Roger
Cojeo hasta mi m*****a casa sintiendo la sangre correr por mi pierna, no puedo creer que ese perrucho feo me haya mordido. Como pudo ser eso posible. Mi hija se mueve ligeramente en mis brazos, debo admitir que verla tan plácidamente dormida bajo esa mullida manta me hizo calmar un poco mi rabia, pero tengo otras cosas por las que estar rabioso ahora mismo.
La primera de ellas está en mis malditos pantalones, como puede ser esto posible, no ha mostrado ningún tipo de interés en una mujer en casi un año, pero ahora solo tengo que caer sobre esa desagradable mujer y oler un poco de su suave colonia floral para estar duro como una piedra.
¡Por el amor de dios!
Es verdad que es bonita, vi su rostro tan cerca que hasta los destellos plateados en sus ojos azules fueron fáciles de diferenciar. Puede que su delicado cuerpo estuviera tan pegado al mío que noté las duras puntas que coronan sus pechos contra mi piel bajo su vestido, un vestido demasiado corto para cualquier hombre que leve más de un año sin ver a una mujer desnuda o tenerla tan cerca, pero por el amor de dios es la vecina.
La mujer molesta y mal educada que incluso enseñó a su perro a morder. Niego cruzando la valla de nuestras casas, entro en la mía dejando a Amy sobre el sofá de la sala de estar y cojeo maldiciendo hacia el baño para mirar mi pierna.
Realmente es una mordida superficial, pero la sangre que fluye una y otra vez de mi pantorrilla es algo que realmente no quiero que mi hija vea, así que trato de limpiarla todo lo que puedo. La m*****a herida no para de sangrar después de unos minutos, tomo una de las toallas del estante más cercano y trato de amarrarla para cortar la circulación, pero la sangre solo sigue saliendo.
Maldigo una y mil veces mi suerte, el timbre de la entrada suena y no puedo creerme que esa mujer haya venido hasta aquí, estoy tan furioso que ni siquiera lo pienso, voy directamente hasta la puerta principal y la abro cabreado.
—¿No tuvo suficiente ya? — la acuso — déjeme en paz, por el amor de dios.
—¡Oh no, no!
Ella ni siquiera me mira, se arrodilla frente a mí para ver mi pierna y tengo que cerrar mis ojos para no imaginar cosas que solo harán la sangre fluir hacia lugares no deseados.
—No puede cortar la sangre con un torniquete, debe hacerlo de esta forma.
Ella toma la toalla de mi pierna, la sangre que sigue fluyendo se desborda un poco más y ella empuja la toalla directamente sobre la mordedura. Trago grueso para no soltar un alarido. Ella mantiene la presión constante con una mano mientras me mira desde su lugar, haciéndome pensar muchas más cosas innecesarias mientras habla.
—Debes aplicar presión directamente en la herida, no tengo anestesia en casa porque soy alérgica así que va a doler un poco, al menos lavó la herida así que solo queda desinfectar, coser si es necesario y luego cubrir.
—¿Coser?
—Oh, sí, quizás un punto o dos Welly suele morder más fuerte que a usted no le cae tan mal — sonríe, pero yo no soy capaz de hacerlo — disculpe, solo siéntese terminaré en un minuto.
—Bien, son solo dos puntadas — me dice — no clavó todos sus dientes, así que solo quería asustarlo — suspira — puede morder esto, duele un poco pero trataré de hacerlo lo más rápido posible
—Estupendo.
Tomo el paño en mi boca y ni siquiera me lo he colocado bien cuando esa mujer malévola clava la aguja de sutura en mi piel. Duele como el infierno, siento cada puntada que da en los próximos minutos, minutos que se sienten como siglos, pero cuando ella aplica alguna pomada y coloca la venda para cubrir la herida siento la necesidad de agradecerle.
—Gracias…
—No hay de que, es mi perro — suspira metiendo todo en una bolsa otra vez — y usted estaba tratando de buscar a su hija — se pone en pie — sé que no debo meterme, pero la niña está un poco triste porque usted no le preguntó si quería mudarse, quizás si habla un poco con ella deje de escaparse, en fin, tengo cosas que hacer, si le duele tome analgésicos — me extiende un bote de pastillas — no tome más de dos al día son fuertes, tenga buena tarde.
—Usted también…
Murmuro por inercia cuando la veo caminar hacia la puerta de mi cocina para salir de la casa. Me quedo en mi sitio preguntándome con seriedad y con una extraña sensación en mí.
¿Qué es lo que acaba de pasar aquí?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!