Narra Karim.
Ahora ya estoy perdido, no solo me salió mal el no poder encontrar la manera de salvar a Charlotte, sino que encima de todo me va a odiar al saber mis planes iniciar con ella, y lo peor es que temo a enfrentarla, más de lo que temo a enfrentar a mi pueblo, ya toca protegerla a si tenga que recurrir al método que no quería y ese es tener que castigar a quienes no obedezcan mis deseos de tenerla a mi lado. Pues me imagino que me pedirán sacarla de la manada, pero sobre todo borrar su memoria, cosa que por supuesto no haré nunca.
—Mi alfa, sé que lo hice mal y me arrepiento, pero en mi defensa le digo que solo quise mostrarle a usted que esa mujer no podrá quedarse a su lado, nuestros mundos son distintos, ella nunca podrá ocupar un lugar digno de una loba fuerte por más que usted así lo quiera, seguirá siendo una humana débil, que nadie aquí aceptará como reina—hablaba Saima y es que esta mujer parece no temerle a la muerte hablando tantas babosadas.
—Aquí quien decide las cosas soy yo, y si digo ahora mismo que ella es mi reina, nadie se opondrá a eso, aunque Charlotte sea una débil humana, y el que no sienta correcta mi decisión tiene dos caminos, o muere bajo mis garras, o deserta siendo un lobo sin manada—, la vi abrir los ojos como platos, parece que aborrece la última opción, así que dejándome ver que tengo razón se dejó caer de rodillas.
—Me arrepiento mi alfa, he cometido un error que no volverá a ocurrir, por favor déjeme en la manada, seré la maestra de música de los cachorros—, juntó las manos implorando mi misericordia, y yo no soy de perdonar más cuando claro le advertí no seguir metiéndose con Charlotte o mis decisiones.
—Dame una razón por la cual debo yo perdonarte, ¿acaso seguiste la orden de tu alfa? —, ella negó sin mirarme a los ojos.
—No, pero juro que no volverá a suceder.
—Lo mismo me dijiste hace apenas…, — fingí estar pensativo, — un día y te di una segunda oportunidad, no soy de dar segundas oportunidades y lo hice por la memoria de tu hija—, ella levantó la mirada y se mostraba decepcionada.
—¿Mi hija?, ¿ya no es su luna?, tan rápido cambió el estatus de mi difunta hija en su corazón—, sus lágrimas no me conmueven como antes.
—Me has apuñalado por la espalda y estás exigiendo estatus, te dije que no quería creer que eras como Kasul y demostraste ser peor, al menos Kasul mostró de frente odiarme, tú finges quererme como a un hijo y por la espalda me destruyes—, me levanté de mi sillón y caminé a su lado.
—Yo rey de los lobos, te destierro a ti Saima Bari a deambular por el mundo sin un lugar para ti, con el poder conferido por la madre luna, condenaré a todo aquel que te acoja eludiendo mi ley— de la palma de mi mano salió una luz que fue a parar a su pecho, cambiando su aura y aroma, que de agradable pasó a ser molesto a nuestro olfato. En mi cabeza escuchaba como cada alfa de todas las manadas existentes respondían a mi orden, y de Saima salió un grito de lamento, tras saber que ahora era un lobo que prefería morir, pero que no podía hacerlo sin mi permiso. Su rango pasó de ser mucho a nada, siendo más bajo que el de una simple omega.
—Vete y no vuelvas a aparecer delante de mí, al menos que yo te llame—, le mostré la salida de mi casa, conociendo ella el camino que debe seguir.
—Espero que mi rey no me deje sufrir por muchos años—, esto último lo dijo dejando salir a su loba que de ser blanca pasó a ser gris y sus pelos empezaron a perder todo brillo. Un último lloriqueo salió de ella y sin más emprendió su camino.
—Alfa, ¿qué haremos con Charlotte? — me pregunta Mohamed.
—Nada, ya debe quedarse aquí a mi lado— le respondí calmado, no había de otra.
—Entiendo, ¿entonces la otra humana, se quedará sola?
—Hasta que Adub le busque una solución. Sí, dile a Farzana que contrate un personal de servicio para ella, y que le diga que me fui de viaje con mis otras esposas, que no sabe cuándo volveré y que si ella le reclama que es injusto le cuente que ese es mi manera de castigarla—, le ordené y él solo asintió, saliendo sin decir más a cumplir mi pedido.
—Sal vampiro, sé que estás aquí, no pruebes mi benevolencia—, voseé sintiendo el asqueroso aroma del príncipe vampiro que no había salido de mi manada y lo dejé por qué necesito hablar con él.
—¿Podría ayudarte con esa humana?, igual que la otra puedo quitarte ese tormento, la sangre de mujeres vírgenes es exquisita.
—No te atrevas, no andaré limpiando tus imprudencias—, le rugí molesto cuando apareció delante de mí.
—El rey sacó tiempo para ver a su mascota, o ¿cómo debería nombrarme a mí misma?, ¿podría decirme el señor alfa?
Karim no dijo nada, solo la miraba, veía como ella estaba a punto de llorar.
—Con razón, ese aire de superioridad, claro que mierda, te iban a importar los humanos si no eres uno.
Las palabras golpearon a Karim con fuerza, en su pecho sintió pena y su lobo sintió el peso de las amargas palabras dando un pequeño aullido, cosa que lo desconcierta, porque jamás sintió antes lo que siente por Charlotte, y a decir verdad no le gusta, lo hace sentir susceptible y si su manada supiera el poder que tiene Charlotte sobre él no dudarían en acabar con ella, ellos mismos, y no serían mal vistos por los lobos de todas las manadas del mundo, pues solo atacarían aquello que amenaza con su existencia, ya que su deber es utilizar a Charlotte aunque nunca lo vio así antes. Ella esperaba que él dijera algo y Karim pudo oler la esperanza en ella y en un acto egoísta, pero desesperado usó eso a su favor.
—Charlotte, necesito que hablemos, pero contigo calmada y no en ese estado, porque así nada me entenderás, relajémonos un poco, me alegra poder tenerte aquí, no sabes las veces que desee tenerte aquí, como lo he soñado.
Charlotte desvió la mirada y eso a Zilo le dolió más que mil dagas de plata clavadas en su corazón.
—Cuando llegué a este país, cuando me indicaron lo que debía de hacer, vi en mi padre a un monstruo, y eso lo hice cuando sentí el miedo de que él me tuviera que asesinar por honor, creí que había llegado a un mundo sumamente humillante para las mujeres.
—Yo no soy así, yo soy diferente, todo aquello fue solo un teatro, tenía que fingir seguir esas normas.
—Podría decirme: ¿cuáles fueron tus razones para tener que fingir?
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