalofriante el estar aquí, frente a ese enorme animal. Rue me apretó la ropa, con miedo; podía sentir sus pequeñas manos temblar casi. Me puse seria, sintiendo que ese lobo no me intimidaría.

Entonces fue cuando hice algo: saqué mi collar de Triskelion y se lo mostré. Como imaginé: el lobo se detuvo en seco y miró para ambos lados desconcertado. Fue cuando me di cuenta de que ellos le tenían miedo a esto. Y me sentí más protegida. El lobo me da una última mirada fría acompañada de un gruñido, para después irse corriendo por las oscuras calles de Nashville.

Respiré tranquila al fin.

—¿Están bien? —AmDeli corrió hacia nosotras. Me giré a Rue y la observé. La pequeña tenía mucho miedo, sus delicadas y pequeñas manos estaban temblando, así que se las tomé para darles un poco de mi calor. Me puse de cuclillas para estar a su altura y la miré.

—Ya pasó, Rue —traté de consolarla. Estaba segura de que esta pobre niña tendrá algunas pesadillas— Todo está bien.

Había una lágrima solitaria cayendo de su ojo izquierdo.

—M-mi collar —balbucea.

—¿Tu collar es como éste? —AmDeli se pone a la par mía, preguntándole.

Rue asiente al mismo tiempo en que se limpia la lágrima.

—Lo buscaremos, Rue, no te preocupes—AmDeli enciende la linterna de su celular y empieza a alumbrar el suelo, buscando el collar.

—N-no deberíamos de estar aquí, el lobo puede v-volver —su voz sonaba temblorosa.

—No volverá —susurré— nuestros collares nos protegen.

—¿Tu crees? —abrió más los ojos del asombro.

—Así es. Ven, busquémoslo. —tomé a Rue de la mano, encendí mi linterna del celular y me uní a la búsqueda del collar de Rue. Mientras buscábamos en el césped, en la carretera e incluso en algunos matorrales cerca de la casa, miré algo brillar cerca de la alcantarilla. Me acerqué y alumbré: el collar. —Aquí está —les dije. Tomé el collar entre mis manos, dándome cuenta de que era como el de nosotras: un Triskelion con la inicial R detrás de él.

La pequeña Rue también lo tenía.

—Gracias, muchas gracias —me dice Rue.

Salí de mis pensamientos y se lo puse.

—¡Rue! —la llamó alguien desde su casa. Era Simon, al vernos empieza a caminar muy rápido hacia nosotras—¿Qué haces afuera a esta hora? Deberías estar en la cama —regaña a la pequeña.

—Mi collar se perdió pero AmDeli y Liliana me ayudaron a encontrarlo —le explicó Rue.—Y eso no es todo, vino un lobo y ellas me protegieron.

Simon nos mira un tanto expectante.

—¿Eso es cierto?

AmDeli se pone a la par mía, Simon nota a mi amiga y se descompone un poco. Lo pude notar.

—Rue es muy valiente —es lo que le digo.

—Gracias por cuidarla. A las dos —nos dice— Ven, Rue, es hora de ir a la cama.

Rue se suelta de Simon y corre a abrazarme.

—Gracias —es lo que me dice para después irse corriendo a su casa.

—Nos vemos en clases —se despide Simon, yendo detrás de su hermana. Ahora AmDeli y yo éramos las únicas en la calle.

—Le caíste bien a Rue —murmuró ella.

—Las dos la ayudamos.

—Una cosa más: ¿cómo sabías que era Rue? Pudo ser una de sus hermanas ¿recuerdas que son trillizas? —me pregunta.

Fruncí el ceño para mi misma porque ni siquiera lo dudé.

—No lo sé, solo lo supe.

Me sorprendió más bien.

—Lo que me sorprendió es que ese lobo no nos hizo nada.

—Es difícil de explicar pero he notado que es por nuestros collares. De alguna manera nos protegen.

—¿Si?

—Eso es lo que he comprobado —la miré— ¿quieres entrar? —siendo sincera no me apetecía pasar otro minuto más allí afuera.

—Está bien —se encoge de hombros. Las dos entramos a mi casa, encendí la mayoría de las luces y nos sentamos en la encimera de la cocina.

—Mi hermana no dejó nada cocinado —le dije, revisando la nevera. —¿Quieres pizza? —cerré la puerta y me dirigí al teléfono celular.

—Está bien, pero la pagaremos a la mitad.

—AmDeli...

—Es eso o nada.

—¿Cual es el número de la pizzería más cercana? —quise saber.

—Yo la pediré —se levantó, tomó el celular y empezó a marcar algún número. —¿Hola? Si, habla AmDeli. Quiero ordenar una pizza extra familiar. Ajá, con queso y pepperoni. Sí, a la casa número 328 cerca del camino que lleva al lago. Está junto a la casa de Simon. Exacto, en la casa que era de los Moore. Gracias. —AmDeli cuelga y deja el celular en su lugar—Vendrán en media hora.

—¿Quienes eran los Moore? —cuestioné, saliendo las dos de la cocina y dirigiéndonos a la sala.

—Era una familia pequeña que vivió aquí quizás unos veinte años. Se mudaron hace un año. Desde ese entonces esta casa había estado sola.

Nos sentamos en el sofá.

—¿Vemos una película? —me pregunta.

Parpadeé varias veces y asentí.

—¿Cual veremos? —tomé el control y encendí el televisor. Era más o menos grande, mi hermana se había encargado de traer todos los muebles de nuestra antigua casa.

—Alguna serie.

Puse Netflix y empecé a pasar las series.

—Teen Wolf —dice, la miré arqueando una ceja— ¿crees en los hombres lobo?

Sentí algo cuando dijo eso, pero la ignoré.

—No —respondí— ¿quieres ver esa?

—Sí, veámosla.

—De acuerdo. —di click a la serie y me acomodé en el sofá.

—Es tarde, me tengo que ir ya —AmDeli se levanta y tomó su bolso.

—Ni siquiera vino el de la pizza —me quejé. Habíamos visto casi cinco episodios de Teen Wolf y a decir verdad estaba interesante.

—Quizás no encontró la dirección.

Abrí la puerta y AmDeli salió.

—Gracias por todo, Lev, te veré mañana en clases —se despide.

—Adiós.

AmDeli se va, perdiéndose en las oscuras calles de Nashville. Cerré la puerta y la aseguré. Ahora estaba sola de nuevo en mi casa. A pesar de que tenía hambre me senté de nuevo en el sofá y puse play a la serie. En eso, el timbre fue tocado.

—¿Qué se te quedó, AmDeli? —me puse de pie y me dirigí a abrir la puerta.

Pero no era AmDeli, era un repartidor de pizzas.

—Oh, creí que no vendrían —fue lo que le dije.

El chico era alto, usaba el uniforme de la pizzería y una gorra roja. Pero este chico era muy serio e incluso me dio como miedito.

—Aquí tienes —le dije, dándole el dinero. Tomé la caja de pizza sin quitarle la vista al chico.

—¿A qué le tienes miedo? —me preguntó el chico.

—¿Disculpa? —me sorprendió el que me haya dicho eso, había escuchado lo mismo pero de Konan Mayer.

El chico se giró y caminó lentamente. No esperé a más: me encerré en mi casa, dejé la pizza en la mesita cerca del televisor y miré por la ventana: el chico ya no estaba.

A la mañana siguiente bajé lista para ir a clases, mi hermana estaba sentada en el sofá viendo las noticias en la televisión. Aún usaba su uniforme.

—Buenos días, Lara —la saludé.

—Mira lo que pasó ayer —me dice.

Me senté a la par de ella mirando las noticias.

—Asesinaron a un repartidor de pizzas cerca de aquí —me explica. Me dio un escalofrío cuando dijo eso, sentí malas vibras. En la pantalla se mostraba un coche del repartidor y adentro estaba lleno de sangre.

—Creen que fue un animal —explica.

—El joven de nombre Emmanuel Scar —dice el reportero en la television— se dirigía a la antigua casa de los Moore para la orden de pizza. Pero nunca llegó. La policía hará una investigación determinada de lo que pasó. Pero todos sabemos qué fue.

Me quedé estática escuchando lo que había dicho ese hombre: la antigua casa de los Moore. Era el repartidor que vendría aquí pero nunca llegó, en su lugar había venido otro ¿quién era él y por qué tenía el presentimiento de que me habían engañado? O quizás también haya tenido al asesino frente a mi y ni siquiera me había dado cuenta.

Mientras manejaba hacia la preparatoria mi mente estaba en lo que había sucedido ayer: el crimen. El chico repartidor ¿quién estuvo en mi casa entonces? Empiezo a tener muchas dudas sobre este lugar. Parqueé el coche y salí, habían más chicos afuera, pero también estaba el grupo de Konan Mayer. Todos vestían de negro. El grupo constaba de diez chicos quizás; todos eran imponentes y muy pálidos. Parecían los inalcanzables de este lugar.

Acomodé mi mochila y me apresuré a caminar sin que la mirada de esos extraños me afectara.

—¡Liliana! ¡Liliana Stone! —una voz detrás de mí me hizo detenerme en seco y girar. Era un chico quien me llamaba.

—¿Si? —lo miré extraña.

—Hola, —me dice cuando llega hacia donde mí— soy Beto, estoy contigo en el mismo salón.

—No te vi ayer —me rasqué la nuca un poco nerviosa.

Él rió.

Beto era alto y de piel más o menos morena, tenía sus músculos y todo como si hiciera ejercicios todo el tiempo. Su pelo era negro, iba despeinado y tenía cierta barba creciente. Beto no estaba nada mal, era muy apuesto. No entendía por qué me estaba hablando a mi.

—Si, lo supuse. ¿Vamos a clases juntos?

—Si, está bien —acepté de buenas maneras. Me había caído bien. Pero en el momento en que íbamos a girar para reanudar el camino a la entrada, otro cuerpo se interpuso.

—No lo creo, tú vienes conmigo —Konan me toma del brazo de manera brusca y me hace caminar detrás de él.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? ¡Suéltame! —me quise zafar, pero ese chico tenía un agarre muy fuerte.

—¡Mayer! —exclamó Beto detrás de nosotros— Te ha dicho que la sueltes. —el chico se acerca y encara a Konan.

—¿Estas seguro de querer retarme? —le pregunta éste sin siquiera inmutarse.

—No te tengo miedo —respondió.

—Pues deberías. —no sé qué cosas pasaron, pero hubo un silencio y una guerra de miradas en las cuales Beto se desconcertó un poco, para luego darme una última mirada y girarse hacia la entrada.

Konan me hizo caminar detrás de él de nuevo.

—¡Suéltame! —me iba removiendo, pero cuando entramos a la preparatoria me acorraló en los casilleros y me soltó.

Lo miré: estábamos muy cerca.

Su olor de perfume varonil me invadió las fosas nasales, también pude distinguir un olor a bosque. Se sentía bien. La gente que pasaba se nos quedaba viendo.

—¿Qué es lo que quieres y quién te dio derecho a tratarme así? —le espeté. Me sentía como una presa acorralada por su agresor.

Konan sonrió de lado.

—Relájate, Stone, solo quiero hablar.

—Habla entonces.

—Hay una fiesta en el lago esta noche, estás invitada.

Fruncí el ceño en su dirección.

—¿Viste las noticias, Mayer? Hay un asesino en Nashville y tú planeas hacer fiestas. ¿No te parece un poco peligroso?

—No seas miedosa, aquí esas cosas suelen pasar y la gente sigue su vida normal. Te espero en la fiesta esta noche; y no es una pregunta, Stone, si no vas yo mismo iré a tu casa y te llevaré hasta allí.

—¿Quién te crees para tratarme así? —lo quise empujar, pero era inútil porque él es mucho más fuerte que yo. Ni siquiera se inmutó.

Konan acercó su cara a mi cuello, como oliéndolo. Su respiración me provocó cosquillas. ¿Por qué me está oliendo? Este chico sí que es raro. Muy raro.

—Hueles bien —murmuró— No sabes cuantas veces busqué ese olor, y sin previo aviso aquí estás —su mirada volvió a mi— Así que te espero en el lago. —me guiñó un ojo y luego se separó de mi, caminando a pasos despreocupados hacia la salida.

Yo me quedé allí sin saber qué era lo que había pasado y por qué Konan actuaba así conmigo.

—¡Lev! —AmDeli aparece segundos después— ¿Qué fue lo que te dijo Konan? Tal parece que le interesas —sonrió pícara.

—¿Que le intereso? Pff eso jamás —casi me reí. Era tan descabellado lo que me había dicho.

—¿Qué te dijo? —caminamos por el pasillo en busca de nuestra aula.

—Me invitó a su fiesta en el lago.

—¿Qué? —AmDeli se detuvo así que me detuve también.

—¿Qué tiene de malo? —quise saber.

—No tiene nada de malo, sino todo lo contrario. Las fiesta del Konan Mayer son exclusivas, Lev, y el hecho de que él mismo te esté invitando dice mucho. Le interesas.

—No lo creo, Nat, Konan me parece alguien prepotente.

—Si, más o menos pero... —ella iba a decir algo más pero su vista pasó a detrás de mi, a la entrada—: Genial, la única que faltaba.

Volteé a ver hacia la entrada: venían seis chicas haciendo su entrada triunfal, había una pelirroja adelante, tenía el pelo lleno de rizos. Usaba una falda corta, botas de tacón y un top en negro. Wow, era hermosa. Cuando pasó a nuestro lado dejaron un olor un tanto conocido: olían a bosque, a tierra mojada.

Qué extraño.

—¿Quién es ella?

—Te lo dije ayer: Sue Smith, es la ex novia o novia de Konan. No lo sé, yo no sé nada de sus vidas.

Bueno, pero si ella era su novia o ex novia ¿por qué Konan me estaba invitando a sus fiestas? No lo entendía. Y a pesar de todo, en el fondo, muy en el fondo, me sentí nada a la par de esa chica.

—Para el trabajo de matemáticas tendremos que hacer parejas. Son muchos ejercicios y necesito dividirlos. Esto vale treinta puntos así que por favor traten de cumplir todos porque esa calificación ayudará mucho para la nota final. Estamos casi en el ultimo semestre y no se pueden dar el lujo de perder notas —el profesor empieza a explicar lo que vamos a hacer— diré los nombres de los que formarán parejas. Este trabajo es para el lunes de la otra semana así que tienen tres días.

Hoy era Jueves.

Guardé mis libros porque era la última hora ya, mientras el profesor dictaba las parejas y la página de libro que debían trabajar. Me dio lastima cuando a AmDeli le tocó con Beto porque me hubiera gustado hacer el trabajo con ella, pero decidí no quejarme. Sería bueno interactuar con alguien más, ¿no?

—Liliana Stone —lee el profesor— Tiene de la página 209 a la página 215, hará pareja con... Konan Mayer.

Mierda.

Las chicas se me voltearon a ver raro, incluso Sue Smith. Cosa que me hizo sentir incómoda. Pero era solo un trabajo. Sin embargo tendría que ver a Konan todo el fin de semana. No puede ser.

—Eso es todo. Pueden irse.

Todos nos levantamos y buscamos la salida, me encontré a AmDeli en el camino.

—Es el destino, Lev —me dice ella.

—¿Por qué lo dices?

—El hecho de que te tocara con Konan no es coincidencia, normalmente cuando le toca trabajar en grupo siempre, escucha bien, siempre se va con su mismo grupo. Nunca le había tocado con alguien que no sea de él.

Arrugué mi cara dudosa mientras salíamos al pasillo. Si eso había pasado entonces Konan tuvo algo que ver, tenía ese presentimiento y sabía que mi intuición no fallaba. Todo lo contrario, siempre acertaba. Pero mi intuición no vio lo que venía después: dos policías se acercaron a nosotras.

—¿Quién es AmDeli Hills?

—Yo, ¿en que les puedo ayudar?

—¿Liliana Stone? —preguntó el otro.

—Soy yo, ¿hay algún problema, oficial?

—No hay ningún problema, solo les queremos hacer unas preguntas sobre Emmanuel Scar, el repartidor de pizzas que tenía que llegar ayer a su casa pero nunca llegó. ¿Nos acompañan por favor?

Miré a AmDeli y ella a mi, no teníamos nada que perder; sin embargo era consiente de que haber venido a la escuela por nosotras no nos favorecía mucho porque los chismes hablaban de más.

—Está bien —asentí. Las dos empezamos a caminar detrás de los policías. No sabía por qué nos preguntaban cosas a nosotras, sin embargo sabía que ayer otro chico me entregó la pizza y no tenía ni idea de si decirlo o no. Cuando llegamos afuera nos adentramos a la patrulla, antes de que el coche arrancara miré por la ventanilla: Konan y su grupo salían de la preparatoria: él nos vio, pero detrás de él estaba el mismo chico de ayer ¡el que me llevó la pizza! Ese chico llevó su dedo índice a la boca y me hizo señal de silencio.

Sue Smith apareció y se puso a la par de Konan, ella me vio mientras sonreía satisfecha, como si le diera gusto que estuviéramos en esta misma situación.

No sé por qué tenía el presentimiento de que todo esto había sido planeado.

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