-aquí es, os pido una cosa, sé que no estaréis muy cómodos conviviendo con ellos pero pensar que esto es pasajero, en cuanto nos podamos librar de los cazadores volveremos a nuestro hogar- le informe a mi manada antes de entrar a nuestro nuevo hogar.
-bienvenidos a la casa de invitados del señor Damián, mi nombre es Lucio, si necesitáis algo podéis llamarme y enseguida vendré, poneos cómodos por favor- nos dijo el sirviente de Damián.
La casa estaba muy bien, no es cómo nuestro hogar pero podremos conformarnos, todos estaban esperando mis órdenes.
Cuando todos estábamos acomodados fui a la casa de Damián, tenía que darle las gracias en persona por acoger a mi manada.
-hola señora- le dije a la mujer de Damián.
-hola, bienvenido, espero que su estancia sea agradable- me dijo ella con una sonrisa.
-si busca a mi marido está en su despacho- y se fue, subí las escaleras.
Solo había estado una vez en su despacho y no me acuerdo de que puerta era, hay tantas en esta casa que todas me parecen iguales, toco en una pero nadie responde así que no entro, luego toco en otra y oigo un adelante desde dentro, abro y este no es el despacho, es una habitación de chico y hay un niño en su escritorio, ni siquiera se ha girado para mirar quien ha tocado, me quedo en silencio, creo que es el hijo de Damián pero no sé qué decirle.
Al ver que no digo nada se gira para mirar quien hay en la puerta, no me he movido ni un centímetro.
-Hola, ¿Quién eres?- me pregunta confuso, reacciono y hablo.
-Hola pequeño, soy un invitado de tu papa- el niño sonríe con su cara inocente.
-que bien, gente nueva en casa, que alegría- contesto el entusiasmado, yo le sonreí.
-si… ¿me puedes decir dónde está el despacho de tu papa?- le pregunte, me sentía un poco incómodo con su presencia.
-claro, acompáñame por favor- dijo y se levantó de la silla y le deje paso para salir de su habitación, le seguí hacia el despacho.
-aquí es- dijo señalándome una puerta que era idéntica a las demás, antes de tocar la puerta se abrió y Damián salió.
-¿qué haces con mi hijo?- pregunto con un tono de voz enfadado.
-Hola papi, le acompañe hasta aquí, parecía un poco perdido- dijo el sonriendo, Damián le sonrió.
-gracias por traerlo, déjanos solos campeón- le dijo revolviéndole el pelo, se notaba el cariño que le tenía pero lo entiendo perfectamente.
El chico se fue dejándonos a solas y el semblante le cambió a Damián, me miraba como si hubiera matado a alguien.
-no quiero que estés cerca de mi hijo- entiendo que no confía en mi pero no voy a hacerle daño.
-no voy a hacerle nada a tu familia, no soy tan cruel como crees, solo vine a darte las gracias y no sabía dónde estaba tu despacho y tu hijo me acompaño., eso es todo, no tienes que desconfiar de mí, nunca le haría daño a un niño inocente- le dije y me fui, una cosa es que no quiera la unión y otra es que vaya matando a niños por ahí, no soy tan animal.
-me acabo de mudar a esta casa- le dije señalándole la casa, él la mira también.
-¿y tú que haces aquí?- le pregunto curiosa.
-vivo aquí- contesto el señalando la otra casa, no podía ser verdad.
Empecé a reírme como una loca y el al verme empezó a reírse también, que pequeño es el mundo.
-así que tú también eres nuestra invitada, también tenemos un invitado, que bien lo vamos a pasar- dijo el dando saltitos.
Debe referirse a mi padre, debe haberlo visto antes, bueno al menos no iba a ser tan malo como pensaba, me voy a divertir mucho con el mocoso.
-¿quieres jugar conmigo?, mi amigo Evans está en el colegio pero también vive aquí- tenía que informarme bien de quien vivía en esa casa.
-claro, vamos a divertirnos un rato- le dije sonriendo.
Días después…
Salgo a correr como todas las mañanas, la diferencia es que ahora no voy sola, Carlos me acompaña, siempre intento esquivarlo para que no me oiga salir de la casa pero no sé de qué manera siempre me encuentra, al principio me negaba a correr con el pero la única manera es no salir y no pienso dejar de hacer algo que me gusta porque alguien me quiera fastidiar.
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