Secretos de Lobos. romance Capítulo 71

Narrador.

Charlotte se estrujó los ojos cuando se paró de la cama, y sentía que había sido extremadamente raro, porque no era como si acabara de dormir; sin embargo, tampoco recordaba nada, de modo que pidió a su yo curiosa que debía dejar de pensar más en todo eso o de buscar misterios donde estaba segura de que no los había.

Manteniendo esa pelea mental, procedió a tomar un baño relajante y se puso ropa cómoda, bonita, pero sobre todo que  la proteja del frío que todavía hace a pesar de que ya ha dejado de nevar.

Con una maravillosa sonrisa empezó a acercarse a la puerta de su aposento con plan de buscar a Karim y preguntarle hasta hacerlo hablar que lo tiene tan de repente preocupado, pero cuando salió no esperaba encontrarse con Rocío, por lo que pegó un gran salto, al mismo tiempo que ponía una mano en su pecho y luego de haber pasado su sobresalto rió con carcajadas suaves.

—Menudo susto que me has pegado, si no supieras que eres loba, ya estaría con una cadena de dientes de ajo luciéndola en mi cuello—, bromeó y cuando se refirió al ajo su cabeza hizo click, recordando que el hombre extraño y que decía ser vampiro nunca la volvió a visitar.

—Llegaste aquí con el príncipe vampiro y nunca vi ni una pulsera de ajo en ti, además el ajo les fascina, claro, solo al que puede comer, como por ejemplo Ardat, el loco vampiro que te salvó—, Charlotte no podía cerrar la boca, pero menos parar de pestañear.

—Eres una enciclopedia andante, cuénteme más de todo lo que tenga que ver con seres tan raros, pero primero dime, ¿qué haces tan temprano, vigilando en mi puerta? — preguntó con el ceño fruncido.

—Charlotte ya es medio día, y además tengo que estar cerca, el alfa, me ha dejado claro que tu seguridad es mi prioridad. —Le respondió emocionada con su labor.

Charlotte asintió sin preguntar nada más, sino que bajaron a almorzar, y en cuanto ella vio la carne, dejó de pensar en todo lo que tenía en mente y empezó a devorar todo con desesperación.

—Sabes,  siento como si he vivido algo que  olvidé; es extraño, pero así me siento desde que desperté— dijo cuando tragó el trozo de carne que tenía dentro de su boca y Rocío la miró con intriga.

—¿Como cuándo te borran la memoria?— indagó y Charlotte asintió sin parar de darle bocado a su carne asada.

—El alfa cuenta con la posibilidad de borrar la memoria, pero él no te haría algo así — Charlotte abrió los ojos como platos.

—Claro que nunca haría algo así, Rocío— habló Karim apareciendo de repente en el área del comedor, junto a Mohamed y la pequeña loba se quedó pasmada.

—Si mi alfa, lo sé— respondió algo preocupada, pero Karim no estaba para nada molesto, sino que se quedó mirando a Charlotte y se acomodó a su lado.

—Come despacio, te vas a atragantar con la carne, pareces niña pequeña— habló a medida que le limpiaba el rostro con la servilleta que ella en medio de su hambre extremadamente exagerada no utilizaba.

—Está deliciosa la carne, me comería todo en un minuto, te lo juro—, a él le pareció tierna y sonrió a pesar de su preocupación; verla de esa manera le parecía hermoso.

—Puedes comerlo todo, y si quieres más también puedo pedir que la preparen. — Ella rió encontrando que su lobo últimamente se estaba comportando mejor.

—Me gusta más ahora, así espero y no cambies— le sentenció, risueña.

Él bajó la cabeza, volviendo a pensar en el problema que le aqueja, y ella lo observó.

—¿Me podría decir que te pasa?— él levantó la cabeza y sonrió.

—No me pasa nada — ella hizo una mueca de incredulidad y entrecerró los ojos para mirarlo.

—¿Qué nuevo secreto me guardas?, ya has visto que yo siempre termino por descubrirlo, así que ni sueñes con engañarme— sentenció segura.

—Hablaremos más tarde, ahora debo atender unos asuntos de la empresa—, le dio un beso en la frente y ella sintió una sensación de que algo no estaba bien, pero no insistió, teniendo en cuenta que no todo el tiempo él podrá confiarle todo con tanto compromiso que recaen en él, de modo que se mostró calmada.

Por otro lado, Kasul sentía la fuerte necesidad de volver a ver a Fátima, era como si algo en su interior, además de su lobo le pidiera ir a saber de ella,  y aunque no sentía el aroma de Karim en la casa ni el de Charlotte que según él era el que le importaba se aproximó y ella en cuanto lo vio sonrió emocionada.

—Esposo,  has vuelto, pensé que me dejarías por más tiempo— le habló  agachando la cabeza con obediencia a la vez que jugaba con sus dedos.

—¿Qué harás para que te perdone?— dijo él aprovechándose de lo último que ella le dijo, pues le estaba gustando jugar a ser Karim con ella y aunque le dijo que no lo era vio que ella no le puso interés.

—Estoy preparando dulces, ven— Fátima agarro su mano en un acto que no pensó, y aunque notaba la diferencia en el vestuario y en el peinado de ese hombre que considera su esposo, se dijo a sí misma que solo ha cambiado su estilo, por uno más despreocupado.

Un ronroneo de su lobo se hizo presente cuando ella empezó a darle masajes en el cuero cabelludo con aceites aromáticos, y el que nunca había sido tratado con tanta delicadeza se sintió bien, como en casa, donde su yo interno, ese que va más allá de su lobo le pedía quedarse para siempre y dejar de pelear una guerra que nunca ganará.

#Y si esta es nuestra oportunidad de ser feliz y dejar de servirle al rey de los demonios#  inquirió su parte lobuna que parecía sentir la atracción de su humano por la mujer. Mantenía sus ojos cerrados mientras se comunicaban.

#Mi hermano no lo permitirá en cuanto se entere, buscará la manera de sacar a su otra esposa de aquí, Karim nunca permitirá que seamos felices, le hemos quitado a su luna, y eso nunca nos lo perdonará # le aclaro dejándose llevar por la suavidad de los dedos que se colaban en su cuello y subían con las mismas caricias a su cuero cabelludo.

Luego de un buen rato, Fátima con suma delicadeza preparó algo de comer, dejándolo maravillado con tan deliciosa comida y le lavó los pies con agua tibia y pétalos de rosa, y él solo se dejaba mimar por ella sin decir más.

—Retira esta agua, por favor y déjenos solos— pidió ella a la mujer de servicio.

— Por supuesto, señora, ahora mismo. —La mujer que se había convertido en su amiga y la ha acompañado en su soledad escuchándola llorar, ahora sonreía maravillada por qué al igual que Fátima creía que se trataba de Karim.

— Esposo, ¿le gustaría tomar un té?

—No, muchas gracias, pero esa comida me dejó satisfecho, en realidad estaba muy buena. — Ella se ruborizó y él que no es de dar cumplidos se asombró de sí mismo.

—¡Qué hombre más interesante, bravo, bravo!— dijo un intruso inesperado.

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