Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 64

Cuando Sabrina y Jonathan llegaron a casa, ella estaba tan seria que él temió de hablarle, miró su rostro con duda.

—¿Estás molesta?

Sabrina miró su rostro, negó.

—Debo ir a dormir.

El teléfono de Jonathan resonó.

—Hola —respondió—. ¿Qué dices? ¿Cómo está? Es que… no se si pueda ir, mi esposa está enferma… está bien.

Jonathan colgó la llamada, pero Sabrina pudo ver su rostro, parecía angustiado.

—¿Pasa algo malo?

Jonathan hundió la mirada, luego la miró

—Es mi padre, él se enfermó, está grave, parece que le han detectado cáncer de estómago, era mi tía, quiere que vaya a verlo, pero, ahora no es un buen momento.

Sabrina se quedó perpleja.

—¡Claro que es un buen momento! Es tu padre, ¡Él te necesita! Sé que tal vez no tengas la mejor relación, pero es tu padre, debes ir a verlo.

—Tal vez debería, pero, tú estás aquí, y no quiero descuidarte, ni tampoco a la salud de nuestro hijo.

Ella se quedó perpleja.

—¿Y si te acompañó?

Él se sorprendió.

—¿De verdad?

Sabrina asintió.

Evana estaba lista, Marcus firmó los papeles de su alta médica para llevarla a casa.

—¿Qué pasará con Pilar?

—Estará en prisión, al menos un tiempo, lo que hizo fue un intento de asesinato, tal vez imprudencial, pero lo merece, quizás el juez logre dejarla libre, no la quiero cerca de nosotros, ni ahora, nunca —dijo él

Evana asintió

—Me da algo de lástima.

—Sí, pero si algo malo te hubiese pasado, Evana, NO sé si lo hubiese soportado.

Ella sonrió, lo abrazó.

Sabrina llamó a su padre, mientras alistaba su maleta.

—¿Estás segura, hija? Es un viaje de tres horas en auto, podría afectarte a ti o a tu bebé.

—Estaré bien, padre, ¿Cómo está Evana y mi hermano?

—Todo está bien, cariño, no tienes de que angustiarte.

Sabrina colgó la llamada y observó a Jonathan

—¿Estás lista? ¿Estás segura de que quieres venir conmigo?

Ella sonrió

—Sí, estoy segura —aseveró.

Él tomó las maletas, las llevó al auto para emprender el viaje en carretera.

Evana sonreía al ver los cuidados de su marido, dándole de comer un poco de sopa en la boca.

—¿Siempre serás tan dulce?

—Solo contigo.

Ella sonrió.

—Recuerdo la primera vez que te vi, dije es un ogro.

Él alzó las cejas, sonrió.

—¿De verdad?

—Solo un poquito.

—¿Y soy un ogro?

Ella negó.

—No, eres como miel para mí.

ÉL dejó la cuchara de sopa, y besó sus labios con dulzura, intentó detener el beso ardiente, pero ella lo impidió.

—No, envié a una señora a que nos hiciera limpieza, así que, por lo menos será un buen lugar, en vez de un hotel.

Ella asintió.

—Solo hay un inconveniente —dijo él

Ella le miró con duda

—¿Cuál?

—Solo hay una alcoba, una cama.

Le mostró la habitación

Ella se mostró confusa.

—Tú dormirás aquí, yo iré a dormir en ese sofá —dijo apuntando a un lado

—¿Será incómodo para ti?

—Al menos que no te moleste compartir la cama conmigo.

Ella sintió que un rubor cubrió sus mejillas, él mordió su labio para evitar reír, la forma en que dijo esas palabras no fueron las mejores

—Está bien, no soy tan cruel para dejarte dormir en un duro sofá.

Él sonrió.

—¿Cuándo verás a tu padre?

—Mañana iremos a visitarlo.

Sabrina estuvo de acuerdo, luego fueron a recostarse.

Estar recostados en la misma cama era incómodo para Sabrina, recordó a aquella mujer tocándolo, eso fue duro para ella, tuvo que reconocer que eran celos, aunque, ellos habían estado solo una noche, Sabrina seguía sintiendo que su amor le pertenecía a él.

Cuando sintió que él se giró a ella, cerró los ojos de forma instintiva, fingiendo que dormía.

Sintió esa suave caricia en su rostro, pero se aferró a fingir que dormía

—Sabrina… solo quiero hacerte feliz —susurró

Ella sintió su corazón latir con fuerza, abrió los ojos por puro instinto, él ya no estaba mirando, si no recostado a su lado, se quedó perpleja, ¿Qué significaba eso? No quería hacerse ilusiones, pero su corazón no dejaba de latir por él.

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