¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 15

Lizbeth

Trato de centrar mi atención en los niños sentados a mi lado para no sentirme fuera de lugar o mejor dicho incómoda. La mujer frente a mí me mira, no puedo creer que esa mujer que no me conoce de nada tan descortés como para decirme que iba tras el dinero de su hijo.

Corto un poco del bistec en mi plato ignorando el hecho de que a pesar de que estoy haciendo esto por los niños, también he ido tras el dinero de Jeremías. Lucia trata de tomar su vaso de agua y me apresuro a ayudarla.

La mirada constante que viene desde el otro lado de la mesa me hace carraspear. Termino de ayudar a la niña para que continúe comiendo antes de acariciar cariñosamente la cabeza de Lucas. Cuando la mujer del otro lado de la mesa carraspea alzo mis ojos en su dirección.

—¿Y dígame, señorita? — la forma en que dice esas palabras no me agrada — a qué te dedicas exactamente…

—Estoy terminando mis prácticas para ser psicóloga, especialista en trastornos infantiles — tomo mi copa de vino incómoda — ¿No le parece bien?

—No, no me parece bien — gruñe — ¿Por qué metes a una mujer sin un trabajo fijo en la vida de mis nietos?

—Madre, ella tiene un trabajo fijo — comenta Jeremías — trabajará en nuestro hospital después de terminar sus prácticas, así que por favor deja de decir esas cosas.

—Bien—la mujer vuelve a mirarme — ¿Qué edad tienes? — me cuestiona — ¿Piensas tener un hijo para amarrar a Jeremías o tienes otro plan?

—¡Madre! — mi esposo trata de mantener la voz calmada, pero su mirada demuestra que no lo está — deja de cuestionarla, no vez que trata maravillosamente a mis hijos, eso es lo importante.

—Jeremías tiene razón Lau — el tío de mi esposo intercede — no sabemos nada de esta chica que parece encantadora, no debes juzgarla así.

Mi suegra me mira un momento, más sus ojos pasan de mi rostro hasta sus nietos y toma su propia copa de vino para beber. Vuelvo a concentrarme en mi plato cuando ella no dice nada más. El ambiente incómodo sigue moviéndose alrededor de la mesa por el resto de la noche. Después de servir el café para los adultos y un ligero postre para los niños, mi marido se marcha a la oficina con su tío.

Me quedo a solas con mi nueva suegra en la sala de estar, paso una mano por mi rostro mientras me ocupo de jugar con los chicos para entretenerlos. Mi suegra carraspea sentándose en el sofá junto a mí. Se cruza de brazos con suficiencia antes de hablarme una vez más con firmeza.

—¿De verdad estás cuidando bien a mis nietos? — achica sus ojos en mi dirección — no sé si lo sabes, pero ellos sufrieron unos momentos muy oscuros hace un tiempo y no quiero que una relación sin futuro o con un oscuro objetivo en medio.

—Señora, no estoy haciendo esto con ningún motivo más allá que el de ayudar a los niños — soy sincera en esta parte — me encariñe con Lucas antes de realmente conocer a Jeremías.

—No puedo creer eso, pero voy a hacer lo que dijo mi cuñado y esperaré a ver como van las cosas muchacha, pero créeme, si haces algo que perjudique a mis nietos, no vas a ser capaz de levantar cabeza en tu vida, ¿Entendido?

Hago mis manos, un puño, me digo a mí misma que definitivamente tengo una mala suerte con mis suegras o simplemente debo aceptar que todas estas mujeres se creen las reinas del mundo. Me pongo en pie tratando de sonreírle cuando lo único que quiero es mandarla al demonio por su actitud.

—Le prometo que lo último que quiero es hacer más difícil las cosas para sus nietos, así que por favor si me disculpa voy a ocuparme de ellos porque me necesitan — tomo a Lucía en brazos antes de hacerle un gesto a Lucas para que me dé su mano — tenga buen anoche.

Ella no dice nada, me da un rápido beso en la mejilla antes de meterse a la cama y una vez la tengo lista para dormir me cercioro de que Lucas suba a la suya también. Arropo al pequeño antes de intentar irme de su lado, pero él me lo impide tomando mi mano.

—¿Puedes quedarte hasta que me duerma mamá? — él me mira con anhelo en su mirada — no quiero quedarme solo en la oscuridad.

No puedo negarme, me siento al borde de la cama infantil del niño que sigue sujetándome del brazo. La niña de la cama contigua sube a la cama de su hermano también. Me descalzo rápidamente antes de acostarme en medio de los dos dentro de la demasiado corta cama para mi cuerpo adulto.

La niña me abraza con sus manitos mientras Lucas la imita y miro las estrellas brillantes en su habitación. Acaricio el cabello de los pequeños niños mientras comienzo a tararear alguna canción que solía cantarme mi madre cuando era niña.

Me digo que incluso si su padre es molesto o si puede que en algún momento las cosas terminen, estos niños merecen tener una madre o al menos alguien que haga ese papel para ayudarlo.

El cansancio se mueve lentamente por mi cuerpo. El calor de los pequeños niños me rodea, el aroma dulce de la niñez me abraza llenándome de calidez. Puede que haya pasado malos momentos y puede que haya perdido la fe años atrás, pero cuando en mis sueños regreso a ese amargo momento de mi vida donde perdí el objetivo de mi vida.

Me digo que de esto es de lo que hablaba mi madre durante mis propias terapias, quizás esta es la razón de que encontrara un nuevo propósito. Estos niños me necesitan, yo los necesito también y sé que no tendré mayor gratificación para mí misma que verlos sonreír mientras los ayudo a salir de cualquier trauma que hubiesen vivido…

—No puedes dormir aquí

Escucho una voz masculina entre mis sueños, parpadeo ligeramente mientras siento mi cuerpo ser elevado de la cama y llevo mis manos hacia el cuello de la persona que me está tomando en sus brazos. Cierro mis ojos sintiendo que las pesadillas que he estado reviviendo se alejan con cada paso de este ángel que me lleva a algún lugar, lejos del dolor o los malos recuerdos.

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