Lizbeth
Corro lejos del parque de atracciones sin mirar atrás, mi pecho late como loco mientras siento que el mundo está a punto de terminarse para mí por lo que acabo de hacer, pero lo que realmente me preocupa es el hecho de que mi esposo, ese molesto hombre con quien me casé y no por amor precisamente me devolviera el beso.
Freno el coche en el estacionamiento del hospital, golpeo mi cabeza contra el volante mientras me digo una y otra vez que quizás él solo se confundió por un instante, pero esas sensaciones desbordadas, ese calor sigue golpeando fuerte dentro de mí. Camino hacia la habitación del hospital donde está mi padre con calma.
Me quedo en la puerta un segundo cuando veo la silueta de mi madre, es bastante temprano, aun así simplemente sonrío entrando a la habitación, los ojos de mis padres se mueven en mi dirección, el rostro cansado de mi padre se ilumina con una pequeña sonrisa.
—¡Lizbeth!, mi niña, me preguntaba cuándo vendrías.
—Estoy algo ocupada papi — me excuso antes de acercarme a la cama para besarlo en la mejilla — ¿Qué tal este nuevo hospital?
—Está mucho más cómodo que el otro — comenta — pero me preocupa porque estoy aquí o como estas pagando por todo esto mi niña.
Me siento al borde de la cama, tomo la mano de mi padre antes de mirar por un segundo a mi madre. No creo que sea razonable decirle la verdad de todo a papá porque no quiero que se sienta como una carga o algo peor.
—Es una recompensa de la universidad — le miento — soy muy buena estudiante, así que se ofrecieron a pagar la mitad de los gastos y con mi nuevo salario en la pasantía puedo pagar el resto, no te preocupes por eso, papá.
—Claro que debo preocuparme, mi niña, se supone que yo cuide de ti, no que tú cuides de mí.
—No digas eso Emmanuel — mi madre intercede — somos una familia, así que déjense de hablar tonterías los dos.
Sonrío cuando mi padre voltea sus ojos, me alegro de estar aquí, ya que he podido despejar un poco mi mente y hablo un poco más con mi padre antes de que deba regresar a casa. Mi madre me acompaña hasta la puerta de la habitación. Se mantiene en silencio hasta que estamos en el pasillo, pero una vez fuera del cuarto soy abordada una vez más.
—Nena, dime que estás haciendo realmente — mi madre toma mis manos entre las suyas — desde la boda no sé exactamente qué has hecho y sé que te mudaste del departamento donde vivías, sé que pagaste la deuda con la familia de David, por favor, dime que estás bien.
—Mamá, estoy bien — trato de calmarla — te prometo que no he hecho nada malo, así que quédate tranquila, puedo explicarte a detalle mañana — sonrío —¿Puedo ir a tu casa en la tarde?
—Por supuesto que puedes ir a casa mi niña, pero…
—Te prometo que estoy bien mamá — repito — ahora ve dentro, tengo que irme.
¿Normal?
Como puedo actuar normal cuando hace unas horas sus manos estaban en mi cintura, cuando sus labios estaban devorando los míos, como podría estar calmada si él está semidesnudo a unos pasos de mí mirándome fijamente.
—Te dije que… Necesitaba procesar nuestro… — trato de encontrar la palabra seria — accidente, no tenías que esperarme para decir esto.
—Quería esperarte — confiesa él — además de que no podía dormir sabiendo que estabas fuera pensando alguna cosa que…
—No estaba fuera pensando — le miento — así que deja de preocuparte, solo vamos a la cama — el alza los ojos mientras yo hablo rápidamente — yo a mi cama y tú a la tuya, no los dos, en la misma cama o… — chasqueo la lengua — no sé qué demonios estoy diciéndote…
Paso junto a él para entrar a mi habitación, pero mi estúpida pierna tropieza con la alfombra y el mundo gira ante mis ojos. Cierro los ojos esperando el golpe, pero ese dolor nunca llega. En cambio, el fuerte brazo de alguien está sujetándome de la cintura. Abro los ojos un segundo después.
El rostro de mi marido entra en mi campo de visión mientras soy colocada una vez más sobre el suelo. Siento ese hormigueo en mi cuerpo una segunda vez, mis dedos notan el calor que desprende el fornido pecho de mi esposo y cuando me doy cuenta de que tengo mis manos en ese lugar lo empujo lejos de mí para correr hacia la puerta de mi habitación.
¡Qué está sucediendo conmigo!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!