¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 22

Lizbeth

La alarma de mi celular suena mientras me retuerzo exhausta en la cama, paso una mano por mi cabeza tratando de olvidar la sensación extraña que no ha desaparecido desde ayer en la tarde. Bajo de la cama furiosa conmigo misma por estar dándole vueltas a la forma en que mi esposo, el molesto, estuvo tan cerca de mí en el auto y como la absurda curiosidad de cómo se hubiese sentido que me besara, se moviera en mis pensamientos.

¡Porque me daría curiosidad que él me besara!

Entro al cuarto de baño y esparzo un poco de pasta en el cepillo de dientes que dejaron junto a otras cosas en mi nuevo baño. Meto dicho objeto en mi boca para mirar fijamente a mi reflejo en el espejo.

¿De verdad estoy pensando en algo como eso?

¡Cómo puede ser!

Termino de lavarme la boca, me meto a la ducha y me repito que quizás solo confundí el extraño gesto de amabilidad que tuvo en mi oficina. Puede que esa sea la razón de que la loca idea de ser besada por él me pareciera curiosa.

Me envuelvo en una toalla antes de salir una vez más a la habitación, me cambio rápidamente para caminar hacia el cuarto de los niños y sonrío sintiéndome un poco conmovida por la oportunidad de cuidar así de tan lindos niños. Enciendo la luz antes de acercarme a Lucia.

—Buenos días, nena — doy un pequeño beso en su mejilla — es hora de levantarse.

La pequeña sonríe antes de extender sus brazos en mi dirección, le permito abrazarme mientras la saco de la cama y estoy por entrar con ella al baño cuando el pequeño Lucas se despierta.

—¿Mamá?

—Buenos días, tesoro — sonrío — en un minuto estoy contigo.

Me apresuro a dejar a la niña en el inodoro para ir por Lucas, Mi nuevo hijo está sentado al borde de la cama con la mirada perdida en algún lugar de la habitación. Me siento a su lado para darle un rápido beso en la mejilla.

—¿Dormiste bien? — el pequeño niega — ¿Qué sucedió?

—Tuve un sueño feo mamá — su voz es triste — no recuerdo que soñé, pero tenía mucho miedo…

—Oh, mi niño — suspiro llevándolo hasta mi pecho — la próxima vez ven a mi habitación, ¿Está bien?

Él asiente, baja de la cama para caminar hacia su closet y decido tomar ropa para la niña mientras el chico pequeño toma su propia ropa. Lucía está terminado de tomar su ducha cuando entro de una vez más al baño. Me doy cuenta de que estos niños son demasiado independientes para su edad.

—¿Te duchaste bien? — le hago las ceñas dejando la ropa en la encimera — ¿Quieres que lave tu cabeza?

La niña asiente, sonrío agachándome al borde de la ducha y tomo la ducha extensible de la pared para rociar algo de agua sobre la cabecita infantil.

—Si necesitas ayuda puedes pedírmela — comento lavando su cabello — recuerda que estoy aquí para ayudarte.

La niña se mantiene en silencio mientras me dice con señas que está feliz de que sea su mamá, termino de lavar su cabeza antes de envolverla en una toalla para cargarla hasta la encimera del baño. Le guiño mientras la despeino secando su cabello. La pequeña niña sonríe ligeramente cuando alejo la toalla.

—Hoy nos vestiremos igual — le muestro el vestido de color rojo que escogí del armario — y en la tarde iremos al parque de diversiones, como prometí ayer.

—¿Qué quiere?, de verdad que estoy apurada por…

Un auto se detiene frente a la casa, el chofer de este lugar sale de dicho coche y dudo mucho que el Mercedes color blanco de última generación sea del estilo de mi esposo. Él baja uno de los escalones del portal, pero cuando ve que no lo sigo sube una vez más y toma mi mano deliberadamente.

Trago ante la cálida sensación de su masculina mano sobre la mía, así que me suelto de su agarre con prisas. Mi esposo coloca sus ojos en blanco mientras toma la llave que está ofreciéndole el chofer y la extiende en mi dirección.

—Este es tu auto — me informa — no sé si te guste, pero si no lo hace puedes decirle a Davidson que lo cambie — toma mi mano y deja las llaves en ella — no te molestes en negarte, ya lo compré así que mejor úsalo.

—Pero yo no…

—Sí, sé que no lo pediste o lo que sea, pero mi madre podría sospechar si no tienes un coche digno de mi esposa — explica — es absurdo que amándote estés yendo al trabajo en autobús, así que no discutas — sus ojos se mueven a los míos y algo extraño se mueve entre los dos cuando esa mirada baja hacia mi atuendo — el rojo le queda bien — carraspea — y espero que tenga un buen día hoy.

Mi esposo sube al portal una vez más, entra en la casa dejándome completamente en shock ante lo que claramente es un cumplido. Sonrío durante un segundo y luego caigo en cuenta de lo que acaba de pasar.

¡Mi molesto esposo me dio un cumplido!

¿Acaso estoy loca?

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