El que pensaba mantenerse alejado de ella, y ahora resultaba que Grisell tenía otros planes para él. La puerta de su cuarto estaba entre abierta así que entro sin tocar, era más que imposible que estuviera desnuda así que no dudo en entrar.
− Hola, ¿estás lista para ese baño? Le dijo metiéndose las manos en los bolsillos.
− Le dije que no te molestara con esas cosas.
− ¡Ya! Pero ya estoy aquí, así que te llevare al baño.
− Si supongo que sí. Le dijo encogiéndose de hombros.
− ¿Mi presencia te molesta?
− No te sientas tan importante.
− Anoche no parecía que te molestara mucho. Le dijo acercándose a ella.
Como se atrevía pensó Megan, era un idiota.
− Solo fue una noche que no se repetirá, tal vez fue la cerveza que se me subió a la cabeza y no me dejo pensar con claridad.
Así que solo una noche, no le importo un bledo haber hecho el amor con él o es que se lo estaba inventando. Sus gemidos y aruños no parecían falsos o que no los quisiera repetir.
− De acuerdo si tú lo dices así será.
− ¡Por supuesto! Le dijo ella.
La tomo en brazos y la llevo hasta el baño.
− Hasta aquí llega mi trabajo, supongo que Grisell vendrá ayudarte con el resto.
− Si. Por favor cuando puedas dile que suba.
− Hmm… al parecer la palabra por favor si esta en tu vocabulario. Le dijo dándose la vuelta y saliendo del baño.
Porque tenía que ser tan irritante y atractivo a la vez. La estaba volviendo loca y él estaba consciente de ello.
− Bueno, ya estas lista, mi niña le diré a Jack que suba para que te lleve a la cama.
− Abuela esto es sumamente incómodo para los dos, lo sabes.
− Son un par de adultos y todos vivimos bajo este mismo techo. Tenemos que aprender a llevarnos a bien, anda vístete rápido.
− ¿Dónde demonios esta Melisa?
− Aun no llega con Rodrigo.
− ¡Fantástico!
Su amiga desaparecida con su novio, y ella con un pie malo. Salir de la bañera había sido lo más difícil que ambas pudieron hacer, notaba que su abuela no podía hacer tanto esfuerzo. A partir de mañana Melisa la ayudaría en todo, ¿Dónde se habría metido? Desde que salía con Rodrigo casi no la veía, seguramente terminaría yéndose sola para Atlanta.
− ¿Estás visible? Una voz en la puerta del baño la saco de sus pensamientos.
− Si pasa.
− ¿Entonces te llevo a la cama?
− Si por favor.
La tomo nuevamente en sus brazos y el olor que percibió de ella lo embriago, olía a cerezas estaba seguro que la noche anterior no olía así.
− ¿Ese olor es de uno de tus lociones? Le pregunto con cautela.
− ¿Qué? Hmm si, así es.
− Hmm.
− Supongo que tu amiga o tu abuela estarán al pendiente de ti por las noches.
− Así es, así que no te preocupes porque te moleste.
− ¡Genial! Porque deseaba dormir toda al anoche.
− Esto no es más molesto para mí que para ti, no hace falta que seas tan sarcástico. A partir de mañana Melisa me ayudara en lo que necesite.
− ¡Me parece bien! Le dijo encogiéndose de hombros.
− ¡Bien! Buenas noches.
− Buenas noches. Le dijo riéndose.
Tres semanas con ella en la casa sería una tortura. Tenerla en brazos le hacía recordar la noche anterior, por lo menos ella había solucionado el asunto de tener que llevarla a todas partes. Se metió en su habitación se desvistió y se tumbó en la cama.
Una llamada muy lejana interrumpió sus sueños, abrió los ojos tratando de orientarse hasta que escucho la voz de Megan, se levantó de un salto y fue directamente hasta la puerta de la habitación contigua sin esperar tocar entro a toda prisa, pensó que tal vez esta se había caído y se había lastimado el pie, pero cuando abrió la puerta la encontró medio sentada en la cama.
− ¿Qué ocurre? Acercándose a ella.
− Trabajo todo el día bajo un imponente sol ¿Qué esperabas?
− No nada, olvídalo.
− Hmm. Seguramente esperabas uno de esos finos ejecutivos que trabajan postrados en una oficina con un horario de ocho a cinco si tuvieran el sueño ligero.
− Eres un idiota Jack Manson ¿Lo sabías?
− De hecho eres la única que me lo dice en mi cara y últimamente.
− Por lo menos uno de esos ejecutivos como dices tú me trataría mejor que tú.
− ¡Oh si claro! Exclamo con sarcasmo. –Un estirado citadino se me olvidaba.
− ¿Sabes qué? Ya no me daré ninguna ducha llévame a mi cama.
− ¡Te bañaras! Le ordeno.
Sin esperar respuesta de ella le subió el camisón de algodón que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, debajo la encontró como Dios la había traído al mundo. Aquella visión desato una reacción en Jack que casi no podía controlar, y más aún porque se había fijado que no se había puesto los vaqueros, su reluciente miembro se notaba con aquellos calzoncillos.
− ¿Pero por qué has hecho eso? Definitivamente eres un cavernícola de las cavernas. Le dijo furiosa tapándose como podía con las manos.
− Es por tu bien. Ahora ven aquí para que entres en la tina esta fría el agua perfecta para ti.
− Jack no creo que sea buena idea que me toques en tu estado. Le dijo mirando su erección y luego su cara.
− No soy de piedra Megan, pero puedo controlarme. La tomo nuevamente y la metió en tina con el pie lastimado y vendado fuera del agua.
− Esta helada Jack, me estoy congelando. Dijo titiritando.
− Solo será por un rato, hasta que la fiebre baje.
Había hecho un gran esfuerzo para poder cargarla desnuda, tenía que recordar que estaba lastimada no podía tener esos pensamientos lujuriosos con ella. Salió del baño más tenso que nunca y se sentó en la cama a esperar, en que lio se había metido tenía que haberla dejado quieta cuando ella se lo había pedido pero él y su libido habían hecho todo lo contrario a su razón. Bueno tal vez sí que era un salvaje porque deseaba con lucra poder verla desnuda nuevamente.
− Jack ya no aguanto este frió sácame de aquí.
− Pero si solo llevas diez minutos. Le dijo entrando al baño sin previo aviso.
− ¡Podrías avisar cuando entres! Me estoy congelando sácame de aquí.
− De acuerdo. Suspirando tomo una toalla se la coloco en el hombro y la ayudo a salir de la tina, le paso la toalla por encima para cubrir su desnudez.
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