PROMETIDA AL NACER (COMPLETA) romance Capítulo 26

- ¿a dónde vas?- me pregunta Vanessa levantándose del sillón.

Llevo media hora aquí esperando a ver si me dice algo pero solo se ha puesto cómoda en su asiento y se ha quedado ahí sin decir nada, mi paciencia tiene un límite, si me quedo aquí la voy a matar, y no es lo que tengo planeado para ella, se merece estar encerrada por todo lo que ha hecho.

-voy a buscarlos por mi cuenta- le digo dirigiéndome a la salida.

-no los encontraras- me dice y me paro.

Me doy la vuelta y camino hacia ella, la acorralo contra la pared.

- ¿Por qué lo dices? - le pregunto, lo ha dicho muy segura y eso no me gusta.

Ella sonríe y me mira.

-crees que te lo voy a decir- se ríe- aprendí del maestro- me dijo refiriéndose a mí.

-has hecho un hechizo para ocultarlos ¿verdad? - le digo soltándola.

Su silencio lo dice todo, por una vez se me adelanto, pero lograré encontrarlos, aunque me lleve todo el día los encontrare.

********

Llegamos al patio y miro a mí alrededor, es una casa pequeña comparada con la que tiene, parece que estamos en una especie de casa rural, por lo que veo a mi alrededor es todo campo, miro hacia las ventanas y veo a Evans y Damián asomados.

Por la cara que tiene Damián creo que Evans le conto lo que va a pasar, veo tristeza en su mirada, bajo la cabeza.

-te presento a Iveth, es una vieja amiga- dijo Zen.

Delante de mí tenía una mujer mayor, parecía que era verdad lo que Zen decía.

-hola jovencita- me dijo ella acercándose a mí.

Que hace esta mujer aquí y que es lo que trama Zen, tengo que hacer algo antes de que sea demasiado tarde.

Sin pensarlo mucho lanzo dos esferas contra los guardias que están al lado de Zen, estos caen inconscientes al suelo, Zen me mira sorprendido.

-Iveth detenla- le grita y la mujer levanta sus manos hacia mí.

De repente siento dolor en mis piernas, caigo al suelo por el dolor, sé que está usando su magia contra mí, entonces descubro que ella es bruja como yo.

Con todo y el dolor pienso un contra hechizo para hacer que el dolor desaparezca, veo cómo funciona y ella lo nota.

Hago que el dolor se vaya y me levanto con esfuerzo, miro hacia donde esta Zen pero el ya no está, temo por si ha ido a por ellos. Corro hacia dentro pero la mujer me detiene con un hechizo que me paraliza todo el cuerpo.

Me olvido de la magia e intento defenderme cuerpo a cuerpo, tengo ventaja sobre ella ya que es mayor,

Cuando noto que me puedo mover me levanto, ella no se lo espera y la empujo haciendo que caiga al suelo, tampoco quiero hacerle daño porque sé que ella hace lo que Zen le dice.

Corro hacia la puerta y subo las escaleras, voy mirando habitación por habitación hasta que encuentro la correcta, abro la puerta y entro.

Veo a Damián en la pared herido y Zen tiene a Evans agarrado por el cuello.

-suéltalo- grito con todas mis fuerzas.

Zen me mira y se asusta, no se esperaba que viniera.

- ¿Dónde está Iveth? - me pregunta gritando, todavía tiene a mi hermano agarrado.

-en el patio, suéltalo por favor. - le digo de nuevo.

-no, voy a matarlo, no cumpliste el trato- me dice y aprieta su agarre haciéndole daño.

Me enfurezco y formo una esfera que pienso lanzar contra el de una vez por todas.

-detente o lo matare- me dice poniéndolo delante de él como escudo.

Me detengo al momento, si le lanzo la esfera puedo dañar a Evans y no pienso hacer eso.

- ¿Qué le hiciste a Iveth? - me pregunta y no respondo.

-Zen, lo siento se me escapo- dijo la mujer apareciendo detrás de mí.

-te voy a dar otra oportunidad, renuncia o lo mato, y deberías estar agradecida de que te de esta oportunidad, piénsalo bien, no habrá otra oportunidad- me dijo arrastrándome de la habitación.

-¿cómo sé que cuando renuncie a mis poderes no los mataras?- le dije preocupada.

-lo único que te puedo decir es que tienes que confiar en mí- me dijo riéndose, se estaba divirtiendo con la situación.

Estaba muy confundida, no sé si confiar en la palabra de este hombre que nos está haciendo tanto daño, si decía la verdad no tenía que preocuparme pero si mentía no sé cómo vamos a salir de esta. Está claro que solo me queda confiar en él, solo espero que de verdad sea honesto por una vez.

Esta vez no opuse resistencia y obedecí las órdenes de Zen, me dejó un momento para que estuviera con ellos mientras lo preparaban todo.

Tenía que pensar en cómo salir de aquí, no me importaba lo que me pasara a mí pero no podría soportar lo que les pasara a ellos.

-ojalá pudiéramos avisar a Raphael- dijo Damián decaído.

En ese momento algo me vino a la mente, recuerdo que Raphael me había enseñado a enviar mensajes a través de la magia, me dijo que por si un día estaba en peligro.

-eso es amor, le enviare un mensaje a mi padre- le dije entusiasmada, aún tenía esperanza.

Era un hechizo complicado pero me acuerdo perfectamente cómo hacerlo, lo bueno es que no necesitaba utilizar nada solo mi mente, tenía que concentrarme mucho para lograr que saliera bien.

El problema es que no podía decir donde estaba porque no tengo ni idea pero espero poder darle pistas para que nos encuentre.

Toco mi colgante, es lo único que tengo cercano a ellos, el colgante se lo regalo mi padre a mi madre así que me dará fuerza para poder hacerlo bien.

-chicos no tengo mucho tiempo, por favor necesito silencio- les dije y ellos asintieron.

Cerré mis ojos y mis manos sostenían el colgante, me concentré en la imagen de mi padre, en sus ojos, su sonrisa, la mirada que se le ponía cada vez que me veía sonreír.

Después de unos minutos concentrándome en mi padre y el mensaje que quería darle abrí los ojos, creo que lo he hecho bien pero no estoy segura.

-¿lo hiciste?-me pregunta Damián.

-creo que sí pero no estoy segura, espero que funcione- le dije suspirando.

-pronto vendrán por mí, deciros que pase lo que pase os quiero mucho a los dos- les dije dándoles un abrazo.

-¿porque noto tus palabras como una despedida?- me pregunta Damián.

-no confío en Zen, él quiere utilizarme para hacerte daño Damián, el me lo dijo esa noche, quiere ser el líder de todas las razas- le dije volviéndolo a abrazar.

Necesitaba estar rodeada de sus brazos, no puedo confiar en la palabra de Zen, presiento que no es nada sincero y hará daño a Damián.

De repente la puerta se abre dejando pasar a un hombre.

-tu, te están esperando abajo- me dice señalándome.

Me levanto y los miro por última vez, quiero observar sus caras todo el tiempo que pueda para no olvidarlas.

-amor mío, no vayas- me dice Damián, siento tristeza en sus palabras.

-lo siento, no tengo alternativa- le digo despidiéndome con la mano

Cuando voy saliendo de la habitación oigo a Damián.

-te amo, nunca lo olvides princesa- me grita y siento un nudo en la garganta, no quiero llorar pero es inevitable.

Volvimos al patio y empezó el ritual, la mujer sabía muy bien lo que hacía, decía palabras en latín que no acababa de entender, no he aprendido esa clase de magia, nunca se me hubiera pasado por la cabeza quitarle la magia a alguien.

Me hacen sentarme en una silla y me atan las manos para que no haga nada, miro a mi alrededor y solo estamos Zen, la mujer y yo, no hay nadie más y eso se me hace extraño.

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