Secretos de Lobos. romance Capítulo 15

                                            Narra Charlotte.

Aún mis manos temblaban, y no es que esté asustada, -claro que no-, es que me cuesta mucho comprender cómo un hombre que se muestra tan caliente pasa a ser un bloque de hielo total en cuestión de segundos y siento temor a caer un día, entregarme a él y luego volver a mi realidad siendo la mujer que tiene que compartir su cama con tres mujeres más y esperar a que mi esposo mandón tenga deseo de mí.

«Yo acepte esto, y tengo que aceptar que tal vez por más que niegue y no quiera, este seguirá siendo mi destino»

Me senté sobre la cama, con la respiración agitada aún, y me toqué los labios, sintiendo sobre ellos un pequeño hormigueo, y no sé en qué momento cerré los ojos reviviendo el calor de su beso.

Me ruborizo tanto que siento mi piel arder de la vergüenza. No sé si será eso que llaman el reloj biológico, puesto que cada molécula de mi cuerpo lo exige a gritos, como si muriera por sus caricias y de súbito mi apetito sexual se ha incrementado, tanto que me es imposible encontrarle una explicación lógica. 

«Él es apetecible, pero su pésimo comportamiento es desagradable, ese de yo si soy mega-macho» lo criticaba en mi interior. 

—La americana que se pone cachonda nada más de ver a un macho que se cree un sultán con un harén exclusivo—dije hablándole a la nada y después de escucharme me siento ridícula, porque a pesar de todo creo que lo que habla en mí son mis celos. Si, siento una mezcla de sentimientos extraños que me hace pensar que estoy celosa al pensar que ahora mismo él debe estar con una de sus otras esposas para bajar esa calentura que no pudo calmar conmigo.

¿Cómo es posible que un completo imbécil, un arrogante, sea capaz de hipnotizarme de tal manera tan solo unos días después de conocerlo?, Cuando ni siquiera se dignó en conocerme antes de casarnos.

—No puedo olvidar el desplante que me hizo—, hablé con mi yo idiota que desea como loca arrecha a Karim.

Me estremezco cuando mi vívida imaginación empieza a deleitarme con el recuerdo de la oscura belleza de Karim, y me embarga tal deseo por ir a buscarle y no dejarlo saciar su deseo con otra, sino conmigo, pedirle demandante que me desnude y me folle hasta no poder andar. Embriagada en mi alucinación que me empiezo a sentir mareada. 

No sé qué me está ocurriendo, pero tengo muy claro que no es normal. 

Al menos no en mí, no soy una mujer que vive carente de caricias, ya que he conocido el placer de todas las formas vividas y no soy de andar alucinando con un hombre.

Me paso la lengua por los labios resecos, y me dejo caer sobre las almohadas sintiendo pereza pararme a ponerme el pijama.

Mirando al techo la libido abandonó mi cuerpo para darle paso a una pena que empezó a forjarse en mi pecho, cuando pienso en qué tal vez me costará mucho volver a ver a mi mamá, siento como si estuviera perdiendo mi hogar y a mi familia. El nudo se formó en mi garganta y me eché a llorar de nuevo sin poder aguantarme. 

Apreté mi cara contra la almohada.

—Mamá, mi mente está hecha un caos, yo que siempre tenía claras mis convicciones, ahora dudo, pero tal vez todo esto lo siento por el cambio tan brusco de mi vida— musité, queriendo tenerla a mi lado para dialogar sobre todo esto. Busqué nuevamente mi móvil con planes de llamarla para escuchar al menos su voz, pero cuando marqué su número me salió fuera de servicio.

Pasé varios minutos llorando hasta que dejé de hacerlo y me quedé sollozando en medio de la cama; de pronto, me sentí agotada, emocional y físicamente, pues mi mente no deja de pensar en Karim, en su manera de mirarme, en lo bien que se sentía su cuerpo pegado al mío, en cómo sus labios jugaban con los míos. En cómo su erección palpitaba sobre mi vientre.

Aprieto los muslos fuertemente y me maldigo, hasta mi tanga se siente incómoda por la humedad que se ha creado en mi entrepierna; pues nunca he estado tan cachonda en mi vida. 

Necesito unas horas de sueño antes de empezar a reflexionar en qué hacer con toda esta situación. 

Lo único que tengo claro es que Karim ha despertado un lado de mí que yo ni siquiera sabía que poseía y que tengo que mantener controlado, al menos mientras estoy a su lado.

No puedo permitir que sepa que me hace perderme en la lujuria y deseo. 

Me levanté, caminé hacia el armario, saqué un diminuto pijama de camiseta y pantalón corto holgado, de tela suave.

Entonces con la ropa en la mano me dirigí al baño y empecé a desnudarme, quitando todo hasta que me quedó la tanguita que quité con rapidez, notando lo llena de fluidos que estaba y apreté los ojos, avergonzada de ponerme tan cachonda cuando Karim me toca o lo pienso.

Luego de ponerme el pijama sin ropa interior, puesto que me siento mucho más libre dormir así, regrese a la cama. Y en el momento que me acosté sentí mi sexo palpitar y mis pezones rozan contra la tela de mi camiseta, sensibles y endurecidos. 

Todavía puedo sentir sus manos sobre mí, acariciando cada centímetro de mi piel y a esa sensación le agrego el deseo fantasma de percibir el calor de su boca alrededor de mis pezones, succionando y mordisqueando. Su lengua trazando líneas sobre mi piel de manera descendente hasta hundirse entre mis piernas. 

Aún siento el sabor de su lengua en mi boca y de la necesidad de sus dedos dentro de mí, aunque no lo he sentido, ni sé cómo sería, me imagino que debe ser placentero.

Vuelvo a cerrar los ojos y suelto un gemido. No sé si sentirme agradecida de que mi imaginación sea tan vívida o maldecirme por ello. 

Estoy tan mojada y sensible que hasta el roce de la tela contra mi sexo es incómodo. 

Con un suspiro, meto la mano bajo las sábanas y la cuelo dentro de mi pantalón del pijama, acariciándome tal y como me gusta: firme, duro y en círculos sobre mi clítoris. Me encuentro tan excitada por mis alucinaciones que no me cuesta mucho llegar a la cima.

Y lo hago nuevamente cuando mi cuerpo demanda más. Me siento insaciable. 

Gimoteo cuando los espasmos me recorren por entera, tanto de alivio como de desesperación, porque aún siento que necesito más. 

«Le necesito a él» es una verdad que mi mente y mi corazón no han dejado de repetirme desde que me besó.

Le necesito dentro de mí, llenándome con su longitud y cabalgándome como si no hubiese un mañana. Me pregunto en qué se diferenciará tener sexo con un hombre como el tan diferente. 

¿Tendrá tabú sobre el sexo desbordado?

¿Será que con él hay que hacer lo simple?, Puesto que lo explícito está prohibido según su forma de vida.

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