Evana sentía a Marcus muy cerca, de pronto escapó de sus manos.
—Yo… lo siento, ahora… no puedo —esas palabras le dieron temor
Marcus la miró bien, bajó la mirada, entendió a que se refería.
—¿Es por Álvaro? ¿Es que aún lo amas?
Evana lo miró como si hablara como un loco
—¡¿Qué dices? ¡Claro que no! Solo que… es muy rápido para mí…
Marcus asintió, podía entenderlo, ella hace menos de dos meses tuvo a un hijo que murió al nacer, Álvaro la engañó, intentó matarla, él la desposó solo por venganza, ¿Ahora pedía hacer el amor? Debía darle tiempo, y a él no le importaba esperar, siempre y cuando ella estuviese a su lado.
—Yo esperaré, no hay prisa.
Sus palabras la sorprendieron, Evana hundió la mirada, avergonzada.
Él sonrió.
—Es tarde, vamos a cenar fuera de este lugar, que se ha convertido en una cárcel para los dos.
Ella sonrió, asintió, salieron de casa.
Durante la cena, Evana no dejaba de pensar en él, Marcus era tan elegante, tan perfecto que toda la gente lo miraba siempre, sonreía solo al ver su aura exudar un aire tentador para su pobre corazón
«¿Qué estoy haciendo? No puedo sentir nada por él, ¿Y si un día me aleja de su lado? Volveré a tener mi corazón roto»
Se tensó y él la miró al sentir su ausencia, tomó su mano al instante
—¿Evana? ¿Estás bien?
Ella asintió.
—Ha sido un largo día, ¿Verdad? Lo sé, pero, vendrán días mejor, eso suelo decirlo cuando tengo malos días.
Ella sonrió, él no era como lo imaginó, ni duro, ni rancio, al contrario, parecía tan sabio, protector, sensual, sus emociones volaron de nuevo llenándola de deseos que consideró impropios.
Cuando volvieron a casa, Marcus bajó a revisar unos documentos de la empresa junto a su padre.
Evana decidió darse un baño en la tina, estaba agotada se metió en el agua, con suficiente espuma, recargó su cabeza sobre el mármol, cerró los ojos.
Se quedó dormida, hasta que sintió unas suaves manos sobre su cabello, abrió los ojos, y Marcus estaba ahí.
Ella se puso tensa, su rostro enrojeció, quiso alejarse, pero reveló su desnudez, y eso la avergonzó más.
—Tranquila, estás muy agotada, deja lo hago por ti, no mirare, tampoco te tocaré más, al menos que lo quieras.
Ella no dijo nada, se preguntó si acaso no era un sueño y estaba fantaseando, no lo supo, sintió el agua tibia sobre su cabello, él lo lavaba con tal delicadeza, en un suave masaje tan delicioso.
Luego talló su espalda con cuidado de no lastimarla, si él buscaba relajarla, no lo conseguía porque su corazón era una revolución.
Cuando ella salió del baño, él le puso la bata encima, no pudo evitar verla, era tan hermosa, sintió como su cuerpo se estremeció, se endureció al desearla.
Luego estaban uno frente al otro.
Una mirada frente a otra. Un silencio. Una espera. Latidos y respiraciones rápidas. De pronto, Marcus tomó posesión de sus labios, la extrañaba demasiado, sintió su lengua acariciándolo, sus manos intentando abrazarlo, cuando ella se quedó sin aliento, liberó un gemido, él se alejó un poco, sus miradas se encontraron de nuevo, él no podía resistirlo, y besó sus labios de nuevo, esta vez lo hizo despacio, poco a poco el beso fue apremiando, dejó sus labios para besar su cuello, le gustó el sabor de su piel, comenzó a excitarse, ella estaba incómoda, asustada, su corazón latía, perdía la razón, algo dentro de ella no lograba conectar con esa pasión aún, al temer sobre como debía comportarse con él.
La mujer asintió.
En el hospital.
Evana seguía a la abuela Fátima, pronto el director le informó los pormenores.
Al salir, Evana y Sabrina fueorn al área de oncología infantil, ver a los pequeños niños ahí, arrugó un poco su corazón, pero se mostró feliz, se acercó a los niños, a las madres, y les dio apoyo, y cariño.
—¿Ella es la nueva señora Ford? ¡Oh, es tan dulce! ¡es demasiado buena! —exclamaban las voces de las enfermeras.
—¿Y donde está la nueva señora Ford?
Las mujeres se asustaron al ver al doctor Grimm, uno de los oncólogos más severos del hospital.
Una enfermera señaló a la ventana, el hombre la vio, sus ojos se abrieron enormes, le pareció que era la mujer más hermosa que vio en toda su vida, sonrió.
—¡Qué mujer tan hermosa!
—Mi nuera es una mujer hermosa e inteligente, por eso es la esposa de mi hijo Marcus Ford —sentenció Fátima, sonrió con algo de recelo, y entró al área infantil
El doctor Jonathan Grimm pudo menos que sonreír, pero Nicol que escuchó todo se detuvo.
—Sí, ella es hermosa, pero… pobre, vive un matrimonio horrible, su esposo no la quiere, la maltrata y la engaña, ojalá encontrara un salvador en su vida, que la rescatara de la pesadilla en que vive, pobre Evana Ford.
Jonathan se quedó perplejo, mirando a la mujer, imaginando el calvario de su sufrimiento.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......