Adoptando a la hija del CEO romance Capítulo 42

Haber hablado con el señor White de lo sucedido hace que me sienta de cierta manera en paz. Él me promete no hacer nada en contra de Jason, quería olvidarme de todo lo que había pasado con él aquel día. Quería pasar esa página de mi vida para siempre y hacer de cuenta que jamás sucedió.

Durante la cena con el señor White me sentía extremadamente incómoda por haberle revelado algo tan íntimo y nada podía ser peor que la llegada sorpresa de esa mujer.

—Habla.

Exige Jason cuando ve que el mayordomo regresa tras abrir la puerta con una horrible expresión en su rostro. Automáticamente, dejo los cubiertos sobre el plato y miro a Jason sin entender qué sucedía.

—Mi nieto ya te dijo que hables, ¿qué pasa?

Pregunta el señor White con poca paciencia, pero con un tono de voz bajo.

—Lo siento mucho, yo...

Él se calla por unos segundos y me mira extraño.

—La señorita Lily...

Él no termina de hablar con Jason se levanta tan rápido que tira el asiento hacia atrás. El señor White mira a Jason, luego a mí y de nuevo a Jason.

—Dile que se vaya, esa mujer no tiene derecho de estar... ¡¿A dónde crees qué vas?!

Mi cuerpo se sobresalta cuando escucha el fuerte grito del señor White al ver que su nieto no lo dejó hablar y en lugar de eso, pretende irse. Me siento tan extraña, por un momento... Al ver que su comportamiento tan extraño tras escuchar el nombre de Lily me hace imaginar muchas cosas de las cuales todas no eran nada bueno.

—Vuelvo en un momento.

—¡Ya tienes esposa!

El caminar de Jason se detiene de golpe por segunda vez cuando escucha a su abuelo gritar de esa manera.

—Está bien, abuelo...

—No está bien. Jason..., Zoe es ahora tu esposa, te lo advierto, no me desafíes. Si vas con esa mujer y te quedas con ella, perderás todo. Estás advertido.

No entendía que pasaba, el ambiente estaba tenso por mi confesión, pero a pesar de eso estaba soportable, pero, ahora, era imposible respirar el mismo aire con estos dos titanes. Ambos se retaban con la mirada y él..., quién ahora es mi esposo, se ha ido dejándonos con la boca abierta.

—¿Qué...?

No sabía ni siquiera que preguntar. No entendía nada de lo que pasaba.

—Zoe, prepara tus cosas y las de Mía.

Miro al viejo señor White sin comprender una sola palabra de lo que decía.

—Si no eres capaz de preparar tus cosas, entonces que el mayordomo lo hago. Nos vamos.

—Pero...

—Es una orden.

No espero a que repita una segunda vez lo que me ha pedido. Le temía a Jason, pero, aun así, era más fácil luchar contra él y no con su abuelo. Él daba más terror sin importar que era un anciano. Su aura era más fuerte que la de su nieto y ya entendía el por qué él siempre obedecía sin poder negarse, a pesar de las quejas.

Salgo de inmediato a preparar todo lo que me ha pedido con Mía en brazos. Guardé algunas cosas importantes, sobre todo cosas de Mía y cuando tuve lista la maleta, salgo de la habitación y me cruzo de frente al mayordomo.

—Por favor, permítame llevar su equipaje. El señor la espera en el auto, ha pedido que salga por la puerta de la cocina.

—¿Qué está pasando?

—Lo lamento mucho, señora White... No puedo decirle una palabra, por favor, sígame.

Él se da media vuelta y camina con mi equipaje en mano. Camino tras él y salimos de la mansión de Jason por la puerta de la cocina. Me subo en el auto, pero antes de que arranque miro una vez más hacia la puerta principal y desde ahí se podía ver dos figuras discutir.

—No mires hacia atrás, Zoe.

—Señor..., abuelo, ¿Qué sucede?

—Pronto lo sabrás.

—¿Por qué no me lo dices ahora?

—Pronto, Zoe..., pronto.

Finjo una sonrisa y corro a sus brazos. Necesitaba uno de esos abrazos reconfortantes que ella solía darme y que me hacía sentir muy bien.

—¿Cómo estás, abuela? Perdóname por no venir antes a visitarte, tuve problemas con un trabajo de la universidad.

—No te preocupes, lo entiendo. Yo estoy bien. ¿Cómo estás tú y Mía?

Ella camina hasta Mía para saludarla sentándose a su lado en la cama.

—Ambas estamos bien. Mía no ha vuelto a enfermar y yo estoy bien.

—Me alegra oír eso. ¿Cómo está Jason?

Cuánto me hubiera gustado que ella no lo nombrará.

—Él está bien.

—¿Por qué no ha venido contigo?

—Él... Se le presentó un inconveniente y debe resolverlo antes de venir.

—¿Es grave?

Yo también me preguntaba eso, porque también había sido la pregunta que le hice al señor White minutos antes.

—No. Sin embargo, requiere su atención y tardará en venir por nosotras. Así que, el señor White ha querido que viniéramos a quedarnos aquí unos días para que no nos estuviéramos sintiendo solas en la nueva casa.

—Es muy amable de su parte, se lo agradeceré después.

—Ya lo hice, puedes quedarte tranquila.

—Aun así, lo haré.

—Está bien.

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