¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 25

Lucas

Llego a casa con la molestia reinando sobre mi cabeza, estoy tan furioso que ni siquiera me molesto en asegurarme de que estoy solo en casa, camino directamente hasta el minibar al final del pasillo y tomo la primera de las botellas que encuentro.

Mi madre no puede estar de acuerdo con esto, no me importa si ese maldito hijo de perra es o no un maldito moribundo, él destrozó mi familia, acabó con mi vida sin siquiera sentir un ápice de remordimientos.

Merece lo que le está pasando, merece morir como el bastardo que es y yo no pienso mover un solo dedo. Bebo un sorbo más de la botella. Todos los recuerdos, todo lo que una vez olvidé y que recordé de un momento a otro solo me hacen querer que ese hijo de puta se pudra en la m*****a cárcel donde lo metieron porque no merece nada mejor.

La puerta de la sala se abre, frunzo el ceño al escuchar los apresurados pasos de alguien acompañados por un pequeño gimoteo y no sé exactamente qué hacer, así que me mantengo en silencio durante unos minutos.

—Como pude querer a alguien como él — dice Beatriz a alguien — como pude estar tan engañada con ese maldito que se atrevió a insinuarme que fuera su amante, dime Rick porque mi vida es un infierno.

Camino hasta la habitación sin querer escuchar más, la mujer que habla con mi gato me mira, doy un sorbo a mi botella antes de sentarme a su lado en el sofá y ella me mira con extrañeza, trato de beber un poco más, pero Beatriz con su hermoso vestido rojo me quita la botella.

—¿Qué estás haciendo Beth? — disfrutando de cómo suena ese apodo en mi voz—devuélveme la botella, quiero ahogar mis penas en alcohol.

—¿Ahogar las penas? — ella niega — no eres un borracho, Lucas, ¿No lo eres verdad?

—Realmente me gustaría — desato mi camisa — ya sabes, ser un despojo humano sin nada que le importe más que un trago — niego — quizás si fuera menos responsable las cosas me importaran menos.

—¿Qué sucedió? — ella deja la botella a un lado antes de sentarse a mi lado — porque estás así.

La miro, sus ojos aún están rojos e hinchados, ella sonríe, pero puedo notar la tristeza en su voz. Me encojo de hombros diciéndome que después de todo no tengo por qué esconder estas cosas y necesito desahogarme.

—Pasó que mis padres quieren ayudar al mismo hombre que arruino la vida de mi hermana y mía hace años — respondo — pasó que mi vida que ya era un desastre, ahora también está llena de malos deseos para un tipo que está muriendo — la miro — lo único bueno de todo esto es que estás tú aquí.

Me muevo en el sofá acomodando a esta dulce mujer sobre el sofá y ahondo el beso, mis manos se mueven lentamente hasta su cadera. Las detengo ahí mientras deslizo mis labios por su barbilla hasta su garganta. Saboreo la dulce piel ahí, mis manos se mueven más abajo antes de mover mis dedos un poco más abajo.

Mis dedos golpean sutilmente el borde del vestido, la mujer bajo mi cuerpo se aferra a mi ropa mientras subo la tela de su vestido. Su cremosa piel se siente mucho mejor de lo que pensaba. Mi boca llega al borde de su escote y la suave piel ahí me llena aún más de necesidad.

Muevo mi mano hasta su ropa interior, ella jadea mientras uso otra de mis manos para bajar ligeramente el escote del vestido. Mi dulce chica gime, mis dedos se aventuran hasta su entrepierna y me duele demasiado seguir llevando estos pantalones.

Quiero hacerle el amor, quiero verla gemir mi nombre mientras le demuestro a ella que la vida tiene muchas cosas bonitas, pero ella merece más que una noche. Beatriz merece una vida sana, lejos de problemas y no soy capaz de hacerlo, mi vida, mi pasado y todo lo que llevo conmigo.

Me aparto de ella cuando un atisbo de lucidez se mueve hasta mi deseo. Me pongo en pie de un salto mientras miro a la chica jadeante aún sobre el sofá y sé que he cometido un terrible error cuando la veo acomodar su ropa para salir corriendo hacia las escaleras. Maldigo antes de caminar hasta la botella. La llevo conmigo hasta mi oficina y me encierro a beber en ella para mitigar mi deseo y contener las ganas de ir tras la mujer que deseo, pero no merezco tener.

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