Secretos de Lobos. romance Capítulo 18

                                              Narrador

Karim estaba detrás de Charlotte y cuando ella se giró para irse de allí, chocó contra su musculoso cuerpo y saltó a la vez que tiraba un gritó que Karim ahogó con su grande mano, cuando cubrió su boca y la acercó a su oído.

—Tú eres demasiado desobediente, creo que le pediré a tu padre que cumpla con el honor—, Charlotte por primera vez mostró terror en sus grandes ojos, pero Karim solo quería asustarla, aunque estaba molesto.

Estando así, con la nariz cerca de su cuello, la olió, tuvo que soltarla con rapidez.

—Haz lo que quieras dictador— le gritó irritada sin importar ser escuchada por sus padres.

Entonces camino furiosa hacia ellos— ¿cómo te encargarás de mí si tu fabuloso yerno me dejara?

— Charlotte…,

—Lo acabo de escuchar todo papá, no quieras engañarme— le señalaba con un dedo.

—Charlotte compórtate hija, no empeores la situación— le pidió como un ruego Marín.

—Estás aceptando que me asesine porque es más importante su vida en este lugar, por eso me has evitado — le reclamó con dolor y Marín manejada por el enfado, no lo pensó y le dijo.

—Esto fue lo que escogiste —, la mirada de furia de Charlotte pasó a ser una de decepción.

—Lo escogí por ti, madre, para que viviera el amor que anhelaste durante años, sentí que te lo debía porque invertiste tu tiempo solo en mí que olvidaste vivir, — Charlotte limpió una lágrima que se deslizó por la comisura izquierda de su ojo —, pero esto fue lo que yo elegí y tienes razón, — ella se volteó mirando a Karim— pide que mi padre cumplirá, pero té aclaro que vas a elegir porque no pienso cambiar.

Antes de que Charlotte pudiera salir de allí, Karim le pasó a Ashk el cheque, y ella se detuvo mirando todo, — le pedí quedarse un poco más para hacerle entrega de lo acordado, tengo planes de ayudarlo a recuperar su empresa, todo depende de Charlotte—, Karim la miró y ella rió graciosa.

—Vaya, ahora me compran con aprobación, que debo de hacer padre, entregarme esta noche a tu yerno para que mañana te llegue otra cifra más grande—, ahora su enfado había pasado a ser burla, aunque no niega que le aterró pensar que Karim pediría que la asesinen, pero ella no acata las reglas y mucho menos una de un hombre que se cree Dios porque todo a su alrededor parecen idolatrarlo.

Marín tomo a Charlotte del brazo llevándola con ella, y cuando sintió que estaban lejos le dijo:— mi amor sabes que nunca permitiría que te lastimen, incluso pensé en que si ese hombre le pedía a tu padre llevarte, volveríamos a escondidas a Filadelfia, pero eres muy intensa Charlotte y no sabes escuchar y callar, aunque te reclamé algo que no debí debes aprender que sin palabras se dicen muchas cosas—, Charlotte rió, pues ahora que estaba más calmada aunque no dejaba de estar molesta en parte comprende que su madre nunca dejaría que Ashk le haga algo.

—Perdóname mamá me conoce, es mi naturaleza ser impulsiva, pero prometo que trataré de mejorar— le dijo apenada.

Marín sonrió, mientras negaba con la cabeza, recordando que eso mismo le prometió su pequeña cuando tenía doce años, pero la ama tanto que la adora como es, incluso alguna vez sintió orgullo por el carácter fuerte que mostraba su hija, solo que en ese lugar no es el indicado en una mujer, que es una de las esposas del hombre más reconocido por ser un hombre apegado a la orden y costumbre, — bien mi Charlotte, pero prométeme que lo harás mejor, sé que no te gustan las reglas, sin embargo, eres inteligente y puedes usar las reglas a tu favor, como yo por ejemplo que ahora duermo cada noche con tu padre siendo un matrimonio normal entre una sola pareja, solo que dentro de la casa somos más mujeres—, Marín le guiño un ojo a su hija y ella rió,  Marín le hablaba sin rodeos, y nunca lo hizo, su hija más que una hija fue su amiga, y siempre le mostró y enseñó las cosas de la vida sin maquillarlas, pero también siente que falló porque no le advirtió que el amor no es puro cuento de hadas y fantasías.

—Me dices eso, pero, muy en el fondo, te noto triste—, le hizo saber Charlotte, ya que vio en su mirada que el brillo de antes no estaba.

Marín borro radicalmente la sonrisa que tenía en su rostro, — también me cuesta adaptarme a esta vida, por esa razón, hace años, no accedí a esta vida, sabía las consecuencias y todo lo que tenía que dejar de lado, es muy difícil, cuando se nace como lo hemos hecho nosotras en plena libertad, y lo que más tristeza me causa es saber que tú no eres feliz y que por más que te lo pida nunca vas a aceptar nada de esto.

                                                  Narra Charlotte.

Regresé a mi habitación, a pesar de haber dialogado con mi mamá, sigo algo indignada y doy vueltas como loca, y me pregunto en qué estaba pensando, cómo fui tan tonta en creer en los cuentos románticos de mi madre, yo que siempre he defendido la libertad; mi libertad, ahora estoy aquí encerrada en esta jaula de oro. Quise darle felicidad a mi madre y terminé haciéndola sufrir más, aún recuerdo su expresión de dolor de mi padre al decirme que si no me comporto es su obligación encargarse de mí, “por honor”, pensé que mi padre era una especie de Aladdin en alfombra mágica y en realidad es un mafioso, porque el tono en que lo dijo parecía que encargarse de mí se refería a matarme, pues no sería tan difícil, solo tiene que sofocarme con los kilómetros de tela que me obligan a usar, de estar en Estados Unidos me hubiera divorciado mil veces, yo no puedo vivir así, pero ahora no tengo opción, “fue esto lo que escogiste”, esas palabras de mi madre se repiten en mi mente, sonrío entonces porque recuerdo que siempre me he salido con la mía, se puede decir que mi especialidad es doblar las reglas, ajustarlas a mí, como cuando esa profesora horrible que le decían puente roto porque nadie podía pasar su asignatura se hizo mi amiga, solo me costó darles uvas pasas de regalo cada día, aun ni sé cómo me enteré de que le gustaban, no obstante, eso bastó para que fuera la profesora más consentidora y considerada, pues quizás pueda convencer a mi autoritario e infiel por conveniencia esposo con algunos dátiles son como uvas pasas gigantes para mi marido grandote, tan bello que es el condenado.

Escucho la puerta y espero que sencillamente pasen de largo, total en esta casa hay reglas para todo menos para la intimidad y por supuesto al respeto.

—Charlotte, quisiera hablar contigo, ¿puedo pasar?

Me quedé de piedra, ¿en realidad mi excepcional marido me acaba de pedir autorización para entrar?, no lo puedo creer.

—Si vienes para que te agradezca lo que acabas de hacer, pierdes tu tiempo y te advierto que elegiste seguir conmigo sabiendo que no seguiré tu costumbre obsoleta, que más bien creo que lo haces para imponer tu voluntad—le dije nerviosa, en realidad ahora se me hace un poco difícil tenerlo cerca.

—Deja de ser tan terca, no he venido a discutir, solo vengo a decirte varias cosas—, con la mano le hice una señal para que continúe mientras me mostraba a la defensiva, no puedo bajar la guardia cuando estoy a su lado, — te advierto Charlotte que tu comportamiento no me daña a mí sino a tu familia y está vez no es amenazándote que estoy, sabes que de ti depende que la sociedad no discrimine a tu padre y hermanos, yo solo cuido mi apariencia—, lo vi dudar, tal parece que se limitaba a decirme algo más pero lo pensó.

—Qué quieres decir.

—Charlotte, te queda hermoso ese vestido, incluso por momentos, claro, aunque no siempre, me parece muy interesante tu actitud soberbia de mujer dura, pero no estamos en América, y yo no quiero ser el centro de atención, lo más que busco evitar es que me hostiguen con rumores sobre mí, la sociedad me admira; sin embargo, una falla así de pequeña y no pararan hasta verme destruido—, él juntó a su dedo índice y el pulgar dejando un mínimo espacio.

—Porque vives aquí si tú también piensas que es absurda esta forma de vida, — mire todo —con lo que tienes podría vivir en un lugar donde puedas hacer lo que quieras sin importar lo que los demás digan.

—Esto es lo que conozco y no puedo irme así sin más, tengo una vida aquí, todo mi mundo está en este lugar.

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