Jeremías
Regreso al sofá donde he pasado las últimas horas y miro fijamente a la puerta cerrada por la que escapó mi esposa. Bebo un trago de mi copa intentando ignorar la sensación de mi pecho, llevo inconscientemente mis dedos a los labios, toco el lugar donde ella me besó e intento mantener la calma que quema dentro de mí.
Camino hacia la mesa donde aún está la botella de ginebra a medio beber y sirvo otro trago para mí.Despues de unos minutos de seguir dandole vueltas a lo que susedío en el parque de atracciones con mi mujer sin obtener ninguna respuesta o mejor dicho, no aseptar ninguna de las ideas que mim emnte proyecta al recordarlo. Regreso mi solitaria habitación e intento convencerme de que solo estoy conmocionado por lo que sucedió.
Ella estaba asustada, la subí a la rueda de la fortuna porque quería divertirme y sé que debí apartarla, pero como le dije antes somos adultos. Tenemos un trato aquí y lo único en lo que debo enfocarme ahora es en mis hijos, en sus necesidades.
Esa es la única razón por la que ella está bajo mi techo. Me dejo caer en la cama antes de beber de un sorbo, el resto de mí vaso de licor. Apago la luz deseando que las cosas solo desaparezcan de mi mente y me digo a mí mismo que debo ser un adulto aquí, que he estado bien sin una mujer después de estos cuatro años y que definitivamente esa mujer loca sería la última mujer a la que debería desear.
La mañana llega demasiado deprisa, tomo una ducha y afeito la barba incipiente del día anterior, apenas son las seis de la mañana cuando bajo al comedor. El desagradable sabor del alcohol sigue en mi boca, la empleada del servicio me saluda colocando rápidamente el desayuno frente a mí. Me digo a mí mismo que solo necesito irme temprano para evitar a Lizbeth.
En unos días el evento desafortunado de ayer se olvidará, esta extraña sensación desaparecerá de mi pecho y todo volverá a la normalidad. Muerdo una de las tostadas con prisas, me apresuro para ejecutar mi nuevo plan, pero los pasos apresurados hacia el comedor me dicen que no lo he conseguido incluso antes de que ella entre en dicha habitación.
Hoy luce menos arreglada que ayer, lleva su pijama de color rojo brillante y el cabello desinflado. Sus ojos se encuentran con los míos justo antes de que entre por completo en el comedor y puedo notar el nerviosismo en ella.
—Buenos días…
—Buenos días — trato de evitar mover mi mirada hacia abajo por su cuerpo — ¿No era tu día libre hoy?
Ella camina incómoda hacia una de las sillas en la mesa, la empleada sirve el desayuno también para ella y solo después de un extraño silencio, ella responde a mi pregunta con una voz extrañamente temblorosa.
—Sí, pero estoy acostumbrada a dormir poco — suspira — ¿Por qué te levantaste tan temprano?
—No pude dormir bien anoche — confieso — y pensé en irme temprano para darte tiempo a… Olvidar nuestro error.
Ella no responde, mira hacia otro lugar que no sea mi rostro y comprendo que no quiere hablar más del tema así que simplemente trato de hacer que esta incómoda situación sea más soportable, al menos hasta que todos terminemos nuestro desayuno.
—¿Qué tenías pensado hacer hoy?
—Iré a ver a mi amigo y pensé en pasar por algunos colegios con Lucas antes de…
Alzo mis ojos ante esas palabras, la interrumpo rápidamente antes de que pueda terminar de contarme sus planes.
—¿Por qué irías a un colegio con mi hijo, que necesidad tienes?
—Pienso que quizás sería mejor llevar al niño al colegio, quizás si interactúa con más niños su condición mejore.
—No quiero, mis hijos pueden ser educados en casa, así que no hay necesidad de exponerlos a una escuela desconocida o algo que pueda agravar su situación.
—Una buena chica que dejó plantado a su marido en el altar — responde — una buena mujer que te hizo pagar su deuda, ¿Cómo puedes creer algo así?
—Porque ella ha conseguido que Lucas y Lucía sonrían, dije que no creas más los chismes que te dijeron.
—¡No son chismes, tu tío la investigó!
—Qué derecho tenía, es mi vida y no me está gustando para nada que él siga inmiscuyéndose — miro a mi madre — tampoco quiero que sigas haciéndolo tu madre, puedo tomar mis propias decisiones.
—No puedo creer que seas así Jeremías — se pone en pie — estoy segura de que tu hermano estaría decepcionado de ti, de lo que estás haciendo con su … — respira hondo cuando la miro — con todo lo que construyó, con todo lo que nos dejó cuando murió tan de repente.
—Estoy haciendo justamente lo que Darwin habría querido madre, conocía bien a mi hermano y sé que lo que realmente le importaba era poder ayudar a los demás — le recuerdo — además, él también se casó con la mujer que amaba.
—Elena no era una chica con deudas o que dejara a algún ex marido en la calle, ella era incluso de buena familia.
—Lizbeth, es de una buena familia madre, permítete conocerla y deja de escuchar a mi tío, piensa por ti misma y recuerda lo que decía papá sobre cómo todos somos iguales.
—Tu padre era un soñador, siempre pensó más en los demás que en el mismo. Justamente porque deje que pusiera esas ideas en ustedes dos Darwin siempre fueron tan emocionales.
—Basta mamá — pido — deja de reprocharme o cuestionar mi forma de hacer las cosas, mi casa está abierta para ti cuando quieras ir a conocer a Lizbeth sin prejuicios, así que toma tu propia decisión.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!