Evana le miró con ojos asustados.
—¡Es mentira! Es imposible, mientes, mi bebé murió, no sobrevivió.
Él sonrió con malicia.
—Te lo hice creer, cuando iba a dejarte, solo porque no quería que nada nos uniera, pero la verdad es otra, cariño, así que, si quieres volver a verlo cara a cara, si quieres cargarlo, olerlo, entonces, tía querida, debes hacer lo que te digo, vete de la vida de Marcus para siempre, haz lo que dije, ve por tus cosas, vete al lugar al que te enviaré la dirección y cállate, solo así, podrás ver a nuestro hijo.
Evana lo miró con odio.
Álvaro se alejó, ella limpió sus lágrimas
«¿Será cierto? ¿Es acaso una de sus malditas mentiras?»
Evana no lo sabía, pero pensó en todo lo que era Álvaro, cuando él intentó matarla, sin piedad, incluso dejándola a su suerte, ¿Acaso no podría ser más ruin? Evana tuvo terror, pensó que si podría.
Marcus se acercó a ella, de pronto la observó, algo estaba mal, ella lucía tan mal, tan frágil.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—Sí, no me sientan bien los funerales, me seinto un poco mal. Marcus, ¿Crees que pueda ir a casa? ¿O me necesitas mucho aquí?
Marcus la observó tan pálida que creyó que podría enfermar, eso le dio temor, tocó su frente.
—Ve a casa, iré apenas amanezca, llama al médico si te sientes muy mal, por favor, iré a verte antes del entierro.
Ella asintió, Marcus iba a irse.
—Marcus…
Él se giró a mirarla, ella de pronto lo abrazó con fuerza.
Álvaro los miraba de lejos con profunda rabia.
—Gracias…
Él se sintió extraño.
—¿Por qué?
—No lo sé, solo, quería agradecerte.
Él la miró con duda, algo sintió en su pecho, su corazón latió muy fuerte, sonrió.
Sabrina se acercó.
—¿Sabrina, podrías hacerme un favor?
—Claro.
—Mi esposa no se siente bien, podrías ir con ella a casa.
Sabrina asintió.
—Claro que sí, y me encargaré de que un médico la atienda, hermano.
Marcus sonrió, ambas se fueron.
Al llegar a la mansión Ford, Evana pidió que no llamará al médico.
—Estaré bien.
—¿Estás segura? —preguntó Sabrina
Evana asintió y la mujer se quedó tranquila.
Evana fue a su alcoba, apenas entró, corrió a tomar su maleta, metió la poca ropa que tenía en esa casa, pero se sintió triste.
Miró alrededor, en el cuarto de baño, nadie estaba ahí.
Sintió miedo, ¿Dónde podía estar?
Cuando abrió el closet, por una sospecha en su interior y reparó que ella se llevó sus pertenencias, fue un duro golpe para él.
—¡Evana! —exclamó, sus ojos azules se abrieron enormes—. Me abandonaste —susurró, y sus ojos se volvieron pequeños y oscurecidos.
Se sintió desolado, miró en la mesa de noche esa carta, la tomó en sus manos, se apresuró a leerla
«Marcus:
No hay palabras que describan mi agradecimiento hacia ti, me salvaste en mi peor momento, me hubiese gustado quedarme, si no era para siempre, por lo menos el resto de mi vida.
Me es imposible hacerlo, no pienses que soy una traidora, una mujer como yo, a veces está entre la espada y la pared, perdóname si te he causado algún daño, no ha sido mi intención.
Debes saber que desde donde esté siempre rezaré por ti.
Evana»
La carta lo desconcertó aún más, pero la rabia se apoderó de él.
Arrugó el papel, y sintió odio.
—¿Hermano?
La tenue voz de Sabrina lo sorprendió
—Se fue, Evana, me abandonó…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......