Totalmente hot (COMPLETA) romance Capítulo 9

Me llamo María Eduarda soy morena clara y tengo 26 años, había sido despedida de mi antiguo trabajo en plena pandemia. Yo era cajera de una tienda que no pudo mantenerse en medio de la crisis que se instaló en el país. Además, necesitaba mantener la casa porque solo yo trabajo para ayudar, mi madre se retira, pero con lo que gana apenas da para el alquiler y las facturas de agua y energía.

Había rodado toda la ciudad distribuyendo currículos, pero hasta el momento no había aparecido ninguna oportunidad. Todo el mundo quería gente con más experiencia y con demandas de idiomas que yo no tuve la oportunidad de estudiar en la vida.

Cierto día, después de tomar dos autobuses para volver a casa y pesando en la vida terminé cruzando la calle sin mirar para los lados. Oí un frenazo brusco...

Eduardo - Presta atención, muchacha.

María Eduarda - Lo siento señor!

Era un hombre hermoso, moreno y de ojos verdes que aparentaba entre 30 y 35 años y estaba en un coche de lujo de color rojo, estaba tan decepcionada por todo lo que estaba sucediendo en mi vida que seguí caminando sin mirar atrás. Vi que había aparcado al otro lado de la calle, abrió la puerta del coche y venía hacia mí.

Eduardo - Disculpe señorita, lamento haber sido tan grosero.

Maria Eduarda - Está bien, nada de lo que me suceda puede ser peor de lo que ya estoy pasando.

Eduardo - ¿Eso en tus manos es un currículum?

Maria Eduarda - ¡Sí!

Eduardo - ¿Puedo echar un vistazo?

Se lo di a él, que pasó unos segundos comprobando.

Eduardo - Tengo una empresa y trabajamos en limpieza y mantenimiento de piscinas, toma mi tarjeta y estate mañana a las 8:00 de la mañana para empezar.

Se puso las gafas de sol de nuevo en la cara y salió hacia el coche de nuevo, todavía con mi currículum en la mano.

Maria Eduarda - ¿Para empezar?

Eduardo - Sí, está contratada.

Me quedé con aquella pequeña tarjeta en la mano, llegué a casa agradeciendo por haber conseguido esa oportunidad, fui a tomar un baño y terminé tocándome pesando en aquel hombre tan guapo...debía ser un buen amante. Ni siquiera sabía cuál sería mi función en esa empresa, pero lo haría con respecto al voto de confianza que me dio y de la mejor manera posible.

Día siguiente.

Me desperté con una gran sonrisa, y me puse unos jeans y una blusa de polo. Me maquillé un poco y me arreglé el pelo, afortunadamente la dirección no estaba tan lejos de casa, tomé un autobús y bajé justo en la puerta. Era un lugar hermoso, una fachada bien llamativa y fui a hablar con la recepcionista.

Maria Eduarda - Buenos días, yo fui contratada ayer por usted, señor, solo un instante.

Seguí buscando la bendita tarjeta que me había dado dentro de la bolsa, pero era muy difícil.

Eduardo - Eduardo de Mello Soares!

Maria Eduarda - Buenos días señor.

Él sonrió, Dios! Yo había notado tanto en su porte cuando nos encontramos en la calle. Como era hermoso y estaba muy perfumado.

Eduardo - María Eduarda será mi nueva secretaria, muéstrale dónde se va a quedar y cuando Joselia llegue pídele que le enseñe lo que debe hacer.

Me sentí halagada de que supiera mi nombre, ciertamente no solo había entregado mi currículum al sector responsable sin antes dar una buena verificación.

Maria Eduarda - Muchas gracias por esta oportunidad señor.

Eduardo - ¡Llámame solo Eduardo y me alegra que hayas venido!

Ese día la tal Joselia que era una jovencita muy educada y atenta me enseñó muchas cosas sobre lo que debía hacer. El servicio no era nada difícil, solo lidiar con un mar de archivos activos, inactivos y llamadas telefónicas todo el tiempo.

Joselia - Lleve esos papeles para la sala y pida para que el señor Eduardo los firme.

Maria Eduarda - Cierto.

Cogí eses documentos y me paré en la puerta de su sala de estar, dándome el valor de llamar a la puerta, hasta que finalmente hice lo que debía.

Eduardo - ¡Entre Joselia!

Entré un poco tímida, él soltó la pluma y me miró entrar.

Maria Eduarda - Con permiso, Joselia me pidió que trajera esos documentos para que los firme.

Eduardo - Sí, siéntate y mientras tanto vamos a conversar un poco.

Tomé los papeles y los puse sobre su escritorio, sentándome enseguida.

Eduardo - ¿Tienes novio María?

Me sorprendí con la pregunta, jamás imaginé que él tuviera alguna curiosidad sobre mi vida personal.

María Eduarda – No.

Eduardo - ¿Puedes abrir esa ventana? Está oscuro para firmar los papeles.

Me extrañó que él mismo no lo hiciera estando tan cerca de la ventana, pero fui hasta allí y detrás de su silla abrí las persianas mirando hacia afuera. Sentí que me arrastraba de repente a su regazo, me asusté mucho y nos miramos hasta que me di cuenta de que estaba en el regazo del jefe.

Él vino por detrás y fue lentamente encajando aquella polla de dimensiones monumentales bien lentamente, hasta que sentí sus bolas golpear y los pocos vellos púbicos que él tenía haciendo cosquillas en mi culo. Me agarró por la cintura y empezó a llenarse fuerte en el coño, el sonido de nuestro sexo era increíblemente sexy. Yo gritaba pidiendo más y más...

Maria Eduarda - Folla folla gustoso!

Eduarda - Qué cachonda de coño morena traviesa, toma, toma.

Recibí como cuatro golpes fuertes en las nalgas, me encantaban las bofetadas que él me daba, hasta que él agarrándome levantó mi cuerpo abrazado a mí por detrás y sosteniendo fuerte mis pechos en sus manos. Gimiendo en mi oído y abrazada de espaldas a él, ese sexo fue único, tiré de su pelo con fuerza...

Eduardo - ¡Estoy a punto de mandar leche en tu concha golosa, zorra!

Maria Eduarda - No hoy, quiero que se corra en mi cara.

Eduardo - Le gusta la leche en la cara putona.

Maria Eduarda - ¿Me gusta, da leche?

Se puso más fuerte y cuando estaba a punto de correrse sacó bien rápido, bajé de la mesa mientras él ordeñando la polla mandó litros de semen para fuera. Cerré los ojos y disfruté sus gemidos sintiendo aquella leche caliente en mi cara...

Eduardo - ¡Cómo es perra!

Maria Eduarda - ¿Aún crees que soy una buena opción para ser secretaria?

Eduardo - No podría haber elegido mejor empleada.

Seguí chupándome los dedos, pensé que se vestiría y me limpiaría de alguna manera. Eduardo me empujó sentada en la silla y abrió mis piernas penetrando con dos dedos mientras besaba mi boca ahogando mis gemidos, metía con ganas y sabía que no tardaría en correrme.

Eduardo - Vamos a su sexy envía miel hacia fuera va.

Sentí un espasmo fuerte por dentro y corrí a los gritos en sus dedos, Eduardo se reía por el servicio bien hecho y llevó los dedos melados hasta la boca.

Eduardo - Ahora sí nena, por hoy estás dispensada, pero te espero mañana a la misma hora y ven con falda!

Maria Eduarda - Con certeza seré su mejor empleada.

Eduardo - Ya lo eres.

Me vestí, me besé un poco más y me lavé la cara en el baño de la empresa. No podía creer que además de ganar un buen salario, iba a salir así saciada de tanto joder con el jefe.

Maria Eduarda - ¡Nunca más lamentaré un lunes en mi vida!

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