Lucas
Las cosas se han salido de control sinceramente, no puedo negar que jamás imaginé mentirle a mi madre de esta manera, pero no podía hacer nada más cuando vi la situación en el baño.
—Luc me acompañas a llevar a Welly a hacer sus cosas.
—¿No puedes esperar a llegar a tu casa?
—No, Lucas, vamos fuera ahora.
Suspiro, me pongo en pie mientras Beatriz me mira con temor cuando me pongo en pie, pero mi madre sonríe llamando su atención una segunda vez.
—Vuelvo en unos minutos y nos iremos.
—Vale…
Susurra ella mientras me marcho junto a mi hermana y su feo perro que no deja de gruñirme. Lucía me hace caminar unos cuantos minutos antes de que el animal se detenga en un arbusto cerca de los dos.
—-¿Qué estás haciendo Luc? — me reprocha al instante — ¿Cómo eres capaz de decirle a mamá que esa chica está esperando un bebé tuyo? — niega — estás pasando la línea claramente.
—No podía hacer nada más — respondo — estoy igual de arrepentido ahora, pero no puedo ir ahí dentro y decirle a mi madre que todo es una mentira — la miro — ¿No crees que eso solo sería peor?
—Sé que sería un problema, pero estás mintiendo sobre un bebé que pasa si el padre aparece—cuestiona—tienes alguna idea de cómo podrían terminar las cosas si esa chica decide aprovechar esta oportunidad y tomar el premio gordo.
Ella me señala después de chasquear su lengua, la miro molesta de que piense de esa manera, pero no puedo meter mis manos al fuego porque realmente no conozco a Beatriz. Pero siento que debo defenderla de algún modo porque ella está aquí por ayudarme.
—Estoy seguro de que encontraré un modo — respondo — por ahora solo mantengámonos las cosas así, tengo tiempo de pensar.
—¿Tiempo? — mi hermana suspira — Lucas, no hagas a mamá sentirse mal, no voy a formar parte de esto si le causas tanto dolor.
—No voy a hacerle daño a mamá Lulu, te lo prometo.
—No lo sé Luc, esto es demasiado importante, ella cree que esa chica tiene un bebé tuyo en su vientre.
—Lo sé, lo sé y te prometo que voy a arreglarlo de alguna manera en la que todas las partes salgan bien paradas, ayúdame como acordamos Lulu.
—No lo sé Luc yo…
—Te compraré ese columpio que querías en el jardín — sonrío — además tú también viste lo feliz que está mamá, eso te da más tiempo — le recuerdo — y sabes muy bien a lo que me refiero.
Mi herma niega, me abraza como solía hacer cuando éramos niños y sé que es difícil para ella todo esto, pero mi madre no la va a dejar pasar el resto de su vida sola en una cabaña.
Ella asiente, conduzco en silencio hasta la ciudad y cuando pasamos por una pequeña tienda me detengo. Beatriz me mira confundida, pero le pido esperar en el auto antes de bajarme. Busco en los estantes de la tienda algunos caramelos para ella.
Termino comprando unos seis paquetes junto a un poco más de helado, ya que su suministro estaba a punto de acabar esta mañana. Me di cuenta de ello hoy en la mañana cuando fui a buscar algo de beber.
Después de pagar rápidamente en la caja salgo de la tienda, dejo las bolsas sobre el regazo de la mujer a mi lado y puedo ver la curiosidad en sus ojos cuando los abre.
Mis ojos se quedan en ella, su mirada se aleja del contenido de la bolsa. Su barbilla tiembla mientras me observa y veo el momento exacto en que sus ojos se humedecen.
Las lágrimas corren por sus mejillas, sorbe por la nariz mientras mi corazón se desborda por la necesidad de cuidarla. Ella pasa una mano por sus ojos para limpiarlos, pero antes de que pueda hacerlo tomo su mano. No sé qué estoy haciendo realmente, pero tampoco puedo detenerme.
Me inclino sobre ella, beso ligeramente a sus labios antes de limpiar sus lágrimas. Ella parece en shock cuando me parto, pero se inclina sobre mi cuerpo y deja un diminuto beso sobre mis labios.
Ambos nos miramos, el ambiente en el auto ha cambiado y no sé qué decir o cómo reaccionar realmente porque esta chica me confunde, me preocupa. Me hace sentir de un modo que no puedo detenerme, aunque sé que no me conviene sentirme así.
—Vamos a casa — digo carraspeando — y sobre este beso , nosotros…
—Creo que no deberíamos hablar de eso — musita ella alejando su mirada de mí — yo… No sé qué me pasó, pero esto no está bien.
Me quedo en silencio cuando la veo sujetar nerviosamente su rosario, prendo el auto antes de conducir el resto del camino a casa, pensando que quizás lo que ella dijo sea lo mejor.
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