Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 93

Evana y Marcus recorrieron la playa, era un día perfecto, el sol era menos intenso.

—Tuve un sueño raro.

Él la miró con intriga.

—Cuéntame.

—Soñé que teníamos dos bebés, estaban en su cuna, pero también vi a mi madre en el sueño, ella decía que veía tras la ventana de la habitación sombras que acechaban, me desperté, tenía muchos años que no soñaba con mi madre, tengo miedo de si es una mala señal.

Marcus negó, tomó su mano entre la suya y la besó.

—No temas, nada malo pasará, estamos juntos, nadie podrá con nosotros, no olvides que nuestro amor es invencible.

Ella se abrazó a él.

—Luego de que nuestro bebé nazca, quiero planear nuestra boda, por la iglesia, quiero que estemos ante Dios, jurando por nuestro amor.

Él sonrió.

—Me encanta, quiero que juremos ante Dios, porque él sabe que te amo, que te adoro.

Ella se levantó y él la sentó en su regazo, escuchaban las olas del mar ir y venir, era un mar cálido, en calma.

Días después.

Evana fue hasta el hospital, comenzaron los análisis, Marcus fue con ella, se mantuvo a su lado en todo momento.

El doctor Redcliffe dijo que todo iba bien.

—Debemos esperar un poco pero pronto estará todo listo para comenzar la fecundación in vitro.

Al salir, estaban tan emocionados, sin darse cuenta de que alguien los miraba en ese lugar, era Álvaro que se escondía leyendo un periódico.

—Señor Álvaro Ford, ya lo espera el doctor Redcliffe.

El hombre sonrió.

Entró hasta el consultorio.

Tomó asiento.

—Señor Ford… —el doctor se quedó pensativo por un momento—. Atendí a alguien con su mismo apellido.

Álvaro sonrió.

—Ah, ¿Sí?

—¿Cuál es el motivo de su consulta? —exclamó el hombre.

Álvaro sonrió.

—Este es el motivo de mi consulta —dijo, mientras puso unas fotografías en el escritorio.

Los ojos del doctor eran enormes, se puso pálido como una hoja de papel, miró al hombre incrédulo; eran fotos de él, siendo infiel a su esposa con una joven mujer.

—¿Qué es esto? —dijo con una voz temblorosa.

—¿Sabe que va a pasar si esto cae en manos de su amada esposa? Sí, la perderás, seguro también a tu pobre bebé, que tanto luchaste por tener.

—¿Qué quiere? ¿Dinero? —exclamó

Álvaro sonrió, negó.

—Algo mejor que el dinero, Evana Ford no tendrá un hijo de Marcus Ford, porque tú vas a inseminarla con mi esperma.

EL hombre le miró impactado, sin poder creer lo que ese hombre decía.

—No puede atreverse a eso, es demasiado.

—Hay gente afuera que le dará esto a tu mujer, ¿ella tiene un embarazo de alto riesgo? Bueno, cuando lo sepa, seguro morirá, tu bebé también, ¿eso es lo que quieres?

El doctor hundió la mirada, negó.

—Entonces, ¿Lo harás?

El hombre no lo miró, asintió.

Álvaro sonrió, se fue de ahí.

El tiempo pasó con rapidez.

—¿Doctor? ¿Se encuentra bien?

El doctor dijo que sí.

—¿Me entrega la muestra de esperma de Marcus Ford?

El hombre sintió que sus manos eran pesadas, temblorosas, luego entregó la muestra a su colega.

Su equipo hico el procedimiento y se mostraron felices.

—Ha sido todo un éxito, hemos hecho la inseminación, esperemos a los cultivos de los embriones, esperemos que también sea un éxito.

Todos aplaudieron, y fue hora de irse.

Esa misma noche, el doctor Redcliffe llegó hasta la sala de del CEO del hospital.

—¿Qué sucede?

—Es mi renuncia, no quiero más trabajar en el hospital.

El doctor le miró incrédulo.

—¿Qué dices? Pero, tienes mucho trabajo pendiente.

—Mi equipo puede hacer la labor sin mí, no te angusties, tampoco me des lo que me corresponde, no lo quiero, solo me quiero ir.

—Redcliffe, puedes confiar en mí, ¿Ha ocurrido algo malo?

—No —dijo el hombre, y se fue de ahí.

Evana volvió al hospital días despues, comenzó el procedimiento de implantación, ella estaba nerviosa, sabía que transferirían dos embriones, pero por la calidad que era buena, pero no óptima, se aconsejó que así fuera, sintió algo de incomodidad, un ligero dolor, estaba temblorosa, cerrando los ojos, auqnue aplicaron un poco de anestesia para que no sintiera molestias, solo añoraba poder embarazarse.

Cuando Evana salió, se sintió adolorida, con cólicos, Marcus la llevó a casa, pronto iban a volver, para revisar si el embarazo ya era un hecho.

Evana durmió el resto del día.

Marcus la observó, veló su sueño, acarició su rostro, pensó en su hijo, anhelaba ser padre, pero solo con Evana, besó su mejilla con dulzura.

—Te amo —susurró.

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