Un Vaquero Enamorado (COMPLETO) romance Capítulo 9

− Rodrigo ven conmigo. Le grito de lejos.

− Claro patrón ¿Qué ocurre? Le dijo levantándose rápidamente.

− Nada, solo que Grisell quiere que cenes con nosotros.

− ¡Oh vaya!, así que fue Grisell. Porque me parece que ella te riño para que vinieras por mí.

− ¡Cállate! Grisell piensa que si quieres acercarte a Melisa que no deba meterme.

− Y así es. No es de tu incumbencia, ella realmente me gusta.

− Tú, eres un don Juan te gustan todas las mujeres que se te cruzan por el camino.

− Que pasa Jack, no me catalogues así. Puedo ser un hombre que quiera sentar cabeza. ¿Tu cuando piensas hacerlo?

− Eso no es asunto tuyo.

− Vi como mirabas a Megan, ella si es que guapa, todos hablan de ella. ¿Te gusto verdad?

− ¡No!. Vamos a la casa me muero de hambre.

− De acuerdo, tú mandas.

Los hombres entraron en la cocina y se encontraron con Megan y Melisa colocando la mesa para cenar, mientras Grisell estaba en la cocina dándoles instrucciones de donde estaban las cosas que necesitan.

− Señoritas. Rodrigo saludo tocándose el ala del sombrero, una costumbre que tenían todos los texanos.

− Hola Rodrigo, ya te he dicho que nos puedes llamar por nuestros nombres.

− ¡La costumbre! Les daré una mano con la mesa.

Comenzó a sacar algunas cosas de las vitrinas y se juntó al lado de Melisa sacándole conversación, Megan automáticamente se alejó un poco y sin darse cuenta que Jack se encontraba a escasos centímetros de ella choco contra él y el a su vez la tomo de la cintura.

− Lo siento no me fije. Dijo está nerviosa, apartándose un poco de él. Sentir el contacto de sus fuertes manos en su estrecha cintura le había puesto caliente las orejas.

− Está bien, creo que entre esos dos se las pueden arreglar muy bien para poner la mesa. ¿Quisieras pasar a mi despacho un momento?

− ¿Y qué hay de la cena?

− Descuida tardara unos minutos.

Ella lo siguió por un pasillo, la luz era muy tenue dando un aire de intimidad entre ambos, lo siguió hasta una puerta doble de roble observo que su despacho era bastante sencillo pero muy cómodo, había un gran sofá negro, un mini bar bien abastecido, su escritorio era de madera pulida y su sillón del mismo color y material que el sofá.

− Siéntate por favor. Ella obedeció.

− ¿De qué quieres conversar conmigo?

− Bueno veras, me intriga algo. Tú has venido para ver a tu abuela ¿pero también para llevártela no?

− Si, aunque mi abuela no tiene muchas intensiones de regresar conmigo.

− ¡Ya! ¿Y qué piensas hacer al respecto si ella decide quedarse?

− Supongo que dejarla, si realmente es lo que ella quiere. Pero vendría muy seguido a verla, entiende que es mi único pariente.

Eso significaba que la seguiría viendo, tendría que seguir viendo esos maravillosos ojos.

− Claro entiendo. Su abuela es única Megan aquí la queremos mucho es como la abuela para todos nosotros.

− ¡Se nota! Es agradable saber que la quieren y la tratan con respecto.

− Desde que llego aquí siempre ha sido así. Yo era adulto para cuando llego, pero siempre he sido respetuoso.

− ¿De eso era lo que querías hablar conmigo Jack?

− No diga nada, usted es un bruto como se le ocurre besarme. Me ha lastimado.

No le dio chance de decir una palabra más, porque Jack la tomaba de nuevo y le daba otro beso fiero. Ella volvía a resistirse al choque de los labios, pero él la estrechaba aún más. Hasta que la soltó, ella lo miraba sorprendida.

− ¿Qué estás haciendo? Crees que esto de besarme es un juego.

− No lo es, pero cada vez que vuelvas a insultarme te besare delante de quien sea.

− Es un… El dio un paso hacia ella y ella cayo. ¿Es que iba en serio con su amenaza?

− No fue mi intensión lastimarte, lo siento de verdad.

− Sus disculpas me importan un bledo. Le dijo furiosa, pensó que su estadía en aquel rancho seria tranquila pero había tenido un comienzo de locos.

La puerta se abrió de repente asomándose Grisell por ella.

− Aquí están, llevo un buen rato buscándoles. ¡La cena ya está lista!

− Eh si abuela, en seguida voy. Megan salió disparada del despacho de Jack, mientras era observada por la mirada de su abuela.

− ¿Qué le has dicho a mi nieta?

− No le he dicho nada. Mintió, pero sí que le había hecho.

− Más te vale, porque pienso quedarme y por lo tanto la tendrás que ver muy seguido por aquí cuando venga de visita.

Este no dijo nada. Si las cosas iban a ser así entre ellos dudaba que aquella mujer viniera mucho de visita, estaba claro que no le agradaba ya que no le respondió a ninguno de sus besos. Aunque esos besos eran bastante fríos habían despertado algo que tenía dormido desde hace mucho tiempo, pero era imposible que esa citadina despertara algún tipo de pasión en él. Tenía que descartar esos pensamientos absurdos de su mente.

− Porque no vamos a cenar.

− ¡Muchacho que voy hacer contigo!

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