¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 8

Beatriz

Me siento extraña sentada en este lugar cuando dijo que iríamos a almorzar, jamás pensé que sería en una cafetería cercana al hospital u otro sitio más sencillo que este elegantísimo restaurante en medio de un rascacielos.

La chica en uniforme que se acerca y coloca la carta frente a nosotros tiene una rápida charla con mi doctor, este le pide traer algún tipo de bebida para los dos mientras yo enfoco la lista de precios en el menú.

No puedo evitar jadear ante los números que no bajan de las tres cifras en esta carta, trato de encontrar lo más barato haciendo cuentas sobre lo que tengo en mi cartera, pero antes de que pueda definir mi doctor aleja la carta de mis manos.

—Invito yo — me dice — ¿Qué te gustaría comer?

—Lo que sea no soy exigente.

—¿Cuál es tu comida favorita? — me cuestiona — ¿Qué tipo de carne te gusta?

—Ohm, realmente estoy bien con cualquier cosa — repito — hace un tiempo no he podido comer nada en lo absoluto.

—Entonces pediremos ternera — me dice — ¿te parece bien?

—Sí.

Afirmo, me muevo incómoda en mi asiento mientras él habla con la mesera una vez más, muevo mi mano dentro del bolsillo de mi suéter y tomo la fotografía que el doctor hizo para mí de mi bebé. Nunca pensé que podría verlo, incluso si aún no está del todo formado. Dios, son dos, recuerdo mirando el otro pequeño feto en la fotografía.

Esto es maravilloso y aterrador a la vez, no sé qué voy a hacer con mi vida, pero tengo dos bebés que dependen de mí creciendo. Me pregunto una vez más como algo como esto puede ser tan penado por mi familia.

—En unos meses cuando esté más formado podremos ver sus rasgos — alzo mi vista — incluso sabremos que son, no te hace eso feliz.

—Estoy abrumada doc…— me corrijo — Lucas, esto es algo abrumador, sin duda en especial cuando no tengo ni idea de qué tipo de madre seré o que podré ofrecerle, es tan…

—Estoy seguro de que serás de las mejores — comenta él — además dije que te ayudaría, así que tenemos la mayor parte resuelta, ¿No lo crees?

La forma en que lo dice suena tan sincera como el resto de las cosas que me ha dicho, asiento sintiendo que este chico es realmente encantador y me digo que debo hacer todo para ayudarlo porque sin duda esto es un regalo de dios.

—¿Cómo haremos esto? — digo guardando la fotografía — yo… Quiero hacer las cosas bien, así que debemos hacer un buen plan.

—Bien, hablemos entonces — él se acomoda en su silla — diremos que te conocí justamente como lo he hecho, llegaste a mi clínica, te ayudé y sentí algo más ahí—sonríe—nada de eso es mentir, tú realmente me haces querer hacer todo para ayudarte, siento que no mereces esto.

—Gracias por decirlo — admito — pero no sería un poco apresurado que quisieras una relación conmigo en tan poco tiempo.

—Podemos decir que esto pasó hace un mes — admite — además, que seas madre soltera puede ayudar mucho a darle credulidad a mi historia, mi madre sabe que no hay nada que me haga más feliz que ayudar a mujeres que merecen todo por la forma en que se enfrentan a esta cuestión del embarazo.

No puedo responderle, no puedo responderle porque al principio cuando descubrí todo esto estaba tan asustada que le pedí a dios que me sacara de estas, pero cuando pensé detenidamente en todo me arrepentí de ello y luego cuando me vi en la calle estuve a punto de suplicar una vez más que, todo fuera una simple pesadilla.

—Hagamos lo que dices entonces — respondo — nosotros nos conocimos en el hospital, tuvimos una conexión y ahora estamos conociéndonos.

¿Cómo puede un hombre como él no tener a alguien?

¿Por qué necesita mentir sobre una relación?

¿Acaso es gay?

Ese pensamiento me hace llevar una mano a mis labios, no soy prejuiciosa como mis padres, pero sin duda alguna un chico guapo como él es un completo desperdicio. Me digo a mí misma que ese no es mi asunto y continúo pensando en el hecho de que no solo hay un bebé sino dos dentro de mí.

Una vez llegamos a casa, la puerta del auto es abierta para mí, incluso antes de que quite el cinturón de seguridad. Lucas me pide acompañarlo hasta otra de las plazas en el garaje y nos detenemos frente a un auto blanco.

—Este es el auto de mi hermana — me dice — las llaves están colgadas tras la puerta, así que encárgate de usarlo — saca su cartera — usa también esta tarjeta y ten este dinero, mañana puedes ir al cajero y hacer una extracción.,

Él coloca dichas cosas en mi mano, pero intento devolverlas al instante, sin embargo, él solo sujeta ambas cosas con sus manos sobre las mías.

—No te permitiré rechazarlo, créeme Lulu está feliz de que alguien use su auto — sonríe — y el dinero es un pago extra por nuestro trato.

—No voy a pedirle dinero, yo…

—Quiero ayudarte, sé que no vas a pedir nada, pero yo voy a dártelo, esto que vas a hacer por mí es mucho más importante de lo que crees.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!