Secretos de Lobos. romance Capítulo 6

                                             Narrador.

                                        Una semana después: 

Charlotte estaba cansada de escuchar los parloteos de la ex primera esposa de su padre que no se callaba criticando el hecho de que su prometido no había ido a conocerla y de lo desagradable que representa eso para la familia, ella estuvo a punto de tomar todas sus cosas y regresar a filadelfia, pero se frenó de hacerlo para no fallar con lo que prometió, su madre y su hermano no lo merecían, ahora estaba siendo nuevamente arreglada para la boda, se decía a sí misma que esperaba que el esposo no enviaría a otro a casarse en representación de él por qué ya eso sería el colmo de los colmos.

— ¿Para qué rayos me aplican tanto maquillaje?, si de todos modos me cubrirán el rostro con esa funda de tela, mínimo eso lo hicieron para mujeres feas y se convirtió en la moda— protestaba en un perfecto español que las madrastras no comprendían y se guían untándole talco en su rostro y peinando su largo cabello mientras hablaban entre ellas de lo poco que le duró la oportunidad de vestir a una chica, ya que ellas soñaban con tener niñas, pero ninguna tuvo la posibilidad así que cuando Charlotte fue llevada por Ashk sintieron una mezcla de felicidad, puesto que estas mujeres no saben lo que es sentir celos por el esposo que comparten porque se acostumbran a tener presente que el marido es de todas y puede tener cuantos hijos y mujeres quiera. Era la primera vez que en la casa se realizaban los rituales de una novia y eso les emocionó mucho, estaban encantadas con las preparaciones realizadas durante esos días, sin embargo, para Charlotte todo fue muy agotador, estaba exhausta y ansiaba que todo aquello llegara a su fin rápido.

—Porque no pudo ser una boda tradicional americana, hubiera sido hasta más emocionante, quizás hubiera elegido un vestido blanco precioso, me casaría utilizando unas converse, total el vestido se encargaría de cubrirlo, pero soñar no cuesta nada Charlotte— hablaba consigo misma y al final terminó riéndose de su propia locura.

 Más tarde empezó la extraña ceremonia que para Charlotte era algo fuera de serie, pues no estaba acostumbrada a esos tipos de boda, se realizaba en un gran salón de una casa que no sabía, total, no conocía nada allí, apenas había salido muy pocas veces, así que supuso que era un sitio especial o una casa de un amigo del novio, a donde fueron bastante invitados.

— ¿De dónde salieron tantos invitados? — se preguntó a sí misma, sin limitarse a decirlo en voz alta, ya que cuando quería decir algo para que no la comprendieran lo decía en español, y se limitaba hablar en inglés por dudas a que ellos entendieran.

Mientras que Karim estaba junto a sus tres esposas, que seguían tan molestas, por la nueva esposa y que a él solo le causaba alegría notar lo silenciosas que estaban, caminaban a su lado hasta que fueron a tomar asiento a la mesa asignada para ellas, luego que las dejo ubicadas, él fue hacia Charlotte, quien se quedó sin aliento cuando ese hombre tan apuesto se detuvo delante de ella.

—¿Será este?, o es que tengo alucinaciones; cabello negro, ojos grises verdosos, brazos musculosos, y dedos deliciosamente largos y bien cuidados, “apetecible”—lo detallaba, mediante balbuceos mostrándose incrédula, pero tras ver el gesto de desagrado de Karim volvió a susurrar— no hay duda, es él, la belleza deja de ser importante cuando se tiene un carácter tan asqueroso como ese.

Karim le brindó su brazo, sin tan siquiera mirarla; fueron ante el imán que lo casó, haciéndolo firmar el acta matrimonial después de hacer algunos rituales, fue todo muy rápido, mucho más de lo acostumbrado, ya que así lo exigió Karim, y bueno como él es el del dinero había que cumplir su voluntad. Todos notaban el poco interés del novio, cero alegrías, siempre era la novia la que mostraba esa conducta, hoy era el esposo que se tornaba frío ante la celebración.

En un momento Karim sintió curiosidad y miró las manos de Charlotte decoradas con diseños hechos en henna, ya que el shalwar kameez cubría cada parte de su cuerpo y el velo en su cabeza no le dejaba corroborar lo que le habían dicho su beta y delta.

                                                    Narra Charlotte.

—Vamos a sentarnos— me dice con voz profunda y ronca, muy masculina. 

Yo me sobresalté, pues ni siquiera estaba pendiente a la bendita ceremonia tan extraña. Si no que me encontraba ensimismada, estaba contemplando lo glamuroso que es este lugar y su belleza, que he perdido por completo la noción del tiempo y el espacio. 

Cuando lo miré, sentí mi corazón latiendo a mil por hora y sin saber por qué, ya que he visto hombres muy guapos, pero con este presumido, el aliento se me atasca en los pulmones y la sensación se hace mucho más intensa. 

Tan intensa que no puedo apartar la vista de él. Siento que cada segundo de mi vida, cada decisión y giro inesperado, me han llevado hasta este momento. 

«Vamos Charlotte, recuerda que te has hecho ver cómo la novia más patética y fea de la historia» me digo a mí misma. Porque suponer que siento atracción por él, me asusta. 

Él es tan alto que tengo que alzar mis ojos para poder verle la cara. 

Su cabello es negro y corto y sus ojos son de un hermoso gris. Su rostro cincelado es digno de admirar; su barbilla y mejillas están cubiertas de una fina barba tan oscura como su pelo, bien cuidada y recortada. 

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