Secretos de Lobos. romance Capítulo 70

Narrador.

Adub, no quería ni levantarse, tenía a Nazia arrullada entre sus brazos y aspiraba el aroma de su pelo, a medida que sonreía muy feliz y su lobo emitía ronroneos que le hacía vibrar el pecho.

—Buenos días— dijo Nazia que llevaba tiempo despierta, pero temía moverse para no despertarlo hasta que lo sintió olfatear su cabello, por sexta vez en la mañana.

—Buenos días, mi linda hechicera— a ella el rostro se le tornó rojo, pues el haber despertado a su lado, desnuda, ya la hacía sentir apenada y ahora que él le hablara de ese modo la sonrojaba más.

—Me acostumbro fácil, deja de tratarme tan lindo—,  aunque no quería ser atrevida, algo dentro de ella, le instaba a cambiar y ser más suelta con él.

—Pues acostúmbrese hermosa, que eres mi consentida—,  ella se giró para verle tan rápido que no pensó en nada, ni siquiera en sentir timidez.

—Sé que me lo has dicho, pero quiero que me vuelvas a decir que seré la única—,  él se quedó pasmado, Nazia había cambiado, ahora se veía más decidida, segura y sobre todo posesiva.

—No lo serás, lo eres, amor ya no puedo tener a otra que no seas tú, solo me gusta tú—, explico sintiendo genial que ella se muestre así, — ahora vamos a tomar una ducha juntos porque debo ir a checar si Fátima está bien, — cuando él le dijo eso, Nazia abrió los ojos y por impulso clavó sus uñas en los hombros de su lobo.

—No, ¿por qué debes ir a saber de ella?, — se notaba celosa, y dispuesta no solo a discutir, y Adub sonrió aplastando los labios para no reír soltando carcajadas, puesto que no quería hacerla perder el valor, que ha tomado para dejar ver su sentir, ya que es lo que busca crear de Nazia: una mujer completamente segura y sin nada de timidez o inseguridad de sí misma.

—Amor, — Adub le agarró el mentón y no apartó las manos de ella de sus hombros, aunque lo estaba rasguñando y sus ojos seguían con pequeños rayos circulando por ellos. — Fue mi alfa Karim, me ha pedido por el link, ir a saber de Fátima, pero ella no significa nada, ni siquiera para él y si la sigue protegiendo es porque se lo ha prometido a Charlotte, incluso debo preparar todo; buscarle un hogar en otro país para que ella tenga una nueva vida donde nadie la conozca ni donde la juzguen por haber sido dejada por su esposo, — Nazia miró hacia un lado soltando los hombros de su lobo sintiéndose abochornada por su propio comportamiento impropio de ella.

—Lo siento, creo que me sobrepasé, no suelo ser así, quizás se deba a que nunca he sentido esto, soy torpe…, — él puso un dedo sobre sus labios silenciando sus palabras.

—Me encanta que lo seas, puedes sentir celos, soy tuyo y es normal que te sientas posesiva, más ahora que ya tu don de hechicera está activo, sientes todo a flor de piel y a mi lobo le gusta que seas así con nosotros— Nazia sonrió con los cachetes más colorados que antes y bajó la cabeza.

—Estás loco, es enfermo celar y te agrada que lo haga, más tornándome violenta—,  ella desvió su mirada a los hombros de Adub donde no había rastro de su reciente arrebato.

—No me dolió—, afirmó y le dio un beso casto en los labios.

—De todos modos, me controlaré y evitaré cuestionar tus decisiones y obligaciones, eso debe hacer una buena esposa.

—No Nazia —, él volvió a agarrar su mentón, — quiero a una mujer que exprese lo que siente, que no se limite porque yo sea el hombre y ella la mujer, y aunque tenga que darte explicaciones no me importa, pero no quiero un robot que solo siga reglas y agache la cabeza, aunque no le agrade la situación— le dictaminó y aunque trataba de sonar calmado, ella lo sentía como un reclamo.

—Sabes, tú me hace sentir como una persona real, nunca me había sentido como un ser humano con derecho a vivir y a ser feliz y a dar mi opinión en algo que me agrade o me desagrade, y como te dije estoy como un bebé aprendiendo a caminar, asimilando esto que soy.  He entrado tan rápido en este mundo tan desconocido para mí, aunque es algo que nunca soñé ni me permití vivir; me encanta, y lo que más me gusta de todo esto eres tú y la seguridad que me transmite, pero te pido que seas paciente, habrá momento que haga estupideces o que quizás no levante la cabeza como quieres, porque estoy dejando de lado lo único que aprendí en mi vida y fue a seguir órdenes y a adaptarme a las reglas—,  mientras ella hablaba sus cuencas se llenaron de lágrimas y Adub la secaba con sus dedos desde que salían de sus ojos.

—Un día a la vez, no llevo prisa, te amo como eres, y no me importa que seas sumisa o cambies y te vuelvas rebelde, "justo como Charlotte"— Nazia y él rieron al mismo tiempo. — Te amo de todos modos, no quiero que te sientas apurada por mí; si te digo que quiero que expreses tus sentimientos sin miedo a que eso me haga sentir enfadado, es porque quiero que sepas que eres libre de tantas ataduras de modismos y culturas, creencias o tradiciones con la que fuiste subyugada, y no quiero ser una más. Es tu decisión como desees vivir de hoy en adelante—,  ella sonrió y lo miró agradecida.

—Me encanta todo esto, y agradezco a todos, a Charlotte porque a pesar de que no la tratamos bien cuando llegó siendo la cuarta esposa. Mira como nos defendió y aún lo hace, no creí que fuera a pedir una vida nueva para Fátima, ni yo lo hice que fui más cercana a ella, y estoy segura de que si Shacia no hubiera hecho lo que hizo Charlotte también la habría ayudado de alguna manera. ¿Sabes?, ella no es rencorosa, la vi triste por Shacia a pesar de que ella quiso solo lastimarla, de verdad que tengo suerte de contar contigo, con ella y con todos los demás, por eso quiero ser parte de este mundo y ayudarte en todo—, propuso dispuesta levantándose de la cama y él no podía ser más feliz con la mujer que tiene; él se acercó a ella que estaba envuelta con la sábana cubriendo su desnudez y besó su hombro.

—¿Quieres ayudarme a buscar un lugar bonito para ella?, un país donde creas que Fátima vivirá bien y empezará desde cero —, ella volvió su vista a la de él, sonriendo de emoción, y asintió con efusividad.

Luego que se prepararon para empezar su día, desayunaron junto, algo que ella preparó con suma rapidez para no quitarle tiempo a él, y luego él le pidió que le acompañara a casa del alfa, pero Nazia prefirió quedarse y conocer a la loba que llegó luego de que desayunaron acordando que después de limpiar y preparar el almuerzo iría a visitar a Charlotte y de paso le llevaría de comer para él, quien no dejaba de sonreír aún había salido de la casa. Pero frunció el entrecejo cuando la vio correr hacia él con su cabello, siendo ondeado por la brisa y su vestido del mismo modo.

—¿Ya me extrañas?— preguntó picarón rodeando su cintura.

—Para,  qué nos van a ver —,  ella trató de apartarse, pero él no le permitió.

—No importa, aquí nadie te molestará.

—Lo olvidé—, ella rió— vine a decirte que antes de transformarte te quites la ropa y la cargues en el pico, así no andarás desnudo por todas partes, ¿cierto? —Las carcajadas de Adub sonaron altas y más aumentó su risa al imaginar a sus dos amigos cuando les cuente eso.

—Amor ofendes a mi lobo, no somos aves, tengo hocico, o morro como quieras llamarle, no pico por favor—,  ella se puso una mano en la frente por hablar con tanta rapidez, no pensó.

—Bueno, en el morro llevas la ropa doblada y cuando llegues a casa a ver a Fátima o a otra persona te la pones ¿si? —,  ella pidió moviendo la cabeza de arriba abajo con tanta seriedad que lo hacía no querer parar de reír, pero a la vez se veía tan tierna que lo instaba a besarla y quedarse en casa.

—¿Solo el pantalón? — dijo hablando con el mismo tono dulce que ella.

—No, amor, quedaras desnudo de la cintura para arriba—, mientras hablaba ella arrugaba las cejas como si fuera un asunto demasiado importante y él también hacía el mismo gesto, mostrándose consentidor.

—¿Me has dicho amor?— ella asintió mordiendo su labio inferior y él no evitó besarla nuevamente, mordiendo con suavidad el mismo labio que ella tenía atrapado con sus dientes.

—Está bien, pero eso de morder la ropa no es algo lindo y es bien incómodo, mínimo los zapatos se quedan—,  él  bromeaba con ella por qué nunca iría a la casa fuera de la manada, convertido en lobo, si no fuera una emergencia demasiado grande.

—Te voy a hacer una mochila— propuso abriendo por demás sus ojos grandes.

—¿¡Un lobo con mochila!?— ambos se partieron en risas.

—Mejor no me haces caso y te vas, nos veremos— le dijo ella consternada con sus propias locuras y cuando se vio sola en la casa tras la puerta rió recordando a Charlotte.

—Americana, esto hace la libertad, parece que por amor hago tonterías— habló sola y la mujer que estaba en la cocina ayudando a lavar los trastes sonrió a medida que pensaba:

«Parece que se avecinan buenos cambios para la manada»

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