Sabrina luchaba por llevar a Jonathan Grimm al auto, porque él estaba tan necio, hasta que, por fin, logró meterlo en su auto.
El hombre se puso en el asiento, rio como si fuera un chiste, ella le miró con desconcierto, tuvo un mal presentimiento.
—Doctor, ¿Bebió algo?
—Nada, no, yo no bebo alcohol, mi padre era un borracho y nunca-nunca lo hago, solo bebí el coctel sin alcohol que me dio la señora Ford.
—¿Fátima?
—No.
—¿Evana?
—No, Stella Ford…
—¿Stella…? —susurró Sabrina, de pronto tuvo una sospecha.
Sabrina encendió el auto.
—Doctor Grimm, ¿Puede darme su dirección?
—¿dirección? ¡Oh, sí, edificio Grand Edén, número ciento uno…
El hombre volvió a reír y comenzó a tararear una melodía contagiosa.
Sabrina sintió nervios, encendió el auto y condujo.
Marcus entró por un camino, era oscuro, era en pleno bosque.
Siguió recto, notó que Evana se quedó dormida, esbozó una tenue sonrisa.
Pronto llegaron a esa cabaña.
Marcus estacionó el auto, la bajó, cargándola en sus brazos, ella parecía ni siquiera notarlo, y él lo lamentó.
Entraron a la cabaña y la depositó sobre el sofá.
Mientras encendía la chimenea.
Ella abrió los ojos, preguntándose por donde estaba, notó que no había luz, pero el fuego crepitando en la chimenea hizo que todo se iluminara.
—¿Dónde… estamos? —dijo con voz débil
ÉL la miró, sonrió.
—En un lugar secreto —dijo con burla—, Pocos lo conocen, supongo que, si voy a matarte, en este lugar, nunca encontrarían tus restos.
Evana se levantó como resorte, lo miró asustada.
Observó al hombre tomar una botella de vino, abrirla, y tomar dos copas, mientras se acercaba a ella, lentamente.
Evana sintió que su cuerpo se estrujaba en nervios.
Él se acercó, se sentó en la alfombra, y vertió vino en las copas.
—Vamos, bebe conmigo, por favor.
—Me gusta eso de sobrevivir, si te quedas mucho tiempo en el dolor, no llegarás a ningún lado.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?
Él miró sus ojos, fijamente.
—¿Mi historia? Bueno, he intentado vivir y nada más, también me han traicionado, tampoco creo en el amor, pero sobrevivo, aunque reconozco algo.
—¿Qué?
Evana bebió de su copa.
—Hay veces, raras veces en que un hombre puede descubrir que encontró todo lo que busca sobre una mujer; de pronto, te das cuenta de que llega alguien hecha a tu medida, y eso es tan difícil, encontrar a una mujer que sabes que está a tu altura, y es perfecta para ti.
Evana le miró intrigada, tuvo una sensación de nervios, preguntándose si se refería a ella, pero con el miedo suficiente para enfrentar que dijera que no, y se burlara de ella.
—Ah… ¿Sí? Bien… —titubeó—. Deberíamos irnos, ¿No lo cree? Seguro están preguntando por nosotros en la fiesta.
Él sonrió y ella notó que su mirada era oscura, estaban cerca de la chimenea, podía sentir el calor.
De pronto, él dejó su copa a un lado, junto a la botella, se acercó a ella, gateando.
—¿Y tú? ¿Alguna vez has pensado en que ya encontraste al hombre con el que quieres pasar el resto de tu vida, Evana Ford?
Ella se quedó sin aliento, estaba acercándose tanto, era como un depredador y ella su presa, sintió que su boca se quedó seca, sus ojos se abrieron asustados, él sonrió, le gustaba Evana, más de lo que admitiría, pero estaban ahí, solos, y él estaba dispuesto a una sola cosa, hacerla suya esa noche y para siempre.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......