Roger
Me alejo completamente de mi vecina, la que me dije ignoraría, paso una mano por mi cabeza mientras con la otra sostengo mi cámara y sé que me comporté como un bastardo, pero no quiero hablar absolutamente nada sobre lo que sucedió anoche o lo que ella pensaba que sucedió porque después de besarme y vomitarme no hubo nada más.
Entro en casa para preparar el desayuno, dejo la cámara sobre la mesa. No sabía que era lo que iba a encontrar realmente ahí fuera o si algo llamaría lo suficiente mi atención, pero conseguí sacar nuevas fotografías, fotografías bastante bonitas en realidad.
Termino de colocar las tostadas sobre la mesa, la leche caliente también es colocada sobre la mesa antes de que camine hacia el cuarto de Amy. Mi hija duerme plácidamente sobre su cama, me acerca ella dudando si debería o no despertarla, pero sé que si no lo hago se enfadará.
Amy ama despertar temprano, adora disfrutar del día todo lo que puede, una cosa que definitivamente aprendió de mi madre. Pensar en mi madre me atormenta, así que alejo sus pensamientos de mí para levantar a mi hija.
Mi niña me sonríe, apenas despierta, la beso cariñosamente en su mejilla antes de enviarla a tomar una ducha mientras coloco su ropa sobre la cama. Me voy a mi propia habitación para buscar algunos lentes que me gustaría probar más en la mañana para sacar unas fotografías y cuando regreso a la mesa de la cocina donde mi hija ya está sentada.
—¿Cómo dormiste cariño?
«Bien»
Respondo de manera simple para que pueda entenderlo, paso una mano por su cabello antes de tomar mi propio desayuno mientras reviso los lentes de las cámaras. Mi hija suspira llamando mi atención, su mirada sigue en su plato, pero comprendo perfectamente su actitud.
—¿Sucede algo? — toco ligeramente su cabello para llamar su atención — ¿Necesitas alguna cosa nena?
Mi hija niega, señala hacia la ventana con la mirada directamente en mí, sé lo que quiere decir, pero no pienso hablar con ella de esto. No cuando sé que va a terminar convenciéndome y no quiero tener nada más que ver con esa mujer, por el bien de todos.
Mi hija suspira una vez más cuando niego, la veo hacer un puchero antes de ponerse en pie. La sigo tomándola cuidadosamente de uno de sus brazos. Ella me mira con enfado.
—Termina tu desayuno — señalo la mesa — y no te enfades, sabes que no me gusta.
Mi hija comienza a mover sus manos con prisa, no entiendo casi ninguna de las palabras que me dice y esto parece cabrearla un poco más porque me saca la lengua antes de correr hacia su cuarto azotando la puerta con molestia.
Mi cabeza duele, me digo que apenas ha empezado el día y ya he discutido con dos mujeres o mejor dicho ellas han discutido conmigo. Regreso a la mesa después de tomar la cámara. Mis ojos se fijan en las fotografías que tomé. Las paso rápidamente antes de detenerme en la última foto.
El sol está saliendo tras ella, su cabello se mueve ligeramente por la brisa y puedo notar sus ojos perfectos bañados de ese azul tan delicado mirar directamente hacia el lente, sus mejillas están sonrojadas. Sus labios entreabiertos en una pequeña O que solo la hace lucir más encantadora y justamente por eso maldigo.
Chasqueo mi lengua tratando de dudar si debería o no eliminar la fotografía, pero decido no hacerlo después de aceptar que es una foto muy buena, de hecho, la mejor de todas las que tomé en todos estos meses.
—No quiero hablar con nada y prefiero que no se lo digas a nadie, el que estoy aquí.
—Por supuesto que no lo haré — responde sentándose sobre el sofá — siempre y cuando lleguemos a algún… ¿Trato?
—¡No hay tratos a sí que márchese!
—No quiero nada más que trabajar con usted — me dice — verá, mi amiga, Lulú es una excelente pintora y creo que una mezcla de ambos trabajos haría todo un éxito la próxima exposición.
—No trabajo con nadie, ni siquiera tengo una agenda de proyectos, esto no es una profesión, al menos ya no.
—Pues debería pensarlo un poco más — sonríe — Lucía es un poco huraña, pero si la mando a hacer un trabajo cumple.
—¿Lucía?
—Sí, su vecina, ¿No sabes que pinta?, es de las mejores, así que es un excelente trato, por favor piénsalo — se pone en pie — iré a verla un rato, llámame cuando tenga la respuesta.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!