Ven... a Mí romance Capítulo 52

Melissa.

Su sonrisa de picardía solo hizo que mi estómago se incendiara de la emoción y la anticipación, sensación que apretó todo mi cuerpo. Para mí pasaron siglos desde que ese hombre y yo pudiéramos compartir un momento como este, y anhelaba cada segundo porque este auto llegara a su punto, para olvidarme del mundo y de los problemas que aún nos rondaban.

Aunque conocía Cambridge como la palma de mi mano, entramos al estacionamiento de una especie de edificio al que ni sabía existía. La iluminación lo hacía ver muy elegante, y no esperé a que terminara de dejar su auto en algún sitio cuando abrí mi bocotá sin esperar, debido a la ansiedad.

—Nunca estuve aquí.

—Me lo recomendaron, es como un hotel, pero a la vez un casino, también hay una discoteca… de hecho tiene de todo para divertirse, pero…. No iremos a ninguno de eso lugares.

—¿A no? —pregunté imaginando que, por obvias razones entraríamos a una habitación donde tendría una cena, y luego yo sería su cena.

—No.

Nos bajamos del auto y él me tomó la mano, fuimos directo a un ascensor y como si tuviera todo fríamente calculado, hundió un botón que cerró las puertas de inmediato.

Conocía de toda la vida a Luc, pero ahora mismo sentía como si esta fuese la primera vez que estaba con él, tenía los nervios hasta la medula. No demoró mucho tiempo para que la puerta se abriera, pero lo que vi a continuación simplemente me dejó muda.

Allí estaba una piscina, que por el humo que salía de ella, concluí que tenía calefacción. Muchos pétalos de rosas la adornaban y en el suelo había una gran manta con cojines, comida y dulces que eran mis preferidos.

Coloqué mis manos en la boca y luego giré hacia él.

—Luc, esto se ve… hermoso.

—Y lo mejor es que ninguno de nosotros traemos traje de baño.

Le di un puñetazo en el pecho por arruinar el momento romántico, pero él tomó mi cuello y me haló hacia él.

—He anhelado este momento cada minuto mientras estuve lejos de ti, cara, no quiero estar en otro lugar a menos que no sea contigo.

Mi corazón se inflamó, ¿Podía haber algo mejor que esto? Creería que no. Tomé su rostro y acerqué mi nariz hacia su quijada.

—Yo incluso aun estando aquí contigo, aún te extraño, y…

No pude seguir, sus labios se unieron a mí, y nada fue mejor que eso. Nos besamos con ansiedad apremiante, con las respiraciones entre cortadas y con una sensación en mi pecho como si en cualquier momento fuese a explotar. Sentía que corrientes viajaban por mi cuerpo de forma desordenada. Podía también sentir en cómo sus brazos me apretaban hacia su cuerpo para que pudiéramos unirnos más, la sensación era sin igual.

Poco a poco y sin medir el tiempo, nuestras ropas fueron cayendo, Luc me llevó en sus brazos hasta esa piscina que se veía deliciosa y de hecho comprobé que su temperatura era perfecta. Todo esto era un sueño, y yo estaba con mi mejor amigo.

—Quería comer primero… —dije haciendo un puchero solo por molestar—. Estoy hambrienta, yo si debo trabajar como Dios manda.

—Por supuesto, comeremos… y deja de quejarte porque vas a quedar muy satisfecha… —respondió Luc sin dejarme siquiera procesar la información porque ya tenía su boca cortando con mis suspiros…

Luc.

Aspiré el aire posible recordando los sucesos… todos ellos, que hicieron que esta semana fuese una de las mejores en mucho tiempo.

Aunque Melissa estaba cargada de trabajo, nos la arreglamos para vernos en cualquier momento del día, y más que temas, nos concentramos en el otro, en volver a construir nuestra confianza y nuestra relación.

Esta semana pasó velozmente, aunque no quería, pero podía concluir que tomé la mejor decisión de todas en venir aquí y rescatarla.

Verla entrar en una entrevista, en contestar respuestas mientras una sonrisa adornaba su boca, y de soslayo me miraba sabiendo que estaba atento a todas sus acciones, solo hacían que mi cuerpo sintiera una especie de líquido invisible que forjaban a todas mis corrientes nerviosas, entrar a un punto de éxtasis inigualable.

Como si de alguna forma me inyectaran una dosis, eso era lo que Mell me hacía sentir cada vez.

Ahora me estaba preparando, porque ella debía viajar por tres largos días con su jefe, para finiquitar y concluir la salida de ventas oficialmente de su libro en físico. Por supuesto, con ellos estarían los demás miembros del equipo de la universidad de Cambridge, además de que solo podía ver rostros emocionados por encontrar potencial en esta misma ciudad y mostrarla al mundo, gritando a su manera, que fueron ellos los que descubrieron tal joya de la literatura.

Eso me conmovía en gran manera, porque sabía que ese era su sueño, su ilusión y lo que más anheló durante toda su vida; recordaba cuando la escuchaba en el pasado por largas horas diciendo, que se centraría en el romance cuando tuviese la oportunidad de escribir sus historias.

No fue fácil soltarla ayer cuando la dejé en el aeropuerto, pero ella me prometió que estaría al corriente en todas sus horas libres; este sería un fin de semana bastante difícil, y aunque ya me había separado de ella por un largo tiempo, mi excusa ahora era, que estuvimos demasiado juntos todos estos días como para que ella desapareciera por tres interminables días.

Parpadeé varias veces y tomé mi cuello apretándolo, luego rodeé el escritorio para abrir una gaveta y sacar la carpeta que me trajo un estrés impresionante. Desde que la leí ayer por la tarde me dejó una espina que me incomodaba en gran manera. Este era otro asunto en el que pensar, porque no solo se trataba del negocio sino de mi propia familia.

O Bruno estaba enamorado, o había perdido la cabeza. Pero esto debía ser un error.

Estaba esperándolo aquí en la oficina donde solía venir a trabajar y tramitar muchos asuntos cuando no estaba en mi restaurante principal de Notting Hill. Era muy temprano, pero esperaba que con el mensaje que le había enviado hace una hora, él estuviera por llegar antes que Sara se presentara como parte de su rutina.

—Hermano… —la voz de Bruno me hizo girar y a la vez dejar de tener el conflicto mental de donde me encontraba.

—Por favor, Luc, allí no está nada de eso. Ahí solo está la representación de todas las franquicias nada más…

—Pero, Sara debía tener todo eso listo para ti, ¿por qué no la llamaste y le dijiste que estaba mal el trámite para que tú figuraras en las firmas? Sabes que ella resolvería todo esto enseguida.

Creía estar manejando el asunto, pero cuando vi una risa sarcástica de la boca de Bruno, un escalofrío ajeno recorrió mi cuerpo. No me sentía bien hoy. Todo estaba muy raro aquí.

—¿Sara?, Hermano, Sara piensa que todos quieren robarte, ella no hace sino colocar cercas para que nadie se te acerqué, y la verdad agradezco que esto pasara, pensé que nunca te ibas a dar cuenta por ti mismo, no quería ser yo la señorita chismosa hablándote de nuestra propia hermana.

No entendía un carajo de lo que Bruno estaba diciendo, pero me sentía intrigado hasta la mierda.

Para mi mala suerte cuando sentí que mi hermano iba a sentarse para discutir el tema que no entendía conmigo, la puerta se abrió despacio, y Sara apareció entrando a mi oficina.

—Buenos días …—dijo bajo, ella, aunque estaba impecable en su vestuario, se veía cansada, como si no estuviese durmiendo bien, y me preocupaba verla así. Había una sombra debajo de sus ojos muy extraños.

Lo que hizo la última vez siempre me mantenía tenso, y por eso y muchas razones más, pedí a Bruno y Aroa que no comentaran nada con respecto a Melissa y nuestra reconciliación; hice todo lo posible por mantener a Sara lo suficientemente ocupada y alejarla, y esto más que todo para evitar los conflictos entre ellas, no quería ver más a Mell triste, ni preocupada, porque después de contarle lo que hizo su hermana la noche de la convención, ella simplemente quedó devastada con la noticia, sin ni siquiera saber qué hacer para que su padre nunca se enterara de ese suceso.

Asomé una sonrisa a Sara y ella llegó hasta nuestros sitios.

—Hola, Bruno…

—Sara… —respondió mi hermano sin mirarla.

Fruncí mi ceño.

—Bruno, ¿puedes esperarme y vamos por un desayuno?

Él asintió sabiendo que teníamos una larga mañana para hablar, pero no dudó en dejarme solo con Sara.

—Tengo listo lo que me pediste —se adelantó ella tomando asiento—. Si quieres puedo pedir algo para que comas, y que lo traigan aquí.

Negué.

—No, Sara, debo ir con Bruno —le dije sin mirarla y tomando la carpeta, sin saber cómo comenzar a preguntar.

—¿Te preocupa algo?, ¿mi hermana ha hecho algo de nuevo? Escuché que está saliendo con su jefe… —frunció sus labios y luego hizo como si pensara, ¿acaso Sara estaba bien? ¿Por qué su insistencia de decirme todas estas cosas?, y ella continuó —Mi madre me dijo que todos estos días estaba llegando tarde a casa.

Ella estaba mintiendo, Melissa estuvo conmigo todo este tiempo, pero ella no lo sabía por supuesto. Y de que había hablado con su madre, era otra de sus mentiras…

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