—¿Has visto esto, abuelo? Está mujer es una vulgar, no sabe controlarse, debería alejarse de la familia, arruinará el prestigio de los Ford con su actuar salvaje —exclamó Álvaro
Evana sentía la rabia y la vergüenza correr por su rostro.
—¿Qué sucede aquí? —exclamó Marcus al ver la escena.
—¡Tú mujer es una salvaje fiera, me ha golpeado! —chilló Stella
Los ojos de Marcus se clavaron en su mujer, ella bajó la mirada temerosa, sabía que tenían un trato, él la ayudaba a avergonzar a Álvaro, ella ha conseguir la empresa Ford como presidente, pero su actuar podría perjudicarlo.
—¡Yo…! ¡Ella me ofendió, solo me he defendido! —exclamó
—¿Qué dices? —gritó Stella
—Ahí lo tienes, padre, Stella ha ofendido a mi mujer, y ella no es una mujer frágil que agachará la cabeza ante alguien, ¿Acaso Fátima Ford era una mujer débil ante sus enemigos?
Andrés se quedó perplejo ante sus palabras, negó.
—¿Tu madre una mujer frágil? ¡Oh, no! —rio—. Fátima Ford pudo hacer que las piernas de sus enemigos temblaran hasta arrodillarlos.
Marcus sonrió.
—Bueno, yo no quiero una mujer débil a mi lado, ninguna que dependa de mi salvación, Evana Ford se defenderá de quien la humille, no necesita mi autorización o permiso, nadie volverá a maldecir su nombre, y esperara silencio u ofrendas de bondad, ella acabará con quien la lastime; querida cuñada, te recomiendo que, para la siguiente ocasión que ofendas a mi mujer, compres un buen protector bucal o ella puede dejarte sin dientes.
Marcus sonrió, y Evana lo miró sorprendida, un brillo de orgullo estaba en sus ojos, Álvaro sintió que la rabia lo embargaba.
Evana y él salieron de ahí.
—¿Abuelo? ¿No harás nada? —exclamó Álvaro
—Te conozco, Stella, eres un alfiletero, deja a Evana en paz o atente a las consecuencias.
Andrés salió de ahí.
—¡Maldita perra! ¿Has visto lo que me hizo, Álvaro? Ella acabará con nosotros, tú tío y ella, juntos, conseguirán la presidencia Ford, ¡Debes impedirlo!
—No lo lograrán, juro que acabaré con ellos —dijo Álvaro con rencor.
Fátima miró a Evana, vestía un traje de equitación, Fátima tuvo que admitir que era una mujer elegante, le gustaba su porte, le parecía que combinaba con el de su hijo.
—No creas que te veré como parte de la familia Ford, Evana, aún debes demostrar que lo mereces.
Ella asintió.
—Aceptaré lo que usted diga, pero le diré algo, Fátima, a su hijo no tengo que probarle nada, soy su esposa, con eso me es suficiente.
Álvaro regresó vestido para montar, ordenó que trajeran su caballo.
Marcus fue con su madre.
—¿Todo en orden?
—Sí, querido, aquí, platicando con tu mujer.
—¿Qué sucede, Evana? No me digas que intentas conquistar con tu falsedad a mi abuela, ahora quieres impresionarla con tu talento ecuestre.
Fátima lo miró con duda. Marcus le miró fijamente.
—Mi esposa no tiene que conquistar a nadie, pequeño sobrino, es suficiente con que me haya conquistado a mí.
Álvaro le miró con desprecio, una sonrisa se formó en sus labios.
—Compitamos, Evana, si ganas la carrera y llegas primero, obtendrás de mí…
—Pero, nunca, te dejaré ganar, otra vez.
El disparó resonó, ambos salieron disparados, cabalgando a toda prisa.
Evana observó a Álvaro rebasarla.
Marcus sintió su corazón en su boca, bajó la mirada decepcionada.
Pero, cuando Evana tomó bien la rienda, aceleró, fácilmente logró tener ventaja, robándole el triunfo a Álvaro, todos lo vieron.
Marcus lanzó un estruendoso grito de felicidad, sorprendió a todos, Fátima nunca lo vio tan desinhibido; su hijo solía ser rígido, severo, tanto que ella dudaba de que era feliz, pero de pronto, parecía otro hombre, uno alegre, divertido, la abrazó y Fátima sonrió.
Evana cabalgó hacia ellos. Estaba feliz, miró a Álvaro de reojo que iba a su lado, sonrió burlona.
Él se acercó a ella.
—Eres un perdedor, querido sobrino.
—¡Y tú una auténtica perra!
—¡Oh, pequeño mal perdedor! —dijo sarcástica.
Él se acercó, llevaba una espuela en la mano, que clavó en el lomo del caballo, que se estremeció, chillando, y cabalgando como desbocado.
Evana lanzó un grito avasallador, ante el terror en la mirada de Marcus Ford.
Evana luchaba por controlar al caballo, que estaba enfurecido, era una bestia herida que podría hacerla caer, luchaba, ¡Era inútil!
—¡Evana! —gritó Marcus con miedo, cuando vio que el caballo la llevaba sin destino.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......