-Evans, mira quién ha venido- le digo a mi amigo que está con una magdalena en la mano.
Al vernos se pone serio.
-Hola, Evans, tanto tiempo sin verte- dice Gabriela.
-Hola, no sabía que venías- dice mirándome.
-yo tampoco lo sabía, ha venido con mi tía- le digo.
-me alegra verte- le dice y le da dos besos, en ese momento siento molestia, serán celos.
-también me alegra verte- le contesta ella.
-Gabriela, tenemos que irnos- oigo la voz de mi tía, nos giramos para mirarla y parece ansiosa.
-pero todavía es pronto- dice ella.
-lo sé pero no me encuentro bien, no puedo dejarte aquí o tu padre se enfadará- dice.
-no creo que se enfade pero bueno, será mejor que nos vayamos-
-os acompaño- les digo y voy con ellas hasta la salida.
-te espero en el coche, no tardes- dice mi tía y me da un beso en la mejilla.
-gracias de nuevo por venir, me ha encantado verte- le digo y se sonroja, me acerco hasta ella y le doy un suave beso en la mejilla.
-espero verte de nuevo- dice ella diciendo adiós con la mano.
-Gabriela está bellísima, ¿no crees?- dice Evans a mi lado.
Fuerzo una sonrisa para que crea que no me molesta lo que dice, sé que lo hace con esa intención.
-sí que lo está pero es muy mayor para ti- le digo y lo dejo con la palabra en la boca.
*********
De camino a casa voy pensando en la propuesta de mi hermano.
-Rose, ¿pasa algo?, estas muy seria- me pregunta Gabriela a mi lado, tengo que aprender a disimular mejor.
-solo es cansancio, tranquila- le digo y sonrío.
-si tú lo dices- dice bajito pero lo suficiente para oírla, tan mala soy mintiendo que nadie me cree.
Llegamos a casa y Carlos nos está esperando fuera, se ve preocupado, él sabe la relación con mi hermano y teme que me haya hecho daño.
-Hola, papa- dice Gabriela entrando a la casa.
-¿cómo ha ido?- me pregunta.
-bueno… como siempre- le digo.
Entro dentro de casa y el me sigue, voy hacia mi habitación y me encierro, a los poco minutos oigo como tocan la puerta, por respeto a Gabriela sigo en la misma habitación del principio, Carlos y yo no compartimos habitación.
-Cariño, ábreme- dice desde fuera, me tumbo en la cama, no tengo ganas de hablar.
-estoy cansada, mañana hablamos- le digo y rezo porque se vaya.
-está bien, buenas noches, descansa- dice y lo oigo irse hacia su habitación.
Suspiro, voy hacia el baño y me doy una ducha para relajarme, luego me pongo el pijama y me acuesto en la cama, a los pocos minutos me duermo.
-hija mía, no me opondré pero sabes que su padre sí lo hará, él debe ser como tu amor prohibido, no será fácil que estén juntos- le digo.
-lo sé papa pero no voy a rendirme, la vida no es fácil- me dice y se mete al baño, yo voy hacia la habitación de Rose, toco dos veces y entro.
-buenos días- le digo, ella está en la cama, me acerco a ella despacio e intento darle un beso pero se aparta.
-¿qué ocurre?- le pregunto, esta incertidumbre me vuelve loco.
-nada, déjame sola por favor- me contesta y se gira dándome la espalda.
-no, me vas a decir ahora mismo que está pasando, estas muy rara desde anoche- le digo y se gira lentamente, suspira y habla.
-¿Cuándo pensabas decirme que lo nuestro no durará?- frunzo el ceño.
-¿cómo?- pregunto confuso.
-ya lo sé todo, sé que vosotros solo podéis casaros entre vuestra raza, porque no me lo habías dicho, solo soy un juego para ti- dice y empieza a llorar.
-Rose… eso es cierto pero no estoy jugando contigo, yo te amo- le digo, no me gusta verla llorar.
-mentira, mi hermano tenía razón, solo estás jugando conmigo para cuando llegue el momento dejarme con el corazón roto de nuevo- su llanto se hace más fuerte.
-no voy a dejarte, sabía que no era buena idea ir allá, Rose, escúchame, ¿no te he demostrado en estos dos años que te amo?- ella me mira y asiente con la cabeza despacio.
-entonces porque haría algo así, ¿me crees tan despreciable?- ella agacha la cabeza y la abrazo, no quiero que sufra por las palabras de su hermano.
-pero, tú has dicho que eso es cierto… ¿Cómo puedes seguir conmigo?- me dice.
-no voy a casarme con ninguna otra mujer que no seas tú, ¿entiendes?- le agarro la cara y le doy un beso ansioso.
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