Viendo la reacción de Amelia, Daniel se puso más contento y pensó, "Es verdad que a esa mujer solo le importan la apariencia física del hombre y el dinero."
Cuando Daniel agarró la pequeña mano de la chica, esta por fin se despejó. Quiso desgarrar la gran palma de Daniel, pero no tuvo suficiente fuerza para hacerlo.
-Señor Daniel, ¿podía preguntar cuál es mi recompensa adicional? -Como él consiguió de ella, entonces ella debería conseguir algo, pues no permitiría que alguien adquiera ventajas de sus manos blanquitas de manera gratis, ¿no?
Daniel frunció ligeramente sus cejas. Nueve de cada diez frases de esta mujer mencionaban dinero. Otras mujeres lo seducían cuando estaban con él, pero a esta solo le importaba el dinero cuando estaban con él. Era un hombre rico, alto y guapo, siempre será el punto de mira, ¿pero para ella no se podía comparar con el dinero?
-¡Depende de tu actuación! -Daniel respondió expresivamente y se metió en el auto frente a él. Pidió bajarse al chofer para conducir el coche.
Amelia masticó las palabras de Daniel durante mucho tiempo. ¿Depende de su actuación? ¿Cómo debería actuar? ¿Acaso quería que ella sedujera a alguien y luego firmara un contrato con él?
Cuando fue vestida de un traje de gala que valía más de diez mil, estuvo más convencida de su pensamiento. Si no fuera por el salario de horas extra, no iría en absoluto por dignidad. Pero era verdad que este vestido tenía buena calidad.
-¿Entonces este vestido me pertenecerá después de que termine el banquete? -Amelia salió del probador y preguntó de manera un poco indecente. Pues a ella solo le importaba conseguir cosas que tenían valor.
Daniel retiró su mirada que estaba centrada fuera de la ventaja y la volvió a echar a Amelia. Al hacerlo, sus ojos se brillaron por admiración. Sí, por admiración.
-Depende de tu actuación -Otra vez contestó así y luego bajó del coche.
Amelia lo siguió descontenta. Siempre decía esto. Entonces si no actuara bien, no le daría recompensa, también le quitaría el salario de horas extra, ¿sería así? Pues esto no era rentable.
En el chalé de la Familia Rodríguez, Amelia siguió a Daniel por detrás y maldijo en el corazón. ¿Por qué la trajo a su casa? ¿Qué quería hacer? Pues ella no era su familiar.
En este momento, de repente notó una figura de un niño frente y de esta percibió un aire de orgullo. No pudo evitar recordar aquella escena en la escuela, en la que su hija señalaba una figura que llevaba un trajecito de venta limitada que quería su hijo. Esto le provocó curiosidad y ganas de ver la cara de este muchacho.
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