Mi nombre es João Neto y tengo 33 años, mido 1,90 y practico deportes, siempre he sido un buen fanático de las mujeres y preferiblemente casado.
Me gusta dar el máximo placer a las mujeres acostumbradas al arroz con frijoles que tienen en casa, usar una buena dosis de cariño y aventuras que no suelen tener con sus maridos. Hacer que se corran sobre mi polla y pedir más y más no tiene precio, doy asistencia sexual a muchas mujeres de mi barrio.
Trabajo como escritor, mi padre vive en la finca y recientemente se casó con una mujer de la región.
Voy a conocer a mi nueva madrastra porque mi padre insistió mucho y hace dos años que no nos vemos. Para mí nunca hubo reglas cuando se trata de mujeres, pero como es de mi padre, por supuesto que lo respetaré.
Hice mis maletas, dejé al vecino para alimentar a mi gato en estos días.
Tomé el bus y a las pocas horas llegué a Ribeirão Preto, había una camioneta que llevaba a la gente al campo. Entré con mi maleta, dentro había un olor insoportable a sudor y las ventanas ni siquiera se abrían para ayudar. Las dos horas que pasé adentro me parecieron 20, llegué y salí casi corriendo de adentro.
Tomé el camino de terracería y caminé otro kilómetro y medio hasta que vi el portón, recordé mi niñez corriendo por esos parajes.
Había una chica tendiendo ropa en el tendedero, con el pelo tan negro y lacio que brillaba, con un vestido estampado de flores que ondeaba al viento dejando al descubierto sus hermosas piernas.
Parecía una visión del paraíso o muy cerca de él, tan pronto como llegué allí, mi pene ya estaba ondeando.
Luzía - ¡Buenas tardes, joven!
Dejó de sacar la ropa y me miró sonriente y muy curiosa.
João Neto - Buenas tardes, ¿me puede decir dónde está el Sr. Horácio, mi padre?
Sonreí y miré cada parte de su cuerpo oscuro y curvilíneo.
Luzía - Entonces eres su hijo, ya está en el corral.
João Neto - ¡Dejaré mi maleta adentro y luego iré tras él!
Luíza - Está bien, si a tú no te importa, termino de colgar esta ropa.
Le sonreí y le rasqué la barbilla, llevé la maleta adentro y miré hacia atrás... mis ojos estaban fijos en esa hermosa niña que parecía india.
João Neto - Debe ser la hija de la mujer de mi padre, si le importa un carajo me lo pasaré genial aquí.
Fui al corral y mi viejo estaba ordeñando una vaca manchada.
João Neto - ¿Tomando leche a esta hora, viejo?
Sonrió y se acercó a darme un abrazo, como siempre oliendo a corral.
Horacio - ¡Te extraño! Pensé que tú no vendrías hasta mañana.
João Neto - Me adelanté y vine el día anterior para disfrutarlo más. Acabo de conocer a una chica...
Horacio - Entonces ya conociste a tu madrastra.
Estaba en estado de shock, mi papá es un geek total, pero tener una mujer tan grande como esa era demasiado para mi cabeza.
Regresamos a la casa, ella estaba en la cocina cada vez que la miraba estaba más seguro de que perdería la cabeza muy pronto.
João Neto - Entonces, ¿has estado casado por un mes?
Luzía - Mi nombre es Luzía y me disculpan por no presentarme antes.
Horacio - Esta es la mujer de mi vida!
Mi padre le dio una palmada en el trasero, yo estaba consumido por los celos deseando tanto estar en su lugar y comer esa nuevita. Maldito sea, esa chica no pasa de los 18 años, eso es seguro.
Luzía - ¡Tu padre habla mucho de ti!
João Neto - Espero que bien.
Sonreímos, me instalé en la trastienda. Fui a caballo con él y me mostró las reparaciones que había hecho en la finca.
En la noche fuimos a cenar, además de ser hermosa y deliciosa, ella era una cocinera en toda regla.
João Neto - Esto es delicioso, felicitaciones.
Luzía - Me alegra que te haya gustado.
Ese olor femenino me volvía loco, su pelaje me hacía todo aún mejor. Chupé, lamí y ella casi no gritó y despertó al viejo. Sostuve mi cabeza contra mi coño rogando por más.
Luzía - No pares, no pares, perro.
Me bajé de la hamaca y me levanté dándole un fuerte beso en su boquita, mientras le metía el dedo en su húmedo coño. La apoyé contra la pared de la casa, enlacé mi cadera con su pierna y hundí mi polla con todas mis fuerzas en el gatito.
Ella gimió y se tapó la boca con la mano para no gritar, la follé fuerte y levanté su cuerpo con fuertes embestidas que le di. Apretando sus pechos y olfateando su cuello continué follándola hasta que sus piernas se debilitaron y se corrió de nuevo. Estaba tan mojado que corría por nuestras piernas.
João Neto - ¿Jovencita, mi viejo no te alimenta bien?
Luzía - Jodes mil veces mejor que él, no pares, no pares y sigue así.
Por suerte para mí, me había masturbado mucho y tenido sexo en los últimos días, de lo contrario les habría dado leche en las primeras embestidas. Pasé mi mano por su espalda, alisándola, la puse dentro de su gran culo duro y alisé su pequeño trasero.
Ella puso los ojos en blanco, estoy segura que el viejo no estaba jugando por ahí... no quería preguntar por su puerta trasera porque estaba a punto de correrme dentro de ella. Apenas metí el abdomen me empujó y me asusté.
Luzía - Aún no, ¡quiero follar más!
João Neto - Qué perrita sabrosa.
La besé en la boca una vez más, ella estaba masturbando mi polla ligeramente.
Luzía - Quiero que te acuestes en el suelo.
Obedecí y ella se montó a horcajadas sobre mí sintiendo que la polla se metía hasta el suelo los golpes eran más grandes y entraban en las bolas, eso era lo que ella quería y le di duro hasta que se volvió loca con tanta corrida.
Solo después de eso pude liberar todo dentro de ella, fue el semen más delicioso que he tenido...ella estaba acostada sobre mi cuerpo y yo le acariciaba la espalda.
João Neto - Como el anciano no te está dando lo que necesitas, tendré que quedarme más tiempo hasta que toda tu hambre sea satisfecha.
Luzía - Sí, no quiero que te vayas. ¡Necesito tu polla aquí!
João Neto - Lo tendrás cuando quieras, morenita traviesa.
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