—¿Qué dices? Evana, no digas eso.
—¡Es la verdad, Marcus! No te puedo engañar, vi a una ginecóloga, y ella dice que debo recibir un tratamiento, tal vez así pueda darte un hijo, el punto es que por ahora no podré ser madre de nuevo, y eso me está matando, me duele —ella lloró—. Siento que… debería dejarte como todos dicen…
Él siseó, puso su dedo índice en sus labios, su mirada se volvió tierna, cálida, le devolvió el calor a su cuerpo frío
—No vuelvas a decirlo nunca, porque yo te amo a ti, solo a ti, Evana, no hay nadie, ninguna otra mujer que me haya hecho lo que tú me haces sentir a mí —él tomó su mano, la puso en su pecho—. ¿Lo sientes? Mi corazón late por ti, ni siquiera sabía cuanto te necesitaba en mi vida, hasta ahora, que sé que no podría vivir sin ti, por favor, nunca me dejes. Tendremos un hijo si Dios lo quieres, y si no, podemos adoptar, no importa, porque el hijo que tu ames, yo lo amaré con locura, porque te amo a ti.
Ella se abrazó a él con fuerzas, sintió que por fin había encontrado una recompensa a su dolor, tal vez en el pasado la habían roto en pedazos, pero Marcus Ford la había reconstruido con sus besos, y abrazos.
—Te amo, Marcus, perdóname por ser tan tonta.
—Tú no eres tonta, tú eres mi amor, y sé que tienes miedo, yo también a veces lo tengo, pero cuando duermes a mi lado, y te abrazo, ya no tengo miedo.
Ella sonrió.
—Ven —dijo él, acercándola a su cuerpo—. Quiero demostrarte todo mi amor, y hacerte mía, hasta que sepas que somos uno solo.
Marcus besó sus labios, pronto aquel beso de amor se volvió apremiante, él le quitó la ropa con rapidez, ambos cuerpos estuvieron desnudos, se besaban como si fuera la última vez, pero no se dejaban consumir por la lujuria. Ahora todo estaba en un punto perfecto, entre la pasión y el amor.
Cayeron a la cama, Evana estaba encima de él, la sostenía en sus brazos con fuerza, Marcus se recostó, mientras ella tomaba un control que no sabía que tenía. Era extraño para ella, excitante, besó el cuello del hombre, que comenzó a temblar ante las caricias de su amada. Pronto se fundieron, ella comenzó a mover sus caderas al ritmo de su propio placer, podía ver la mirada oscura de Marcus que la atraía para besarla con fuerza. Jadeaba y gemía, su mente estaba en blanco, concentrada en transmitir el goce que estaba sintiendo. La belleza estaba en ese momento, Evana escuchó como el hombre gruñía satisfecho, la deseaba demasiado. Se enderezó un poco para abrazarla y la ayudó a intensificar el vaivén, pronto una corriente fría y caliente los arrastró, lo mejor estaba por venir.
Besó sus labios, por un segundo enloquecieron juntos de placer, el orgasmo les había llegado. Ella gritó, él tembló de satisfacción. Luego, vino la calma, ella permaneció sobre su pecho hasta quedarse dormida
—Te amo, Evana —dijo Marcus antes de quedarse dormido.
Al día siguiente.
Cuando Frida llegó con su hijo en brazos, fue recibida por Fátima con mucho entusiasmo.
—Quiero que vayamos de compras, querida, quiero comprarle juguetes y ropa a mi nieto, también a ti te compraré ropa.
La mujer sonrió bastante feliz.
—Claro, querida suegra, ¡Ay, lo siento! Ya no sé si debo llamarte así —dijo con voz tibia
—Claro que puedes llamarme así, tú eres la madre de mi nieto, así que somos familia.
Andrés apareció ante las mujeres.
—¿Puedo llevar a mi nieto un momento al jardín?
Frida sonrió encantada, y asintió, le dio al niño en los brazos.
Andrés sonrió y llevó al pequeño bebé con él, hasta el jardín.
—Parece que ya le está tomando cariño a mi hijo —dijo Frida
—Claro que sí, es su nieto, tiene que darle cariño y también lo debe heredar como corresponde, no estoy de acuerdo en que quiera dejar dinero a un hijo de Evana, que, además, esa mujer podría ser infértil.
—¿infértil? —Frida sonrió satisfecha, anhelaba que así fuera
—Solo obedece, hijo, sé lo que hago, confía en tu padre.
Marcus asintió.
Tomaron la muestra de ADN de Marcus y luego el hombre entregó la muestra de David
—¿Es suficiente?
La mujer vio los cabellos, los revisó
—Sí, es suficiente, en diez días vuelvan por los resultados.
Salieron del laboratorio.
—Padre, ¿Qué pasa? ¿Por qué volver a hacerlos?
—Casi puedo jurar que ese niño no es tu hijo, que es una trampa.
—¿Una trampa? ¿De quién?
—De Álvaro.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......