Por alguna extraña razón pensé que todo esto sería sencillo. Tan sencillo como llegar, tomar una habitación en el edificio comunal para humanos y luego tomar un par de trabajos al día.
Pues no. Había todo un protocolo para entrar en la manada y Edson amablemente me avisó con anticipación para que no muriera en un ataque de pánico. Jodido Edson y su sentido del humor retorcido.
-Ahora, solo tienes que expresarle al Alfa que quieres estar aquí y trabajar para nosotros, que no causarás problemas, que no es tu intención emparejarte con ningún lobo y que guardarás cualquier jodido secreto de nuestra especie y de nuestra manada que llegues a descubrir en tu tiempo aquí. – Dijo mientras cargaba a su pequeña sobrina dormida y me llevaba rumbo a la Casa de la Manada. – Tienes que hacerle una declaración más o menos igual en un año para que te permita seguir por aquí; tendrás un periodo de prueba de seis meses. No te preocupes, porque técnicamente trabajarás bajo mi cargo directo así solo yo seré el lobo encargado de vigilarte.
-De acuerdo. – Dije tomando una respiración profunda. - No estoy lista para nada.
El lobo solo se rió.
De forma milagrosa los lobos guardias de la Casa de la manada no fruncieron sus ceños al acercarme ni hicieron comentarios despectivos sobre mi especie al verme entrar. Era un buen cambio.
Y, ahora que lo pensaba, nadie de los lobos con los que nos habíamos cruzado había sido grosero conmigo mientras caminábamos en esta dirección.
-Ahora, entraré primero para darle un reporte rápido a mi Alfa y luego podrás entrar. – Dijo acomodándose mejor a su sobrina para que estuviera firmemente recargada sobre su hombro. – No te muevas.
Yo me quedé quieta en una especie de sala de espera. Me pregunté vagamente si habría alguna forma de conseguir algo de ropa sin utilizar dinero, luego me distraje admirando mi alrededor.
La Casa de la manada era menos lujosa que la del Alfa Bastian, pero de alguna forma se sentía más… hogareña.
Pasaron alrededor de diez minutos antes de que Edson asomara la cabeza y me dijera que entrara. Con nerviosismo, me levanté rápidamente y lo seguí dentro de la oficina del Alfa.
Un lobo ya entrado en años me miró fijamente sin pestañar y yo me sentí un poco incómoda.
-Edson dice que quieres vivir en nuestra manada un tiempo y trabajar para nosotros.
-Eso es correcto, Alfa. – Dije inclinando mi cabeza en un gesto respetuoso. – No he venido para buscar emparejarme y tampoco busco causar problemas. – Dije recordando las instrucciones que me dio Edson más temprano.
-Eso es bueno. – Dijo sin expresión en la voz. - ¿Por cuánto tiempo has sabido de nuestro secreto?
-Poco más de un año, señor.
-¿Cómo lo descubriste? – Dijo estrechando sus ojos.
-Algunos lobos de transformaron delante de mí.
Hubo silencio en la habitación antes de que el Alfa exhalara con un suspiro suave.
-¿Cuál es tu nombre?
-Rose. – Dije en tono bajo.
-Bien, Rose. Edson me ha dicho que eres una humana bastante… capaz; de hecho, que uno de mis mejores guardias ponga su reputación en juego por ti me causa mucha curiosidad. – Dijo mirándome de arriba abajo. No fue una mirada lasciva, por lo que solo me sentí incómoda brevemente. - ¿Qué estuviste haciendo durante el año en el que te enteraste de nuestra existencia.
-Estuve limpiando la Casa de la manada de Bastian Crow. – Dije tranquilamente mirándolo a los ojos.
Él estrechó sus ojos antes de seguir con el interrogatorio.
-Supongo entonces que tú eres la rumoreada humana mascota de Bastian. – Dijo pensativo y no pude evitar encogerme un poco ante el término “mascota”. – De acuerdo, prueba tu valor en el siguiente mes y te permitiré trabajar en mi manada por el tiempo que quieras.
Luego nos despidió de su oficina.
-Gracias, Alfa. – Dije inclinando mi cabeza de nuevo antes de irme.
Ese lobo no me había hecho nada, así que no tenía por qué ser grosera con él.
Salimos de la Casa de la manada y Edson me hizo un gesto para indicarme que lo siguiera por el pueblo. Lobos y su necesidad de vivir en medio del bosque.
Lo seguí obedientemente mientras él se dedicaba a saludar a cada una de las personas con las que nos cruzábamos. No demasiado pronto llegamos a una cabaña que no se distinguía de las otras y me invitó a pasar. Yo lo hice agradecida ya que mi energía se había agotado mucho antes de que llegáramos a la manada.
-Puedes dormir en la habitación de invitados Rose, parece que estás a punto de desvanecerte. – Me dijo suavemente guiándome hacia una de las cuatro puertas de su casa. – Descansa y más tarde hablaremos.
-De acuerdo, gracias. – Dije entrando a la habitación y cerrando la puerta suavemente.
Ni siquiera me tomé el tiempo suficiente para quitarme los zapatos, simplemente colapsé sobre la cama en el centro de la habitación.
-¿Rose? ¿Estás bien?- Preguntó una suave voz cerca de mi.
Abrí con mucha dificultad uno de mis ojos antes de saltar y caer de bruces en el suelo.
-Auch.
-¡¿Qué fue ese ruido?! – Dio Edson entrando al cuarto ya con los colmillos afuera. – Uh…
-Rose se cayó de la cama. – Dijo Amanda señalando lo evidente.
-¿Y qué estás haciendo aquí, cachorra? – Dijo Edson relajando su postura.- Te dije que la dejaras descansar.
-Iba a la cocina cuando la escuché gemir de dolor. – Dijo Amanda mirándome preocupada. – Pensé que necesitaba ayuda.
-No es nada, es algo que me pasa mientras duermo. – Dije enderezando mi cuerpo en el suelo y gimiendo. – Yo no me curo igual de rápido que ustedes y me temo que aun tengo heridas bastante frescas. – Dije tocándome la cabeza. – Duele.
-¿Necesitas algo para el dolor? Podríamos visitar la clínica. – Dijo Edson analizando mi cara.
-No es necesario, sobreviviré. – Dije con convicción mientras me apoyaba en la cama para levantarme. Amanda corrió a ayudarme. – Muchas gracias, cariño. Además, no tengo dinero para pagar por los servicios de la clínica.
Ambos me miraron sin comprender, pero fue Amanda quien preguntó.
-Bien, ¿Qué te parece los setenta y cuatro dólares, el dulce, la cena y la historia completa?
-Lo tienes. – Dijo tomando en brazos a la cachorra para pasármela.
Me hizo ceñas para que lo siguiera hacia la puerta y yo fui obedientemente después de darle a Amanda mi bastón para que lo sostuviera mientras caminaba a un paso más lento.
Entonces abrió la puerta y una loba con escasa vestimenta lanzó una encantadora sonrisa a Edson.
-Hola Ed. Pasaba por aquí y quería ver si te apetecía repetir lo de…
-Tengo compañía. – Dijo muy serio y luego señaló en mi dirección.
La loba cambió su punto de enfoque hacia mí y hacia la cachorra que no paraba de gruñirle.
-Puedes decirle a la niñera que se vaya por algunas horas y listo. – Dijo sin darme importancia.
-¿Parezco niñera? – Pregunté a la cachorra en mis brazos para intentar distraerla.
Funcionó parcialmente.
-Las niñeras que el tío Ed contrata usan menos ropa. – Dijo dándome un vistazo clínico.
Yo alcé las cejas en dirección al lobo en cuestión y este solo se encogió de hombros sin avergonzarse.
-No es mi niñera, Bianca, ella es la chica con la que planeo hacer cosas divertidas por los siguientes meses. – Dijo muy seguro de sí mismo.
Amanda dejó de gruñir y me miró interrogativamente.
-No puedes estar hablando en serio. – Dijo Bianca frunciendo el ceño. - ¿Prefieres revolcarte con una humana antes que conmigo?
-Que vulgar.
Las cabezas de tres lobos se giraron en mi dirección y no entendí el por qué hasta que me di cuenta de que lo había dicho en voz alta.
Con mucho cuidado bajé a Amanda de mis brazos y tomé mi bastón. Me coloqué delante de ella y miré fijamente a la loba.
-¿Me acabas de llamar vulgar, humana? – Preguntó posicionándose para atacar.
Por supuesto que sabía que lo haría, después de todo, mi tiempo con Clarissa aun estaba fresco en mi memoria. Sabía que las lobas estaban locas y atacaban ante la menor provocación.
-Si van a pelear, háganlo afuera y no en mi sala. – Dijo Edson divertido. – Me “revolcaré” con la que gane.
-Como quieras, es su funeral. – Dijo Bianca lanzándome una sonrisa con muchos dientes. – Sal a jugar, humanita.
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