Soy Isadora, tengo 30 años y trabajo de escort. Este es solo un nombre atenuado para ocultar la verdad, soy una prostituta ... Mido 1.65 de altura, con cabello negro y espeso. Incluso por mi profesión cuido mi cuerpo y mantengo una dieta estricta.
Por razones de seguridad, siempre preferí trabajar en clubes nocturnos, aunque tenía que darles una buena parte de todo lo que gano. Lucélia es nuestra cafetina, siempre se preocupa y nos cuida.
Lucélia - Esta noche tienes un cliente especial, Isa.
Siempre me alegraba cuando aparecía un especial, eso significaba que él quería exclusividad esa noche...puede que no fuera un buen tipo en la cama o que no fuera agradable estar con él, pero al menos lo sería.
Isadora - Vale, ¿ya tienes la dirección?
Lucélia - Te pasa a buscar en una hora, dijo que se llama Félix.
Isadora - Está bien, entonces comeré algo primero.
Fui a una cafetería de al lado, no sabía a qué hora terminaría de trabajar y compré un bocadillo. Comí muy rápido para darme tiempo de volver, cepillarme los dientes y retocarme el maquillaje.
Lucélia - ¿Ya estás lista?
Isadora - Sí, lo soy.
Fui al auto que me esperaba afuera, me abrió la puerta. Era un hombre muy guapo de unos cuarenta años, de pelo oscuro y ojos marrones.
Félix - Encantado de conocerte, mi nombre es Félix.
Me tendió la mano y se la estreché, no he sido tímido con un cliente en mucho tiempo, pero me dejó así.
Isadora - Encantado de conocerte, mi nombre es Isadora.
Félix - ¡Eres mucho más guapa que en las fotos!
Sonreí y encendió el auto, entramos a una hermosa y lujosa casa me sentí como si estuviera en un sueño de princesa. Me miró y sonrió ante mi encanto, claro, para él el dinero era algo común. Me abrió la puerta del auto, bajé y Félix me empujó muy brutalmente contra el capó y me besó en la boca. No hacemos eso con los clientes y nuestra regla es que besar en la boca significa algo más que sexo, amor.
Terminó el beso con varios besos y yo todavía estaba asustada por su actitud, me abrazó de lado y entramos a la casa. Subimos una escalera hasta entrar a una habitación, en ella había sillas con correas, esposas y látigos sobre una mesa negra...
Di un paso atrás.
Félix - No te asustes, todo lo que hacemos aquí te gustará.
Me llevó adentro abrazándome y devorándome a besos lascivos, sus manos apretaban mis senos con deseo. Me llevó a una de las sillas, me ató las muñecas a ellas, mi corazón se aceleró y me arrepentí de estar ahí.
Félix tiró de mi cabello hacia atrás y metió su lengua dentro de mi boca en otro beso loco, metió su mano entre mis piernas masturbándome dentro de mis bragas.
Félix - ¿Está delicioso?
Isadora - ¡Sí, continúa!
Se agachó y me quitó la falda y las bragas, me sacó los pechos de la camiseta y los chupó con fuerza, incluso mordiéndolos. Tomó un látigo, yo estaba con los ojos muy abiertos y metido en esa silla no pude defenderme...me dio el primer látigo y grité. Era más por el susto que por el dolor, no estoy acostumbrada a cosas tan locas. Félix sonrió maquiavélicamente, me abrió las piernas y empezó a chuparme de placer hasta que grité de placer con su lengua rompiendo cada rincón de mi coño.
Comprendí lo que le gustaba y quería, salté con fuerza sobre su polla caliente gritando de deseo.
Félix - Tienes mano dura cabrona!
Solange - ¡Así que tómalo!
Le di dos bofetadas más que dejaron la marca en su rostro blanco, Félix sonrió y puso su dedo en mi parrilla haciendo movimientos circulares mientras yo rodaba y rebotaba sabroso. Sin salir de ella, me giró sobre la cama y se subió encima de ella, empujándome con tanta fuerza que grité desesperada de placer y dolor, era una mezcla que nunca imaginé que sería tan deliciosa.
Se metió con las cadenas atadas a mí y terminé corriéndome sobre su polla que se puso toda deliciosa, tomó el látigo y me lo dio más fuerte en el muslo.
Félix - Todavía no he dicho que me pueda divertir.
Él sonrió y envió la polla dentro de mí sin piedad, la enterró bien y gimió mucho. Se acostó sobre mi cuerpo, sintió el frío de aquellas cadenas tocar su piel...apoyándose en sus codos me dio varios golpes en el útero, me jaló fuerte del pelo le clavé las uñas en la espalda sin piedad y nos corrimos juntos en medio del dolor y mucho placer.
Me sacó la polla chorreante, esa experiencia había sido increíble. Diferente y a la vez me había dado los mejores orgasmos que he tenido, Félix me quitó los clips pegados a mi cuerpo y nos dimos más besos en la boca... intercambiamos más horas de agonía y placer y me pagó tres mil reales por la noche.
Félix - ¡Fuiste la mejor de todas!
Solange - Me alegro de que te haya gustado.
Empezó a buscarme siempre, nos volvimos adictos al placer que nos soltamos el uno al otro.
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