Secretos de Lobos. romance Capítulo 59

Narra Charlotte.

¿Qué estoy haciendo?

Me pregunto una y otra vez, pues se supone que debo castigar a Karim por su forma tan inhumana en no considerar la vida de las mujeres a las cuales nos las dañó, al proponerse un plan muy egoísta, bien, él necesita a un hijo para llenar de fuerza a su especie como él dice, pero acuesta de la vida de alguien que en este caso es la mía, y por la razón más perversa y enferma que es por poder.

Lo que me hace pensar que para ellos nuestras existencias significan nada, y si él no sintiera eso que dice por mí poco le habría importado que muriera, ahora me pide luchar a su lado y otra en mi lugar vería correcto hacerlo, pero aun la espina del dolor, me queda.

—No creo que deba confiar en ti, pero igual, no te impido demostrarme tu amor, déjame ver qué tanto estarías dispuesto hacer por mí entonces veré si eres merecedor de mi amor, querido alfa— le dije mientras bajaba a su lado, mirando que aquí Karim parece otro tipo de hombre muy distinto al que conocí, aquí anda con el pelo alborotado, vistiendo con un jean apretado, botas de cuero, suéter, abrigo y lo que más me deja perpleja son sus dos aretes en ambas orejas. El hombre que conocí fue una mera ilusión, ese empresario perfecto, de traje pulcro que todo lo manejaba con reglas y leyes, aquí era más libre, aunque se mostraba igual de preocupado, soberbio intimidante, peligroso y claro bastante déspota con ese aire de rey que me molesta.

—Puedo sentir cuando me hablas con sarcasmo, y si, Charlotte te demostraré mi amor, aunque no sé cómo convencerte igual, sé que lo haré, pero te pediré encarecidamente que no hagas nada tonto, menos hoy, debes mantenerte tranquila, — yo estaba en el segundo escalón cuando él ya estaba abajo mirándome de frente.

—No soy una loba para que me ordenes, yo sé que aquí literal me odian y no soy tan estúpida como me piensas—, vi cómo se pasó la mano por la cara, siento como odia que yo le hable igual de autoritaria y determinada como lo hace él conmigo, pero no seré dócil, es momento de que muestre de qué estoy hecha si no quiero solo ser el sacrificio que este mundo extraño espera, si he de sacrificarme será por decisión propia.

—Odio que seas tan mandada, eso te quita todo lo tierno, te amo, pero eso no quita que vea tu soberbia—, mis puños gradualmente se cerraron, y apreté los dientes.

—Somos dos, ¿qué piensas?, ya le dije te amo y ella se estará sumisa, igual me dices amarme y me veo aquí siendo mangoneada por ti, eres el primer hombre con el que he follado qué es tan insoportable y posesivo—, cuando esa última palabra salió de mi boca solo supe cuando me encontraba atestada contra una pared, y su resuello acariciaba la piel de mi mejilla izquierda.

—Deja de hacer comparaciones que odio—, creí que me quebraría la cintura a la mitad.

—Pero qué te molesta, que diga lo tanto que he follado con otros machos o que los considere mejor que a ti, — un gruñido se hizo presente y sus ojos dorados que antes creí ver una vez y que ahora confirmo y es real me miraban fijo como si me estudiará el alma, — bueno, si fueron mucho mejores, pues ningunos de ellos buscaba mi muerte, solo cogerme duro y rico—, si, no niego que en medio de todo también quiero crearle molestia, al menos que sienta un poco la desazón que me cargo yo.

—Calla Charlotte, pides que te demuestre mi amor, y juegas con mi naturaleza, luego me dejo manipular por el instinto y me llamaras monstruo—, su voz salió ronca, tan fuerte que parecía otro hombre y vi como cerraba los ojos y me apretaba más la cintura al punto de provocarme un poco de dolor.

Se agachó y su cabeza se perdió en mi cuello dejando pequeñas mordidas en mí que me ardían, era como si tuviera dientes filosos que igual no entraban en mi carne, pero me rasguñaba la piel y es molesto.

—Ahora iré de cacería con mi gente y me esperarás sentada en la plaza al lado de la fogata, sin decirle una sola palabra a nadie y menos responder a lo que te digan—, susurraba sin alejarse de mi cuello y no sé en qué momento esas mordidas dejaron de ser molesta para convertirse en algo placentero que me conllevo a cerrar los ojos y disfrutar de ellas.

El aroma a sándalo que por momentos sale más intenso de él volvió a embriagar mi ser y me pierdo cuando eso sucede, pareciera como si su cuerpo lo expulsa, más intenso, logrando calmarme cuando estoy enfadada o inquieta; alejando de ese modo mis deseos de hacerlo sufrir y solo abrazarme a él, pedirle que me haga el amor, aun eso conlleve el riesgo de quedar embarazada.

—¿Qué haces?, por qué cuando ese olor se hace más intenso me dominas, es como si tuvieras ese poder y es trampa lo que haces— le reclamé sin poder alejarlo por qué siento perder mi voluntad.

—Tú no me dejas alternativas, y aunque las mayorías de las veces quiero ser honesto contigo y tratarte sin usar ningún poder es difícil descifrarte—,  me confesó rozando sus labios aun contra mi piel, y me apretó nuevamente a él pero esta vez haciéndome sentir sobre mi vientre su hombría.

—Eres un mañoso— le reclamé, pero también no quiero quedarme sola con estas personas.

—Llévame contigo y así no te arriesgas a que discuta con estas personas— le chantajeé a mi manera.

—¿Tienes el valor necesario para subirte a mi lomo mientras corro detrás de una presa?

Narrador.

La segunda esposa enseguida fue informada de que su esposo se fue junto a las otras dos, supo que literal la había abandonado, dejándola sola en esa fría y grande casa que ahora estaba acabando con su cordura, pues sentía escuchar voces y ver el fantasma de Shacia.

—Esposo…, ¿has regresado por mí?— gritó eufórica cuando vio a Kasul entrar a esa casa, quien tras esperar en el bosque, ansiando ver a Charlotte y no sentir la esencia de su hermano cerca y de ningún otro lobo se arriesgó a entrar, para tratar de investigar hacia donde habían ido por qué juraba que a la manada no había sido.

—Supongamos que sí—, ella se levantó del sillón en donde estaba y salió corriendo para acercarse a ese hombre que supone, es su esposo.

Él miraba para los lados queriendo detectar algún aroma, fuera de lo común, algo que le diera detalle de donde estaba su hermano con las otras humanas, suponía con mucha seguridad que a la manada él no la llevaría pues, estaba prohibido y el rey no rompería sus propias reglas, al menos que esas humanas estuvieran algo que aportar a ese territorio, — ¿Buscas tu biblioteca?— preguntó Fátima, siendo mucho más tonta de lo normal.

—Sí, vamos, tengo algo que decirte— ella asintió con una sonrisa radiante en el rostro y lo guió, como esposa sumisa.

—¿A dónde iremos?, Nazia y la americana están en otro lugar—,  Kasul respiro hastiado cuando con esa respuesta vio que ella no tenía idea de dónde estaba su hermano con Charlotte.

—¿No tienes idea de dónde pueden estar?— cuestionó a medida que torcía los labios en un gesto de inconformidad.

—¿A qué juegas esposo?, no sé dónde las has llevado, pero no me dejes aquí sola—, casi rogó y sus ojos seguidos se aguaron, cabizbaja, y dócil.

—Sabes ahora estoy muy molesto y estresado, cuando estoy así solo puedo calmarme con un poco de diversión— dijo él a medida que se aproximaba, dando zancadas y la mujer que lo supone su esposo retrocedió varios pasos, pues, sin importar que Karim nunca fue cercano a ella y ahora que se aproximaba Kasul igual sentía, un poco de temor.

—¿Quieres que completemos nuestro matrimonio?— inquirió aún incrédula y con una alegría que a pesar de sus nervios no pudo evitar mostrar.

—Supongamos que sí— está es su respuesta favorita por qué siente un deje de burla cada vez que responde de ese modo y sonrió pareciéndose ahora interesante jugar con esa humana y con su hermano por qué un plan macabro surco rápidamente su cabeza.

Tras tener a Fátima contra la pared, le dio la vuelta y alzó la falda de su vestido, rasgando de un tirón sus bragas poco sexis, y dejando ronchas en su piel.

—Vamos a tu recámara esposo, en la cama podríamos estar más cómodos, justo como cualquier pareja lo haría—, pidió tras pensar que no había nada de ternura en aquello y aunque no sabía mucho al menos entendía que no se sentía tan frío que un hombre, más su esposo que la toque de esa manera.

—¿Cama?, sentirás igual aquí o allá, no haré más que esto—, la hizo abrir las piernas pasando los dedos por el centro de la entrepierna de la esposa casta de su hermano y sonrió —ustedes son muy obediente— luego de decir eso, hizo un mohín con los labios recordando que Charlotte no era tan dócil, — bueno, no todas— reiteró, sin embargo, poco le importaba la obediencia de esa mujer, ya en su perversa cabeza el destino de Fátima estaba marcado y con ella ahora solo desahogara su frustración de no encontrar a la humana que quiere su hermano. Estas solo eran efímeras diversiones.

—Como gustes esposo.

—Bien, bien…, —murmuró a su espalda con gesto calculador, tan cerca de su cuello que ella tembló esperando un beso o una caricia que no llegó.

—Tu obediencia me endurece, pero simple eso—,  no evitó expresar y ella idiotizada ni entiende sus palabras, cosa  que  él sabía y le causó más morbo, poniéndose tan duro como una piedra y acicateó su deseo, hasta que no pudo ser más comedido con la mujer mansa e inútil que tenía delante;  bajó la bragueta de su jeans y con un solo y ágil movimiento metió sus muslos entre los de ella haciendo que se recostase hacia adelante y la leve resistencia que ella puso cuando se sintió amenazada fue sofocada por una mano en su nuca que la sujetaba con fuerza.

De una sola estocada entró en ella arrancándole un grito agudo. Kasul empezó a moverse sabiendo que claro le causaba mucho dolor, pues de por sí el pequeño cuerpo de la humana no podría resistir.

Agitada como un pez falta de aire sus dedos intentaban buscar de donde agarrarse y no encontraban.

—Esposo me lastimas tanto—  chillaba y él acercó su boca al fin a sus mejillas llenas de lágrimas.

—Vamos, querida puedes hacerlo mejor, ¿verdad?

Kasul se concentró en alcanzar el ansiado clímax, se irguió y rugió su descarga.

Entonces la soltó temblorosa y lloriqueando como una niña entre lamentos, ella se volvió a verle.

—Eso fue horrible— le manifestó con rostro adolorido.

—Creelo es peor que murieras sin ser usada— se burló acomodando su ropa para irse y ella abrió los ojos como platos.

—No me llevarás contigo— lo siguió aún con su entrepierna manchada por la sangre de su propia inocencia.

—No es correcto que me lleve a la esposa de mi hermano, al menos no a ti— dijo él con toda la malicia que puede existir en su interior.

—¿Estás bromeando conmigo?, por qué aún sigues enojado— ella no detenía sus pasos, aunque ya se encontraban fuera de la casa.

—Pregúntale a Karim — Kasul se detuvo un momento—, no tendrás que hacerlo él sentirá que estuve aquí.

—¿Como que eres su hermano? —Fátima no podía pensar con claridad y él se perdió bosque adentro dejando a Fátima con suficientes dudas y sin comprender nada.

«Estoy segura de que mi esposo solo bromea, está es su manera de darme un castigo, pero no importa, al menos no estoy siendo repudiada» pensó ilusa y sonrió aún con dolor en su bajo vientre.

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