A la mañana siguiente
Cuando Evana abrió los ojos, sintió que la arropaba un raro calor, olió ese perfume de menta y maderas.
Se enderezó al instante, y lo miró ahí, a su lado, en esa cama, ella abrazada a su pecho, él abrazando su cuerpo.
Evana aún tenía ese vestido maltrecho, sintió vergüenza, sus mejillas se pusieron rojas, se alejó poco a poco, sin apartar su mirada de ese hombre, dormido era tranquilo como un pequeño bebé, sonrió al pensarlo.
Marcus Ford era un hombre muy guapo, debía tener algunos treinta y cinco años, era codiciado por muchas mujeres, sin embargo, nadie pudo atraparlo.
«¿Solo yo? ¡No! Solo es un vil trato, pronto acabará, volverá a ser libre, ojalá encuentre una buena mujer, que lo ame con locura, él lo merece», pensó.
Marcus despertó unos minutos después, enderezándose con duda, sin saber donde estaba, bostezó y su nombre vino a su mente.
—¡Evana!
Ella asomó su cabeza en el cuarto de baño, deteniendo el ruido de su secador de pelo.
—Ya casi estoy lista
—¿Qué hora es?
—Son las ocho de la mañana
Él volvió a recostare en la cama, era temprano, pero sabía que su madre les reclamaría por el acto de anoche, sus reclamos se escucharían hasta el otro lado del mundo.
Al llegar a desayunar con sus padres, no se equivocó, y durante mucho tiempo, escucharon los reproches de su madre, ni Evana, ni Marcus dijeron nada, permitiendo que la mujer destilara todo su enojo, luego, Andrés pidió a Marcus que lo acompañara a despedir a los socios.
—¿Estás satisfecha, mujer? Desde que llegaste, provocaste el odio entre tío y sobrino, ¡Todo por una mujer!
—No es así, mi marido me defendió de Álvaro, lo sabe bien, sé que es su nieto, pero no puede cegarse a lo que él es.
—¿Este es tu plan? ¿Vengarte de Álvaro dejándolo mal ante sus abuelos y su tío?
Evana quiso morder su lengua, jamás revelar que había algo de sentido en sus palabras, negó.
—No tengo ningún plan, mi único propósito es ser feliz al lado de mi marido, y si nos permitieran ser felices juntos, podría ver cuánto nos amamos.
Los ojos de Fátima eran incrédulos, pequeños.
—Pues más te vale que hagas feliz a mi hijo, porque si lo haces sufrir, te odiaré por siempre.
Evana lanzó un suspiro cansado.
En la mansión Ford.
Álvaro se removía entre las sábanas, Nicol lo miraba furiosa, sentía un odio avasallador por él.
Estaba desnuda, solo cubierta por unas mantas, sollozando como una niña pequeña.
Cuando Álvaro abrió los ojos, y miró hacia donde se escuchaban esos sollozos, la miró con rabia como si fuera algo molesto que quisiera alejar de su lado.
—¿Qué haces? ¡Cállate, no soporto el llanto, mujer! —exclamó
Nicol tomó una almohada, la arrojó a su rostro, Álvaro se irguió furioso.
—¡Qué te pasa?
—Me hiciste el amor, me llamaste por su maldito nombre, ¡Eres asqueroso!
Álvaro la miró sin entender, pero se sentía fatal.
—¿Qué?
—¡Me llamaste Evana mientras teníamos sexo, me llamaste por su nombre!
Álvaro alzó las cejas, con sorpresa, luego tocó su frente, dolía, pensó en Evana, todo el embarazo dejó de tener relaciones sexuales porque perdió el deseo por ella, ahora, ¿Volvía a quererla en su cama?
—Cállate, Nicol, si no te gusta, vete a otra habitación, pero deja tus berridos, solo quiero dormir.
Por la noche, Álvaro fue a ver a sus abuelos, pero ninguno de los dos quiso dirigir la mirada, ni las palabras.
—Mañana hablaremos en la junta directiva, mañana se decide quien es el nuevo presidente de la empresa —sentenció el abuelo
Álvaro estaba nervioso.
Al día siguiente.
—¡Soy tu nieto! Tú único nieto, abuela, ¿Cómo pueden hacerme esto? ¿Sabes qué? ¡Mi padre estaría decepcionado de ustedes!
—¡Oh, Álvaro! ¿Cómo puedes decirnos esto?
—¿Olvidas que mi tío Marcus los abandonó hace tiempo? no le importó volver a verte, se aferró a su orgullo, yo siempre estuve aquí, ¡Merezco ser el presidente Ford! Y si no me das tu voto, abuela, no volveré a verte, jamás.
Álvaro salió.
Evana entró, sorprendiendo a Fátima.
—¡Mujer! ¿Qué haces aquí?
—Álvaro no irá a ningún lado, él no es nada sin sus abuelos, y sin el apellido Ford, pero, Marcus si se irá, si no es presidente Ford, seguro elegirá irse a crear su propia empresa, lo retiene el patrimonio de la familia, piense bien lo que hará.
—¿Estás chantajeándome?
—Sí, y le estoy diciendo que perderá a su hijo, al que más la ama, por encima de su caprichoso nieto.
Evana estaba a punto de irse.
—Espera, si quieres chantajearme, puedo hacer lo mismo, Evana Ford.
Ella le miró con duda.
—¿Qué dice?
—Si Marcus y Álvaro llegan a empatar, y mi voto define quién ganará la presidencia, lo daré en favor de Marcus a cambio de algo.
Evana titubeó.
—¿A cambio de qué? Ah, ya sé, quiere alejarme de Marcus, ¿Verdad? —exclamó Evana.
—Y te equivocas, mujer, quiero algo más, algo que garantice la felicidad de mi Marcus, vendrán a vivir a la mansión Ford, y deberás darme un nieto, quiero ver nacer un hijo de Marcus Ford.
Los ojos de Evana se abrieron enormes ante sus palabras.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......