Un Vaquero Enamorado (COMPLETO) romance Capítulo 21

− BUENOS días patrón, voy a llevar a Megan a su despacho.

− ¡Buenos días! Si cuando termines regresa al trabajo Rodrigo. Le dijo serio, se caló su sombrero giro sobre sus botas y se marchó con grandes zancadas.

Rodrigo dio un silbido burlón.

− ¡Sí que esta de muy mal humor hoy! Dijo Mientras camina por el pasillo has las escaleras.

− ¿A qué se debe su mal genio? Pregunto Melisa mirando a su amiga de manera sospechosa.

− ¡Yo que voy a saber! Rodrigo lo conoce mejor que nadie.

− ¡Me parece que esta celoso!

− Eso es la mayor tontería que he oído. Dijo Megan.

− El patrón es muy posesivo.

− ¿Qué quieres decir con eso? Le pregunto Megan, acaso Jack era posesivo con ella.

− ¡Nada! Pero tal vez me haga un moretón en la cara cuando regrese a trabajar. Dijo riendo a carcajadas.

− Pues eso no volverá a suceder, Melisa me ayudara ahora en adelante.

− Realmente me divierte mucho, debe estar hecho una furia.

− Ustedes los vaqueros sí que son extraños.

Rodrigo la dejo en el despacho y de inmediato se puso a telefonear al banco, luego a su abogado y por ultimo su casa. Al parecer todo estaba marchando bien en su ausencia, ya que Jack tenía un ordenador y fax de último modelo recibiría cualquier información.

− ¿Cómo va todo? Llevas más de dos horas aquí. Pregunto su amiga.

− Ya he terminado y estoy agotada, el pie comienza a molestarme. Tendrás que ayudarme a subir.

− Si creo que tendré que hacerlo yo. Rodrigo me ha dicho que Jack le ha puesto mucho trabajo, no lo veré en todo el día.

Dijo su amiga entristecida.

− Bueno es tu culpa, si me hubieras ayudado tu misma nada de esto hubiera pasado.

− Bueno no es culpa nuestra que Jack ande todo celoso por allí. Le reclamo.

− No comiences, él no está celoso nada.

− Bueno entonces porque si no le pudo tanto trabajo a Rodrigo, cuando los vio frunció la cara, eso solo significa que estaba muerto de celos.

− Eso no quiere decir nada. Tal vez tengan trabajo atrasado.

− ¡Si claro! Reconoce que si estaba celoso.

− ¡¿Cómo demonios voy a saber si lo estaba?!

− Eres imposible… ¡Vamos a subirte!

Las mujeres iban como podían hasta que llegaron a las escaleras, a Megan le estaba costando bastante poder andar con la ayuda de Mel, su pie protestaba cada vez más, y apenas iban por el tercer escalón.

− ¿Te ayudo a subir? Aquella voz, la sobresalto acelerándole el pulso.

− ¡Oh Jack! Realmente tenemos dificultades para subir. Le dijo Melisa con gran alivio de verlo.

− Pero podemos hacerlo nosotras solas.

− Megan estas pálida, es mejor que Jack te suba de una vez así no haces tanta fuerza.

Jack la tomo en brazos y comenzó a subirla sin problemas.

− ¿No quieres que yo te suba? Pero si dejas que otro te baje y te ayude. Le reclamo.

− Melisa le pidió el favor a Rodrigo, yo le dije que no lo hiciera.

− ¡Ya!

− ¿Sabes qué? puedes creer lo que quieras. No tengo por qué darte explicaciones.

Cuando entraron en la habitación Megan entro de prisa al baño y se derrumbó en el retrete. Su amiga preocupada entro con ella dándole palmadas en la espalda.

− Sí que te cayó mal la cena, seguramente es por toda esa cantidad de medicamentos que tomaste.

− Tengo el estómago revuelto, solo quiero acostarme.

− Si ven te ayudare a ponerte en pie y llevarte a la cama. Mañana te sentirás mejor.

− No quiero que le digas nada a la abuela de esto por favor, no quiero preocuparla por una tontería.

− ¡Está bien como tú digas!

Esa noche era muy fría, y Jack le estaba costando conciliar el sueño no paraba de dar vueltas en la cama, por fin desistió de dormir se levantó y salió al pasillo notando que la luz de la habitación de Megan estaba encendida, desde luego la ignoro y bajo hasta su despacho sirviéndose un trago en su mini bar para ayudar a relajarse y así poder dormir algo. Tomo dos tragos más y subió nuevamente a su habitación pero no antes de escuchar a un quejido que provenía del cuarto de Megan.

Se preocupó porque temprano ella parecía encontrarse mal, así que entro en su cuarto pero para su sorpresa esta no estaba en su cama, miro alrededor y se fijó que la luz del baño estaba encendida y la puerta entre abierta.

− ¿Megan estas bien?

− ¿Jack? ¿Qué haces aquí? Sal de mi habitación por favor.

− Te sientes mal y me dices que te deje sola, ¡crees que soy un moustro!

− ¡Vete estaré bien!

Sin importarle sus protestas entro en el baño y la ayudo a levantarse acompañándola hasta la cama.

− Parece que la cena te ha caído mal.

− Si eso parece. ¡Solo quiero dormir, puedes irte ya!

− Está bien, pero si necesitas ayuda grítame estoy a un paso de ti.

− ¡Gracias!.

Pasaron varios días desde el encuentro nocturno entre Megan y Jack pero esta no mejoraba de sus malestares, casi no había probado bocado y se la pasaba durmiendo más que lo que está afuera con su abuela y su amiga. Todos estaban comenzando a preocuparse por ella, tal vez había pecado algún virus. Así que su abuela le había contado que Jack había llamado al doctor para que la revisara.

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