¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 29

Lucía

Tres semanas después

Sonrío mucho más ahora de lo que debería admitir, tarareo una canción mientras preparo el caldo de res que he decidido preparar para el almuerzo mientras doy una ojeada a la niña acostada en el suelo de mi cocina dibujando alguna cosa. Como he estado haciendo estas últimas semanas le señalo a la pequeña alguno que otro error que corrige rápidamente.

Nunca pensé que daría clases particulares a una niña, jamás imaginé que lo haría gratis, pero definitivamente ni siquiera pude pensar alguna vez qué pasaría la mayoría de mis días charlando tranquilamente con mi vecino o enseñándole el lenguaje de señas.

Me acuclillo frente a la niña acostada en mi cocina para llamar su atención. La niña me mira con curiosidad cuando interrumpo su sesión de dibujo y ella me recuerda tanto a mí cuando ni siquiera podía hablar con mi hermano.

— ¿Qué tal si dejas esto por un rato? — cuestiono — ¿Deberíamos comer un poco de pastel?

La niña asiente, me pongo en pie para abrir la nevera y me doy cuenta también de que hay muchos más postres ahí de los que solía tener. Coloco una porción de postre sobre un plato antes de pedirle a la niña recoger las cosas para ir a comer el postre frente al televisor.

Prendo dicho objeto antes de colocar la sección de dibujos animados y una vez más siento que mi vida ha dado un giro muy extraño. Mi perro ladra más allá de la puerta del invernadero, desato mi delantal para caminar hacia la puerta antes de abrirla.

El hombre que acaba de entrar desde la puerta exterior a mi invernadero con la cámara me sonríe, hace los signos de saludo que le he enseñado y mientras me siento absurdamente orgullosa respondo a su saludo con las mismas señas.

— Pensé que vendría más tarde — digo mientras él besa mi mejilla gentilmente — ayer dijo que se iría a la cama tarde.

— Quise venir antes — me responde mirándome una vez más con esa intensidad — realmente me sentí con ganas de verla…

Una vez más suelta esos elogios que han ido en aumento durante las últimas semanas y mi corazón sigue sintiéndose aún más atraído por él. Nunca pensé que me sentiría tan absurdamente feliz solo porque me dijeran algo como eso, aunque tampoco pensé que nadie me diría algo como eso.

— Hice caldo de res, le di a Amy un poco de pastel también — le informo — sé que dijiste que no la mimara, pero no creo que eso fuera malo.

— Bien, por hoy no diré nada.

Mi vecino entra en casa con tranquilidad, mi perro que le mordió alguna vez ahora simplemente se mueve emocionado a su alrededor. La toma los platos del armario del comedor y me doy cuenta de que realmente hemos comenzado a tener algún tipo de amistad o quizás algo más.

— ¿Deberíamos también hablar de esto? — cuestiona con seriedad — sé que no hemos definido nada y no sé en qué punto estamos ahora mismo.

Me parto de él cuándo la preocupación me llena, él nota mi incomodidad antes de suspirar con resignación, regresa al fregadero donde aún quedan algunos platos haciendo que me sienta mal por seguir exponiéndolo a estos sentimientos. Camino hacia mi estudio para intentar pensar seriamente en lo que me está diciendo. También para intentar calmar mis nervios porque me siento tan confundida y asustada en este momento que ni siquiera sé qué hacer.

— No quiero molestarte — la voz de Roger viene una vez más de mi espalda — lamento sacar el tema cuando después de todo ni siquiera puedo ofrecerle una relación — él respira profundo — es que realmente nunca he sabido de tomarme las cosas a la ligera así que es difícil para mí ¿Sabes?

Cierro mis ojos comprendiendo perfectamente lo que está diciendo, me doy la vuelta para mirarlo a los ojos. Me digo que sufrir es algo que he experimentado antes, que llorar hasta quedarme sin lágrimas también lo he hecho y que si de algo jamás voy a arrepentirme es el de darle una oportunidad a algo como esto.

El hombre frente a mí es honesto, sincero en cada una de sus palabras y puedo ver cuanto bien me ha hecho simplemente que apareciera, puede que esto termine, puede que todo acabe en algún momento, pero probablemente me arrepentiré si una vez más me dejo llevar por lo que podría a pesar y no dejo que las cosas sucedan realmente.

Recorro los pasos que nos quedan, envuelvo su cuello con mis brazos y doy un beso a sus labios, no es dulce, ni tampoco sensual, es un beso único, perfecto, cálido. Un beso que es una respuesta obvia al hecho de que definitivamente lo mejor que puedo hacer ahora es intentarlo.

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