Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 81

En el cementerio.

Sabrina estaba abrazada de Jonathan.

—No sé si podré soportar no tenerlo, a hora he perdido a mi madre y padre, soy una huérfana, me siento como un naufrago perdido en el mar.

—No, estoy aquí, me tienes a mí, a nuestro bebé, a tu hermano que te adora, por favor, eres ahora mi vida entera.

Sabrina acarició su rostro, lo abrazó con más fuerza. Sintió que él era su hogar ahora.

Luego del entierro volvieron a casa,

Estar ahí era una sensación desoladora, Sabrina se fue poco despues de haber llegado, no quería estar más ahí, Jonathan la llevó a casa.

Fátima se acercó a Álvaro y a Stella.

—Hablé con el abogado, mañana estará aquí para leer el testamento.

—¿Mañana? —exclamó Marcus irresoluto—. ¡Por Dios! Mi padre no lleva ni unas horas enterrado, su cuerpo aún no se enfría, ¿y ya hablas del testamento? ¿Qué clase de ser ruin eres, madre?

—¡No te permito que insultes a mi abuela!

Marcus tomó a Álvaro del cuello de la camisa.

—¡Tú lárgate de esta casa! No olvides quien eres, no eres un Ford.

Álvaro le miró con odio.

—¡Soy un Ford! Te guste o no llevo el apellido.

—Mi padre quería quitártelo, ¿Acaso lo olvidaste?

—¡Ya basta, Marcus! ¿Cómo puedes pelear en este momento?

—¿Cómo puedes pensar en dinero en este momento, madre? Cuando creo que no puedes decepcionarme más, lo logras.

Marcus subió la escalera y encontró a Evana en la habitación, la abrazó, ella de inmediato lo recibió en sus brazos.

—Vámonos e aquí, Evana, vámonos muy lejos, por favor.

Ella acunó su rostro, lo vio tan triste, las lágrimas luchaban por no caer por su rostro, ella besó su frente, y sus mejillas.

—Amor, claro que sí, yo contigo iría hasta el fin del mundo.

Él sonrió.

—Eres mi fortuna, Evana, todo lo que tengo en este mundo.

Evana preparó el baño, la tina con agua tibia, él se metió a la bañera, mientras sentía las manos suaves y tersas de Evana acariciándolo, tallando su espalda, mimándolo, luego ella también se metió desnuda, se abrazó a su cuerpo, ambos se quedaron un momento disfrutando del agua tibia, ella podía sentir el dolor de su amado esposo, ella se sintió así antes, solo podía estar ahí, acompañándolo, nada de lo que hiciera o dijera disminuirá su dolor, pero ella sería como su muro de contención.

Al salir del cuarto de baño, se recostaron en la cama, lo cobijó, durmió a su lado.

Al día siguiente.

Apenas bajaron, les anunciaron que el abogado estaba ahí, Evana se enfadó, Marcus no había desayunado, Sabrina recién llegaba.

—¿Por qué debemos leer ahora el testamento?

—Porque lo dijo yo, Sabrina, es mi orden —dijo Fátima, todos la miraron con repruebo.

—¿No es demasiado pronto para que busques el dinero de mi padre? —exclamó Sabrina

El abogado se quedó en silencio.

Marcus miró a su madre con desdén.

—¿Puedo continuar?

—Sí, continúe, por favor.

El hombre abrió el folder a vista de todos, y comenzó a leer.

—«Mi nombre es Andrés Fernando Ford, nacido en el Mediterráneo, con sesenta y cinco años cumplidos a la fecha de hoy, en pleno uso de mis facultades mentales, comprobado ante el notario y un médico que certifica.

Es mi voluntad repartir mi fortuna, propiedades y bienes de la siguiente manera; la cuenta que tengo en el extranjero cuya cantidad asciende a veinte millones de euros, se heredará únicamente a mi hija Sabrina Ford, y debe ser entregada al momento de mi muerte.

En cuánto a la empresa y el resto de mi fortuna que asciende alrededor de ciento once millones de euros, se distribuirá de la siguiente manera; será heredada en su totalidad al primer hijo que tenga Marcus Ford, en caso de que, en dos años a esta fecha, mi hijo no haya procreado a un heredero, la herencia pasará a manos de mi único hijo Marcus Ford.

Respecto a la mansión Ford, ubicada en el centro de la ciudad, será heredada a mi nuera Evana Ford, en agradecimiento por haberme abierto los ojos de quienes son las personas crueles a mi alrededor, a quien le digo que estoy muy feliz por su matrimonio con mi hijo.

Respecto a mi hija Sabrina, le dejo un encargo a mi hijo Marcus, y es que siempre vele por su seguridad física, emocional y patrimonial, así como también de mis nietos, sé que lo hará pues mi hijo Marcus es mi orgullo.

Lamento comunicarle a mi esposa Fátima Ford que, si este testamento es leído, no le dejo nada, ella sabe porque lo hago, además de que me entristece que sea mi viuda, pues no tiene derecho de serlo.

A Álvaro Ford le dijo que lo amé como un nieto, pero hoy me avergüenzo de llamarlo así, mi Ismael era un hombre bueno, al que debí de apoyarlo más, pero, Álvaro, sabes que no eres bueno.

Me despido deseando para mis hijos la gran felicidad, que sean buenos padres para mis nietos, y que logren tener amor siempre en su corazón.

Andrés Ford»

Cuando Fátima terminó de leer abrió ojos tan grandes, estaba incrédula de lo que acababa de escuchar, Andrés Ford la dejó sin nada.

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