October full moon romance Capítulo 8

—Díganme, ¿a qué hora hablaron para pedir la pizza? —el oficial frente a nosotras se sentó en una silla del otro extremo de la mesa. Estábamos en la estación de policía dando nuestra declaración sobre la noche de ayer.

—Eran quizás las siete o ocho de la noche —respondí.

—Así es, después de la preparatoria fuimos a casa de Liliana a ver alguna serie. Su hermana es enfermera y casi está todo el tiempo sola —añadió AmDeli.

—¿A qué hora se fue AmDeli de casa de Liliana? —cuestionó el oficial quien nos hacía las preguntas y anotaba en su cuaderno.

—Como diez de la noche o once me fui de su casa. Estuve en la mía once y cuarto porque desperté a mi madre y nos quedamos hablando hasta las doce —respondió Nat. Todo parecía concordar, pero es que tenía que serlo porque nosotras no habíamos hecho nada. Es decir, solo estábamos cooperando.

—Entiendo. El forense nos dijo que Emmanuel murió tipo nueva de la noche. Encontramos la dirección de Liliana en unos apuntes y es por eso que les estamos haciendo unas preguntas.

—Nosotras le estamos diciendo la verdad, es más, quedamos esperando la pizza pero nunca llegó, ¿verdad, Lev? —sentí que me miró.

Elevé la vista y miré del oficial a ella. Yo sí había recibido la pizza, yo sí había recibido a un chico completamente extraño en mi casa. Y ese chico no había sido Emmanuel. Y es probable que haya sido quien lo mató. Sin embargo recordé al chico con Konan, estaba segura de que me había dicho que me callara.

—Sí —respondí de repente porque me había quedado segundos callada y eso no era bueno— La pizza nunca llegó, oficial —tenía que sonar muy convincente.

—Entiendo. Hemos tenido ciertos casos de animales que asesinan pero éste fue... hay algo que me dice que no fue un animal —nos explica el oficial— es más que eso. ¿Le molestaría revisar su casa, Liliana? —me pregunta.

Tragué grueso porque era una mala idea. Estará Lara y me preguntará sobre todo lo que está pasando; además de que encontrarán restos de pizza e incluso la caja en donde está la imagen en donde trabajaba el chico. Es muy malo porque se ve muy mal para mí. Debí de haber dicho la verdad. Nada más que la verdad y ahora estaba en problemas.

—¿Mi casa? —dudé un poco. No podía creer que esto me estuviera pasando.

—Así es, ¿tiene algún problema con eso? —me preguntó.

—Para nada —reí.

—Entonces vamos.

Los tres nos pusimos de pie, buscando la salida. El lugar estaba lleno de policías, y ciertas personas denunciando a gente o algún robo.

—¿Hay algo que no me hayas contado? —me preguntó Nat a lo bajo mientras caminábamos detrás del oficial.

—Luego te cuento, Nat —le respondí en un susurro.

—Cuéntame ahorita, Lev.

—Ayer después de que te fuiste llegó un chico con la pizza —le dije.

—¿Es en serio?

—Sí, pero hoy me di cuenta de que era un chico del grupo de Konan y él me hizo seña de que no dijera nada. Esos chicos parecen peligrosos.

—No puede ser, pero ¿dejaste evidencia de la pizza en tu casa?

—Eso creo. Y es lo que me tiene nerviosa.

Salimos del lugar y nos montamos a la patrulla de nuevo. El oficial se montó junto con otro oficial y arrancaron, íbamos directo a mi casa.

—Estamos perdidas, Lev —me dice—, ¿y ahora qué hacemos?

—Espera, quizás Lara ya las arrojó a la basura.

—¿Y crees que no revisen la basura? —inquiere.

Tragué grueso porque las probabilidades para mí eran nulas, no existía una salida. Todas las posibles soluciones parecían no servir. Mejor hubiera dicho la verdad ¿por qué protegería a ese chico si ni siquiera lo conozco? Si encuentran algo en mi casa y me quieren inculpar tendré que decir la verdad.

Al llegar a casa, salimos de la patrulla y nos dirigimos a la entrada.

—Mi hermana tiene que estar aquí —les dije, tocando el timbre.

—Pero eso no es todo, Lara —ahora fue mi turno de hablar— Después de que Nat se fue alguien me tocó la puerta: era otro repartidor, con la pizza. Pero ahora me di cuenta de que no era un repartidor sino un chico de la preparatoria. Y ellos... son peligroso creo porque quieren que no diga nada.

—Liliana —mi hermana se compadece de mi— Eso es grave, ¿te están amenazando?

—No lo sé, lo sentí así.

—Por Dios, ¿en qué pueblo nos vinimos a meter? —se lleva su mano a la boca.

—¿Tiraste los restos de la pizza? —preguntó AmDeli.

—Así es —respondió— Pero están en la basura.

Las tres nos dimos una mirada rápida para después salir corriendo a la ventana. Los oficiales no se habían ido aún, estaban viendo la casa y, en eso, uno de ellos mira el bote de basura que está cerca de la patrulla.

—No puede ser —expresamos las tres en unísono.

El oficial se empezó a acercar a la basura, estábamos heladas y súper nerviosas porque las tres habíamos mentido, bueno, excepto AmDeli porque ella sí tenía su cuartaba. Y Lara tampoco porque ella solo les dijo que con una orden podían entrar. Aquí la única que había mentido había sido yo.

Cuando el oficial estuvo a punto de abrir la basura otro coche negro apareció por la carretera y se estacionó frente a mi casa. Eso hizo desconcentrar a los oficiales de la basura y poner atención al coche. De él se bajó Konan Mayer, caminando despreocupado hacia ellos.

—¿Quién es él? —preguntó mi hermana.

—Konan Mayer —respondió Nat.

—¿Mayer? Como el director del hospital Frank Mayer. —dijo ella.

Konan habló algo con los oficiales, algo que no podíamos entender. Los oficiales asintieron para después subirse a su patrulla, arrancaron y se fueron. Yo no sabía qué había pasado o qué les había dicho para que ellos se fueran así. Segundos después Konan abre la basura, saca la caja de pizza y la mete en el asiento copiloto de su auto. Cierra la puerta, nos lanza una mirada hacia la ventana como si supiera que aquí estábamos y luego se monta en el asiento principal, arranca y se va.

Nosotras nos quedamos allí, mirándonos entre nosotras sin tener una mínima idea de lo que había pasado.

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