Beatriz
Llevo una mano a mi pecho mientras regreso a la cocina después de despedir a Lucas, me digo que debería calmarme, pero mi corazón late desbocado y mi rostro se siente en llamas solo porque él me besó.
Sé que dijo que solo debíamos practicar y realmente me estoy aferrando a eso para justificar que quiera besarlo, pero estoy a punto de desmayarse en vergüenza a hora mismo. El gato de Lucas se acerca a mis pies, hace un ronroneo coqueto para que lo alce en mis brazos y supongo que debo distraerme para evitar pensar en la forma en que nos besamos.
Mi madre me habría recriminado por ello, dios si siguiera con ella ahora mismo estaría rezando hasta quedar desmayada por hacer algo como eso con un hombre que no es mi marido, pero la verdad estoy segura de que dios no me castigará por ello.
Lucas es encantador, su familia lo es aún más y aunque esto es solo un acuerdo que durará hasta que mis bebés llegan a este mundo, estoy más que feliz de estar con él, de besarlo y de sentir todas estas cosas que nunca antes pensé se podrían sentir,
Camino con el gato hasta el sofá, lo dejo sobre mi regazo mientras prendo la tele pensando en que lo que sentía por el padre de mis hijos definitivamente no era amor. Realmente ni siquiera puedo decir que era.
Nunca nadie me trató como él, ningún chico se atrevió a decirme absolutamente nada debido a mi padre y estudiar en un colegio de monjas para chicas tampoco me ayudó a que conociera mucho del mundo. Pero lo aprendí de la peor manera y también vi que mis padres estaban cegados por su fe.
Me pone triste pensar que siguen prefiriendo el honor y su religión a mí, me duele que mi madre ni siquiera le interese saber si estoy bien o viviendo bajo un puente. Pienso en la madre de Lucas y debo admitir que un poco de envidia se mueve por mis sentimientos porque esa mujer realmente quiere a su hijo.
La curiosidad de saber qué le sucedió a Lucas también sigue presente en mi cabeza, sé que dijo que su tío abuelo asesinó a sus padres, pero a qué punto pudo eso ser tan terrible como para que prefiera engañar a su madre actual. Pienso detenidamente en el tiempo que llevamos viviendo juntos, pero no hay mucho que decir.
Las madrugadas son calmadas, él luce siempre feliz y no lo he visto beber ninguna pastilla o algo que me indique que realmente está mal. Suspiro diciendo que no debería estar tan preocupada por eso y después de dejar el gato sobre el sofá camino hasta mi cuarto abro el armario demasiado grande para la poco ropa que tengo y miro detenidamente que debería colocarse. Termino eligiendo uno de los vestidos color crema que mi madre me regaño.
Me siento aún más triste cuando veo esa prenda sobre mi cuerpo, me maquillo sutilmente antes de caminar de regreso a la sal de estar para organizar un poco antes de que llegue la hora de marcharme. Salgo del departamento a las doce menos diez, subo al auto que no he tenido la oportunidad realmente de usar y me siento un poco nerviosa, pero me recuerdo que debo dejar de tener miedo.
Tomo el rosario en mi cuello y lo coloco sobre el retrovisor antes de prender el auto pidiéndole a dios que no olvidara todo lo que he aprendido. Al principio es un poco difícil y debo admitir que me aterro de salir a la avenida principal, pero conforme conduzco la confianza en mí crece, así que cuando llego a la clínica de Lucas siento que he ganado una batalla muy importante para mí misma.
Salgo del auto sonriendo, debo admitir que estoy emocionada por verlo, aunque no sé si eso es un buen sentimiento, pero lo aparto de mi mente mientras atravieso el lobby para llegar a su oficina; sin embargo, una mujer que he visto antes se interpone en mi camino.
—¿A dónde crees que vas? — me dice — no tienes cita, así que no puedes pasar.
—Ohm, Lucas dijo que no la necesitaba, que yo podía…
—¿Lucas? — ella chasquea su lengua — así que ya lo llamas por su nombre — la sonrisa en el rostro de la chica desaparece — escúchame bien mosquita muerta, conozco a las de tu tipo, lo ven, sienten que pueden conseguirlo dando lástima y luego quitarle todo el dinero que puedan, pero no te lo voy a permitir
—No, yo no estoy…
—Cierra la boca, agradece que te están dando unas limosnas y deja de soñar que puedes conseguir más dinero metiéndote en su cama — me hace sentir terriblemente mal — Lucas merece alguien mejor, no una puritana que le abrió las piernas al primer hombre que vio porque por ustedes — me señala — ustedes son las más putas, toda esa represión que llevan solo es una fachada porque quieren follarse al primer imbécil que les guiñe un ojo como unas put…
La mujer no es capaz de terminar su frase porque mi mano se estampa fuertemente contra su cara, los pacientes en la sala de espera a unos metros de nosotras nos miran y quedo conmocionada por lo que acabo de hacer, así que esa chica aprovecha para abofetearme con fuerza.
—Pero…
—Nada de peros y no vuelvas a tocar a Beatriz o alguien más como si tuvieras algún derecho, es mi vida y tú no eres nada más que una compañera de trabajo en ella.
Soy llevada dentro de la consulta mientras la mujer que me agredió se queda completamente muda en su lugar.
—¿Te lastimaste?
Dice él, una vez estamos dentro de la oficina, niego sin poder hablar todavía y el hombre frente a mí acaricia mi mejilla ahí donde esa mujer me agredió. Sus palabras siguen clavadas, hondo en mi pecho, mi tristeza crece al pensar que probablemente tenga razón en eso de que dormí con el primero que aprecio, pero no quiero nada del hombre frente a mí, él es amable y estoy agradecida, pero siento que necesito aclararle que realmente no me interesa su dinero o algo así.
—Lo que esa mujer dijo — le digo — No es cierto, yo no quiero tu dinero o algo, de verdad estoy agradecida yo no…
—Lo sé — responde — no tengo idea de lo que dijo Claudia, pero no lo tomes en cuenta y quiero que sepas que ella no es nadie para mí, no tengo o tuve algo con ella, así que ignoralo.
—No necesitas decirlo yo…
—Quiero decirlo — responde él — quiero que sepas que no me he interesado en nadie hace bastante tiempo y… — sonríe — no quiero que pienses que tengo a alguien más.
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