Lucía
Miro a Raquel tratando de entender que es lo que realmente está pasando con mi vecino de enfrente. Ella saca un cigarrillo de su bolsa con fastidio mientras la miro con disgusto y esperando una respuesta.
—¿Qué? — alza una ceja — , volví a fumar hace unos meses, me sacas canas verdes de vez en cuando así que me dije que fumar no sería lo que me mataría.
—Sabes que no quiero que me expliques eso — niego — más bien quiero saber que estás haciendo o quieres hacer con mi vecino, quién es, porque lo acosaste de esa forma.
—Oh, porque no vas y le preguntas por tu cuenta — me dice prendiendo el cigarro — ¿Tienes algún cenicero?
—No — respondo — dime que va todo esto, Raquel.
Mi amiga camina hacia la ventana, la abre y se sienta en el borde de está dando una gran calada a su cigarrillo. Coloca sus ojos en blanco cuando ve que no me he movido un centímetro.
—Digamos que es un artista, quiero una exposición mixta y quizás que pintes alguna de sus… — mira a otro lugar — fotografías.
—¿Qué has dicho?
Cuestiono sentándome en el sofá incrédula, mi amiga asiente antes de buscar alguna cosa en su móvil. Apaga su cigarrillo antes de caminar hasta mí y entregarme lo que parece un artículo en una revista bastante conocida de arte.
—Su seudónimo es RJ, realmente nunca pensé que lo vería en persona porque es un completo ermitaño justo como tú, pero resulta que vive justo a tu lado, ¡No crees que es una señal del destino!
No respondo, mis ojos están enfocados en la fotografía bajo el artículo que no es más que un mar de elogios hacia su trabajo. Tengo que admitir que sin duda tiene un encanto particular, o al menos las fotos en el artículo, pero sigue siendo increíble que él realmente sea un fotógrafo.
—¿Crees que tienes algún tipo de fetiche? — alzo mis ojos ante esas palabras — ya sabes primero don innombrable y luego tu vecino sexy.
—Mi vecino sexy no es nada más que mi vecino — mascullo — y no es sexy, ni siquiera me gusta.
—¿Estás segura de eso? — mi amiga alza ligeramente la comisura de su labio — Te conozco Lulú, vi como lo miraste y si quieres mi bendición la quiere.
—No necesito y no quiero tu bendición y mi vecino no me gusta, me irrita.
—Si así te quieres engañar, bien por ti — guarda su encendedor en la bolsa — me marcho, hazle algo de comer a la niña y llévala a casa con algo para su papi, también puedes tener sexo con él — me dice — también te miró como un lobo a un corderito así que ganas te tiene y créeme lo mejor que podría pasarle a tu carrera es colaborar con él — sonríe aún más—ya sabes es como si tú fueras DiCaprio y el Spilver — me guiña antes de caminar hacia la puerta — un solo trabajo juntos y estás en las ligas Vip del arte.
—No necesito eso, estoy muy bien donde estoy.
—Cariño, tienes que ser más optimista, más inteligente también — se despide con la mano — tienes camarones en la nevera, quizás un cóctel de mariscos sea una buena idea.
—No voy a llevarle nada, no quiero andar con él.
El timbre de la puerta suena, camino hasta ella sabiendo quién es y me encuentro con el rostro de mi vecino, recién duchado al parecer por el agua que humedece aún su cabello. No puedo dejar de captar el aroma de su colonia para después de afeitar.
—Vine por mi hija y solo me duché porque hice algunas cosas en casa.
—Claro — lo miro por unos minutos — yo aún no me baño, pero hice la cena.
—Tampoco pregunté.
—Lo sé, es solo que… —resoplo haciéndome a un lado — solo entre y coma también, hice mucha comida.
—No gracias, no quiero molestar — cierro mis ojos molesta — no lo hace, así que por favor solo venga dentro.
—Bien — refunfuña — pero que le quede claro que solo lo hago porque insiste, no porque quiera cenar con usted.
—Bien, solo lo invito porque ya hice la comida, tampoco quiero cenar contigo o algo así, no tenemos esa relación.
—Exacto, no la tenemos, no tenemos relación en absoluto.
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