¡Papá compró una humana! romance Capítulo 7

Lo primero que hice después de tranquilizarme fue salir del gimnasio y dirigirme hacia la oficina de Rowan.

En mi tiempo aquí me había enterado de que el tipo era algo así como la niñera, contador, ejecutor, manicurista… en fin, todo lo que pudiera necesitar Bastian. Así que estaba segura de que él podría decirme lo que necesitaba saber.

-Adelante. – Dijo su voz al otro lado de la puerta cuando toqué suavemente.

Abrí y me encontré con el lobo sentado frunciendo el ceño leyendo cualquier cosa que tuviera adelante. Levantó la vista hacia mí y me miró con curiosidad.

-Hola, Rose. ¿Se te ofrece algo?

Dentro de la manada solamente Chase, el señor Fred y Rowan me llamaban por mi nombre; todos los demás me llamaban “humana” a secas o “humana” con algunas variaciones sobre mi higiene personal, mi aspecto o mi lugar en la cadena alimenticia.

A Rowan no podía considerarlo un amigo, pero al menos tenía educación y me hablaba como si ser humano no fuera como crecer entre desechos y enfermedades venéreas.

-De hecho si. – Dije entrando finalmente a la habitación.

Me hizo una seña con la mano para que tomara asiento frente a él. Hablé antes de perder el valor.

-Quisiera preguntarte si de casualidad llevas la cuenta de cuánto dinero le debo al Alfa Bastian.

Alzó las cejas antes de hacer su silla hacia atrás y abrir uno de los cajones de su escritorio. Sacó un grueso tomo de papeles y comenzó a ojearlos hasta sacar cuidadosamente uno y pasármelo.

-¡A la m****a! – Exclamé sorprendida.

Era una copia de un contrato de compraventa por la cantidad de novecientos mil dólares. Dudaba que con mi humilde sueldo de esclava de la limpieza hubiera terminado de pagar ni un tercio de esa cantidad por el tiempo que llevaba aquí.

-Seiscientos dólares a la semana. – Dijo sacándome de mis pensamientos. Yo lo miré confundida. – Es lo que reduzco de tu deuda por tu trabajo en la Casa de la manada. Y antes de que comiences a hacer la cuenta mental, llevas un poco menos de cincuenta mil dólares pagados.

Y yo que pensaba que me habían vendido por esa cantidad… ¡Qué ilusa!

Mi plan de venir aquí y no sentirme culpable por irme estaba hecho añicos. No podía irme debiendo aun ochocientos cincuenta mil dólares, pero quedarme aquí los próximos treinta años limpiando para saldar la deuda era demasiado. ¿Por qué no pregunté desde un principio cuánto debía?

-De… acuerdo. – Dije regresándole el papel con mi mano temblorosa. - ¿Crees que exista una forma de conseguir un segundo trabajo?

-Tendrías que preguntarle al Alfa. – Dijo rascándose el mentón. – No puedo darte otro trabajo sin su autorización.

-No puedo hacer eso. – Dije cerrando los ojos frustrada mientras me recargaba por completo en el respaldo de la silla. – Tuvimos una pelea.

Hubo silencio así que abrí un ojo para ver su expresión sorprendida.

-Uh…

-No tienes que decir nada. – Dije volviendo a cerrar el ojo. – He sido expulsada del territorio y, de todas formas, un segundo trabajo probablemente no pagará lo suficiente. Como sea, ¿Puedes solo escribir un número de cuenta para depositar mi deuda? No creo poder saldarla a corto plazo pero…

Abrí los ojos para encogerme de hombros. No estaba segura si había otra cosa qué decir.

-Por supuesto. – Dijo lentamente y cogió un post it para garabatear un par de números, un nombre y un número telefónico antes de extender el papel hacia mi. – Puedes llamarme en cualquier momento si algo pasa.

Yo parpadeé por su repentina amabilidad.

-Gracias. Supongo que estaré en contacto. – Dije levantándome y dirigiéndome hacia la salida.

-Rose.

Yo me detuve pero solo volteé ligeramente mi cabeza.

-¿Si?

-¿Te dijo que tenías que salir de la manada de inmediato? – Preguntó cuidadosamente.

-No, él dijo que no me quería aquí mañana.

El lobo suspiró.

-¿Te gustaría que prepare un auto que te lleve a la ciudad humana más cercana?

-Eso sería… si, por favor. – Dije y seguí mi camino para que no viera que su suave pregunta había tocado algunos nervios sensibles. – Ten una buena vida, Rowan.

Cerré silenciosamente la puerta y guardé el número en el bolsillo de mis pantalones.

-¿Y qué harás?

-Irme de aquí, también me echó de su territorio.

Suspiré. Me seguía preguntando cómo m****a iba a pagarle a Bastian ochocientos cincuenta mil dólares y vivir por mi cuenta en el mundo humano.

-¿De verdad?

-Si. Tengo hasta mañana para que mi inmunda humanidad deje de ofender su delicado sentido del olfato. – Murmuré malhumorada. – Rowan se ofreció a conseguirme transporte a la ciudad humana más cercana.

-Cancélalo. Yo te llevaré. – Dijo serio y yo lo volteé a ver.

-No quiero regresar a la casa de la manada para cancelarlo. – Dije con un pequeño puchero.

-Bien, entonces te acompañaré en el camino.

-¿Por qué? – Pregunté curiosa.

-Porque quiero que llegues a salvo a la ciudad humana. – Dijo suavemente. – En cuanto sepa que estarás bien, regresaré. De todas formas no es como que tenga nada mejor que hacer mañana. – Dijo levantándose de su silla y guardando su figura de madera. – Te veo mañana por la mañana.

Una sensación cálida me invadió antes de que mi cerebro terminara de registrar lo que me había dicho.

-¿Uh? – Pregunté confundida. - ¿A dónde vas?

-Lejos de aquí. Quizá al Lugar Seguro.

-¿Por qué?

-Porque todos los lobos queremos encontrar con quien aparearnos esta noche. Enciérrate en tu habitación y no salgas hasta mañana. – Dijo y luego salió de la cabaña.

Mi cara debía de tener al menos diez tonos de rojo. Bueno, yo le pregunte después de todo.

Tomé algunas provisiones y luego bajé al sótano para encerrarme con los tres candados que tenía el lugar. El señor Fred era muy amable y me dejaba tomar prestados sus libros, así que leí por las siguientes horas hasta quedarme dormida con los aullidos lejanos de los lobos en el bosque.

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