Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 32

El beso solo seguía incrementando la temperatura, cuando escucharon que llamaron a la puerta.

Él maldijo en su mente a la persona detrás.

—¡¿Qué?! —gritó rabioso con la voz entrecortada, mientras Evana le miraba atónita.

—Señor, su madre los llama para la cena.

—Bien, bajaremos en un instante.

Marcus se enderezó, alejándose de Evana, ella sintió que era tan necesario en su cuerpo, respiró.

—Debemos ir o tu madre nos retará.

Él sonrió.

Los días avanzaron con rapidez, hasta llegar al día del evento de caridad.

Marcus estaba terminando de anudar su moño en su perfecto y pulcro esmoquin, sería un evento de etiqueta y elegancia, su madre logró invitar a grandes figuras del país, así que era un evento importante.

Evana salió del cuarto de baño, y cuando él la vio se quedó deslumbrado, llevaba un vestido rojo, lucía como una reina, era hermosa, sonrió al verla.

Sus cabellos cayendo como cascadas, se puso frente al espejo y él se puso a su lado.

—¿Qué sucede? ¿Crees que me veo bien?

Él la miró de arriba abajo.

Asintió despacio, embelesado por su figura.

—Creo que sí, tanto que no quiero que nadie te vea.

Ella rio de sus palabras.

Tomó su mano, salieron de ahí.

En la fiesta de caridad.

Marcus llegó de la mano de Evana, pero al hacer su entrada, todos hablaron sobre ellos.

«Es una esposa muy hermosa»

«¡Qué bella pareja!»

Eso murmuraban a su alrededor, mientras ellos tomados de la mano, caminaban a la mesa.

Nicol soltó la mano de su marido, mirándolo con rabia

—¡Deja de mirarla! Es como si la quisiera desnudar con la mirada.

Él sonrió.

—Ella fue mía, antes de él.

—Pero, te olvidó, parece que tú tío es mejor que tú en la cama, y por eso, Evana jamás volvería a ti.

Álvaro tomó a Nicol con fuerza, pellizcando sus mejillas.

—¡Álvaro! —sentenció el abuelo Ford al ver su mal actuar, el joven alejó su mano, y se disculpó entre dientes. Mientras Nicol casi lloraba.

Marcus y Evana llegaron a la mesa, saludaron a todos.

Tomaron asiento, luego Fátima se levantó.

—Ven conmigo, Evana.

Ella se puso nerviosa la siguió

—¿Qué necesita, suegra?

—Tu discurso —sentenció

—¿Mi discurso? —exclamó

—¿No te dije que debías darlo?

Ella negó, asustada.

—Lo debí olvidar, pero, vamos, debes ser una mujer Ford, y estar preparada para darlo, solo dí que los Ford estamos agradecidos porque estos ricos apoyen a los niños con cáncer, o algo así…

Fátima subió al podio, fue la primera en hablar, Evana estaba a su lado, mirando a todos los presentes.

—Mi hijo Marcus, recientemente se unió en matrimonio a Evana Ford, ya que él es el presidente de la Empresa Ford, es un honor para mí, informar que pronto, mi querida nuera será quien asuma la presidencia de la fundación Ford que ayuda a personas necesitadas, cederé la palabra a ella.

Evana sintió que temblaba, todos aplaudías.

—Buenas noches, estar aquí, es un gran privilegio, mi querida suegra deja, sin lugar a duda, un espacio enorme para llenar, pero ella está a mi lado, con su experiencia y amor, seguro haremos de la gran fundación Ford el mismo lugar hermoso para ayudar a otros, inspiradas por el amor a nuestra gran familia, y a nuestros buenos esposos, quienes siempre nos ayudan a dar lo mejor con su gran labor. La fundación Ford busca a ayudar a personas que han tenido menos suerte que la nuestra, solo queremos dejar un poco de amor en el mundo, a semejanza del amor que hay en nuestro corazón, gracias.

Fátima la escuchó con admiración, la ovación de todos fue de pie.

Marcus estaba orgulloso, su pecho hinchado de alegría, Evana era tan dulce y sencilla que toda la gente adoró su mensaje.

—Hipocresía, pero con una buena labia, tío te felicito, parece que mis sobras te son útiles.

Marcus lo miró con ojos oscuros.

—¿Sobras? Niño, si has hecho de todo por volver a tenerla, deberías tener vergüenza cuando siquiera hablas de ella.

Álvaro se levantó de la mesa, y se alejó. Nicol fue tras él.

En aquel rincón nadie los veía, y era una fortuna que la música resonara alto, para evitar que alguien los escuchara.

—¡Marcus… lo matarás! —exclamó Evana sollozando

Él la miró, quería gritar si le importaba, pero miró sus brazos, estaban enrojecidos por esas manos, soltó al hombre.

—¡Hermano! ¿Qué pasa?

Grimm cayó al suelo, tosiendo, buscando aire.

—Hazme un favor, querida, llama a un guardia, que busque un médico para este tipo y lo lleve lejos de la fiesta, antes que haga el ridículo, dile a madre que Evana se sintió mal, que tuvimos que irnos, que mañana la veremos.

—Sí… cuídense…

Marcus tomó la mano de Evana, su agarre era fuerte, y ella temblaba, llegaron hasta el auto, ella notó que él estaba furioso.

—¡Marcus!

—¡¿Por qué te apartaste de mí?! —exclamó en un grito, ella solo bajó la mirada, él sintió odio contra sí mismo por gritarle.

—Yo…

—Sube al auto —ordenó

Ella obedeció.

Álvaro miró todo de lejos, sonriente, luego tomó su auto, fue tras ellos, pensó que irían a la mansión, que él la echaría de su lado, pero cada vez el camino se alejaba más de la mansión.

—¿A dónde vamos? —preguntó Evana asustada

—Eso no te importa.

—Juro que no fui infiel…

Él sintió rabia, recordó a ese hombre besando a su mujer.

—¿No te besó?

Ella bajó la mirada.

—¿Qué harás? ¿Me matarás?

Él la miró de reojo, luego sonrió

—¿Matarte? Vaya, vaya, al fin recuerdas que soy el tío de tu ex.

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