Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 69

Al llegar a la casa, Sabrina se desprendió del agarre de Jonathan, estaba furiosa, se cruzó de hombros

—¡¿Cómo te atreves a sacarme de esa forma de la fiesta de mi padre? ¿Qué derecho crees que tienes sobre mí?

—¡No voy a permitir que estés con ese hombre, menos en mi presencia!

—¿Y tú sí? ¿Yo debo soportar como te besas con esa mujer en público y me humillas de esa manera?

Él se acercó a ella.

—¡Eso fue un error, yo la rechacé! Solo viste una mínima parte, Sabrina, escúchame.

Ella retrocedió y eso le dolió.

—Sabrina, debes creer en mí, sé que dije muchas cosas sobre nosotros, pero todo ha cambiado.

—¿Qué ha cambiado? —exclamó Sabrina, sin entenderlo

—Nosotros hemos cambiado, hemos estado juntos este tiempo y yo, solo quiero que siga siendo así.

Ella rodó sus ojos con fastidio.

—¡Eres un egoísta! Todo debe ser como tú lo quieras o digas, yo la verdad estoy agotada de todo esto, quiero alejarme de ti —sentenció, cruzada de brazos, estaba realmente molesta.

—¿Tanto te importa ese hombre, Sabrina? —exclamó con reproche

Ella levantó la barbilla.

—¡Sí! Dante Swift me importa mucho, es más, es probable que esté enamorándome de él —dijo solo por decir, quería herirlo ahora, como él la lastimó, aunque presintió que no era posible, pensó que se sentiría decepcionado por su egocentrismo

Los ojos de Jonathan se abrieron enormes, ella pudo notar la decepción en su mirada.

—¡Mientes! —gruñó enfurecido.

—No miento.

Jonathan tomó su rostro entre sus manos, sorprendiéndola, ella quiso huir de su alcance, pero no tuvo éxito.

—Mira mis ojos y júrame que lo amas, júrame que sientes más por ese hombre que por mí.

Ella se quedó perpleja, no era capaz de alzar la mirada, no era capaz de mirarlo, se sentía débil ante él, pero cuando él la obligó a sostener su mirada, titubeó.

Jonathan pudo notar que ella también lo deseaba, él besó sus labios con ardor, con urgencia, estrechó su cintura, ella quiso manotear, quiso escapar, no pudo, porque quedó a merced de la vorágine de anhelo por esos besos.

Sintió como su lengua acariciaba la suya, su piel se estremecía, temblaba entre sus manos, no podía evitarlo, él la hizo caminar, aun besándola con infinita pasión, hasta llegar a la alcoba.

Sabrina recordó su primera vez, tenía vagos recuerdos, todos borrosos, pero esta vez estaba sobria, podía sentir como su cuerpo despertaba ante sus caricas.

Las hábiles manos de Jonathan comenzaron a despojarla de sus ropas, dejándolas en el suelo, mientras se desabrochaba su propia camisa, besó su cuello, la desnudó tan rápido como pudo, la recostó en la cama.

—No sé porque insistes en ir, Evana, esto es demasiado privado.

—¿Privado? Soy la esposa de Marcus Ford, Fátima, estaré con él siempre.

Fátima la miró con ojos severos.

—Las cosas han cambiado, Evana, para siempre.

Ella se cruzó de hombros, la miró con enfado.

—Ah, ¿Sí? Pues tal vez cambiaron para usted, para mi esposo y para mí, todo sigue igual.

—Es mejor que te resignes, es mejor que pienses lo que harás.

Evana levantó la barbilla, altiva.

—Sé muy bien lo que haré, lo mismo de siempre, ser feliz en mi matrimonio, nadie me lo impedirá, señora —dijo con ironía, y burla.

—Lo mejor será que te despidas de ese matrimonio, lo mejor será que le des el divorcio a Marcus, para que él se case con la madre de su hijo, y sean una familia verdadera, después de todo, tú eres un estorbo ahora, seguro no puedes darle un hijo a Marcus, es probable que seas una mujer infértil.

Los ojos de Evana miraron con dolor y rabia a esa mujer.

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